Opinión

La isla grande de Hawai

El volcán Kilauea ruge de nuevo en Hawai

El volcán Kilauea ruge de nuevo en Hawai / USGS / EFE

En la primavera de 1981 visité el Estado archipielágico de Hawái, en el marco del proyecto Parques Nacionales Gemelos entre España y los Estados Unidos, como ingeniero de montes del Icona. La isla de Hawái, que es la más grande de las nueve islas, me llamó mucho la atención. No solo por el tamaño sino por la vocación volcánica de ser la Isla Grande, la Isla Mayor o Big Island del archipiélago. La capital se llama Hilo y la flor del árbol Metrosideros polymorpha es el símbolo de Hawái, la ínsula que fue descubierta por el navegante español Álvaro de Saavedra y donde nació Kamehameja el Grande, el rey que a finales del siglo XVIII logró reunir la mayoría de las islas de Hawai bajo su mando. Como era cuestión de dioses dicen que la leyenda sirvió para que dos deidades polinesias dividiesen la isla Grande o la Big Island en dos zonas: la occidental que era árida y se llamó Kona y la oriental tropical conocida como Hilo

Esta Isla Grande es la isla situada más al sur del archipiélago, por debajo de la isla Maui y es la más joven de todas las hawaianas además de ser el territorio más meridional de los Estados Unidos de América. Existen doce zonas climáticas distintas pasando desde los bosques tropicales, donde abundan especies de las fayas macaronésicas atlánticas (Myrica faya), que se han convertido en una gran plaga, hasta las cumbres nevadas de los volcanes Mauna Kea, inactivo a una altura de 4207 metros, y Mauna Loa que junto al volcán de la caldera del Kilahuea son muy activos particularmente este último. En mi viaje de 1981 pude caminar por esta amplia caldera que estaba inactiva pero que entre 1983 y 2002 explotó vomitando lava, añadiendo más de 2 kilómetros mar adentro del océano Pacífico. También durante mi estancia en Hawai los ingenieros hawaianos me llevaron por diferentes zonas en las que pude contemplar las masas forestales donde eran abundantes las fayas y los jabalíes, auténticas plagas de la biodiversidad, y zonas volcánicas donde disfruté observando petroglifos que me recordaban la isla canaria de El Hierro con los bimbaches de protagonistas en los lajiales herreños. También los malpaíses con lavas del tipo AA y las lavas cordadas eran muy parecidas y me recordaban la zona del Julan y de La Restinga en la isla del Meridiano Cero. Lo que si vi claro fue que la Isla Grande es famosa por sus volcanes como el Kilauea, muy activo con erupciones continuas durante mucho tiempo después de mi visita en 1981, que junto con el Mauna Loa y el Mauna Kea conforman el Parque Nacional de los Volcanes.

Como aquí, como en Canarias, la lava choca con el océano y en ocasiones puede verse columnas de vapor blanco que suben desde la orilla y por la noche la lava ilumina el vapor dándole un cierto brillo. Como bien dicen los volcanólogos cuando la lava líquida entra en contacto con el mar, el agua se convierte en vapor y el enfriamiento de la lava provoca que las rocas volcánicas recién formadas exploten y se rompan en pequeños fragmentos que con la acción de las olas se convierten en arena negra y cubren las playas costeras. Al igual que en muchas islas de Canarias

La economía de la Isla Grande se apoya en la agricultura y en la ganadería además del turismo. Lo comprobé en mi visita profesional y siguiendo las recomendaciones del amigo y compañero ingeniero agrónomo orotavense, Francisco Álvarez de la Peña, al que le llevé información sobre las nueces de la macadamia y las plantaciones de la piña, la papaya, las flores y el café. También unas monedas antiguas denominadas Kona, con nombre igual al de la segunda ciudad de la isla Kailua Kona, totalmente turística. En estos últimos años he podido constatar que ingenieros canarios, que son profesores de la Universidad de La Laguna (ULL), viajan con cierta frecuencia para conocer la historia y la realidad de las aguas de Hawaii y compararlas con las subterráneas de Canarias. Es el caso del polifacético profesor de ingeniería agraria de la ULL, Juan Carlos Santamarta.

En los paseos por los volcanes pude conocer así mismo el observatorio astronómico que existe en la ladera del volcán Mauna Kea que actualmente tiene trece telescopios en funcionamiento desde 1970, de diferentes propietarios internacionales, cerca de la cima del Mauna Kea. Lo cierto fue que encontré bastante paralelismo con las islas de Canarias, con La Palma y Tenerife fundamentalmente. De hecho, cuando regresé a Tenerife me reuní en el Hotel Tigaiga del Puerto de la Cruz, con el grupo de los Trece que presidía el amigo y hotelero Enrique Talg, senior. Me preguntaron sobre mi viaje a Hawai y me pidieron algunas conclusiones sobre la relación Naturaleza-Turismo en Hawai y Canarias. Mi contestación se limitó a comentarles que lo primero que haría en Canarias sería poner un volcán en erupción para que los viajeros europeos se animasen a visitar las islas de la Macaronesia como lo hacían los japoneses con las de Hawai. Eso sí, en un marco de relaciones de simbiosis o de coexistencia entre la Naturaleza y el Turismo. ¡Aloha!, como dicen los hawaianos.

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