Opinión

Cultura de seguridad y defensa

La Policía Nacional detiene a una yihadista en Cullera.

La Policía Nacional detiene a una yihadista en Cullera. / T.D. / J.G.

Una vez difundido en uno de mis artículos la Defensa de nuestra España, integrada en la Unión Europea (UE) y la Alianza Atlántica (OTAN), haciendo hincapié particularmente en el terrorismo yihadista procedente del Sahel Occidental y el Magreb, me propongo hacerlo ahora sobre la cultura de Seguridad. El Consejo de Seguridad Nacional (CSN) de 2022, aprobado recientemente, señala como marco de referencia la Estrategia de Seguridad Nacional de 2021, que será mi principal fuente de información (A1).

Empiezo con un análisis de riesgos que han sido estudiados por numerosos expertos, funcionarios del Estado y del sector privado, de los ámbitos de la ciencia y la investigación. Este informe proporciona un estudio con un horizonte de diez años, que prevé un escenario en 2032 de mayor complejidad geopolítica y una degradación por causas medioambientales, con consecuencias relevantes para la seguridad.

Aquí se destaca el problema actual con la guerra en Ucrania por la invasión rusa, con múltiples consecuencias en términos geopolíticos, energéticos, económicos y de seguridad y defensa, como su impacto en ámbitos sobre el transporte, la seguridad marítima, alimentaria o las infraestructuras críticas. Además, se identifica con el incremento del riesgo posible del empleo con armas de destrucción masiva nuclear. Y los ciberataques a instituciones e infraestructuras críticas.

Junto a la defensa, cabe también citar el terrorismo yihadista a la seguridad nacional, una amenaza prioritaria como he citado en anteriores artículos, procedentes de las dos filiales conocidas, Al Qaeda y el Daesh o Estado Islámico, en guerra fratricida en su lucha por el dominio universal, algo incomprensible para un occidental.

Se recogen, también, los informes realizados por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), donde destaca la formación sobre ciberseguridad, las campañas de desinformación y los ciberataques, que se consideran las amenazas más peligrosas, hoy y en los próximos años, más que la crisis energética, las epidemias o los flujos migratorios irregulares.

Paso a detallar algunas de estas amenazas más graves:

- Ciberataques: La creciente digitalización de la sociedad y la economía hace que los ciberataques sean una de las mayores amenazas para la seguridad nacional. En los últimos años se han producido numerosos ataques a infraestructuras críticas y a empresas de diversos sectores. He de destacar las injerencias de la Inteligencia marroquí en España, que se ha dejado ver en esta legislatura política que termina. También las dudas sobre «Pegasus», el software espía que afectó a los teléfonos móviles del gobierno español, y las sospechas sobre cómo el país vecino ha tenido influencia directa sobre el presidente Sánchez, tema que amplío más adelante.

-Campañas de desinformación: Estas son unas amenazas cada vez más presentes en el mundo actual, especialmente en el contexto de los procesos electorales y la influencia en la opinión pública. En la actualidad estamos en un proceso electoral que tendrá lugar el próximo 23 de Julio. Es oportuno citar al subdirector general del Centro de Criptología Nacional, dependiente del CNI, Luis Jiménez, que afirma: «un ciberataque en las elecciones generales próximas del 23J, no afectaría en absoluto a los resultados», o sea, que está protegido.

- Inestabilidad económica: Es una amenaza con repercusión directa en la estabilidad social y política en la población. Es importante adoptar una política económica que fomenten el crecimiento y la estabilidad, tema exclusivo del partido político en el poder.

- Vulnerabilidad energética: España depende totalmente de la importación de energía de hidrocarburos. Actualmente, la decisión personal del presidente Sánchez, sin contar con su gobierno, ni del Congreso y posiblemente, tema este no confirmado, sin conocimiento del Jefe del Estado, el rey Felipe VI, que decidió conceder la soberanía del Sáhara Occidental a Marruecos, provocando la ruptura de relaciones con Argelia que era la que suministraba energía desde hace muchos años, a precio concertado. La conclusión es sencilla, que la estamos pagando a un precio muy superior. Añadir, además, los graves problemas económicos de empresas españolas, que ha generado pérdidas de grandes proporciones. Hoy día se estiman en más de mil millones de euros.

La energía nuclear que existe hoy día, en mi opinión, sería una buena solución. Son reactores más pequeños, de menor potencia, dotados de seguridad reforzada y automática y con aprovechamiento de combustible ya utilizado, que será una realidad efectiva en un periodo aproximado de cinco años. Esta producción será posible gracias a reactores modulares pequeños, ya existentes, pero con una tecnología que ahora está en plena transformación. Requieren como máximo un tercio del tamaño de las actuales centrales y una potencia de 300 megavatios, frente a los 1.000 MW de las instalaciones tradicionales. Nuestros vecinos franceses la utilizan para sí y la exportan.

- Flujos migratorios irregulares: Esta amenaza tiene un impacto significativo en la seguridad nacional. Según el Ministerio de Interior, el número de inmigrantes irregulares llegados a España por mar a las costas de la Península y Baleares suben, con respecto a 2022, por primera vez en este año, y disminuyen, de momento, las entradas por Ceuta y Melilla.

Mientras se repiten los náufragos de embarcaciones repletas de inmigrantes, tan recientes en el sur de Grecia, o las pateras cerca de Canarias, con cientos de personas que vienen perdiendo la vida, la Unión Europea se ha movilizado para abordar una de las lagunas legislativas más relevantes: “La regulación común sobre migraciones y asilo”, que no deja de ser una esperanza, aunque llega tarde.

Este informe oficial del CSN destaca que las campañas de desinformación y los ciberataques serán las amenazas para la seguridad nacional que más crecerán en España en los próximos cinco años, más que la crisis energética, las epidemias o los flujos migratorios irregulares.

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