Opinión | Retiro lo escrito

Representatividad

Ronda de consultas de la presidenta del Parlamento.

Ronda de consultas de la presidenta del Parlamento. / María Pisaca

Me pregunta un amigo felizmente ajeno a las pompas y las obras de nuestra élite política sobre el aspecto del nuevo parlamento de Canarias. Le contesté que ninguno. No tiene ningún aspecto llamativo. Es más bien lo contrario. Parecen gente que se reuniera cada domingo a almorzar con sus respectivas familias. Desde un punto de vista vital esta asamblea representa muy poco las Canarias actuales. El sexo, por ejemplo. Tiene uno que escuchar los brindis acursilados porque ha aumentado ligeramente la presencia de mujeres en los escaños. Pero yo no me refería a eso. ¿Cuántos diputados homosexuales conocen ustedes en esta nueva legislatura? ¿Cuántos gays y lesbianas en las anteriores legislaturas? Es muy chocante, créanme, escuchar a diputados de todos los partidos hablar de gays, lesbianas y/o transexuales como de un grupo un tanto enigmático pero que, por supuesto, tienen derechos que deben respetarse. ¿Ningún maricón en sus listas, ninguna bollera, para que alguien pueda hablar en primera persona, desde su diferencia, de esos derechos y su desarrollo normativo y su impacto social primero, y de todo lo demás después? Los dos únicos diputados homosexuales en los últimos años lo son muy, pero que muy discretamente. La mayoría de sus señorías pertenecen a la tribu de los normales, los que dicen que no tienen nada contra los gays, que adoran a los gays, que la sensibilidad y la inteligencia de los gays resultan admirables, que tienen amigos gays desde su infancia y demás estúpidas y condescendientes petulancias. Adoran a los gays pero no hay gays en los escaños ni entre los consejeros, obviamente, y la pluma déjala en casa, porque si ya no te estigmatiza –al menos entre todos– sigue reduciéndote, marginándote, reduciéndote al personajillo que segregan los miedos y maldades de los demás.

Tampoco laboralmente el parlamento parece demasiado representativo. Más de la mitad de sus señorías son funcionarios, en su mayor parte en comisión de servicio, mientras que una fracción no despreciable de los restantes ejercen profesionalmente como abogados, médicos, economistas y asesores fiscales. Los empresarios son muy raros entre los diputados. Y los pequeños empresarios, por supuesto, aún más. Creo que no hay ninguno, porque no disponen de recursos para abandonar su proyecto y regresar cuatro o tal vez ocho años después. Si lo dejas desaparece tu empresa y tus dos, cuatro, diez trabajadores se quedan en paro. Imagínense los autónomos. Por supuesto no encontrará en esta legislatura, ni en la anterior, ni en la anterior de la anterior, alguien que trabaje como autónomo, o incluso alguien que haya trabajado como autónomo alguna vez. La inmensa mayoría de los diputados y diputadas, por lo tanto, no tienen sino una relación muy tenue con la economía real. Se les mete el dinero de la nómina en el banco y punto. Para ellos un empresario suele ser un triunfador (maldita sea) o un explotador (tremendo canalla) y el vía crucis del autónomo intentando cobrar y siendo ninguneado una y otra vez por su cliente les resulta completamente incomprensible, un misterio inefable ¿Y ese pobre hombre o esa desdichada mujer –se preguntan realmente atónitos– por qué no se han estudiado una buena oposición?

Canarias tiende a configurarse como una sociedad multiétnica. Particularmente en los sures turísticos más de un centenar de nacionalidades conviven más o menos tolerablemente: son decenas de lenguas, culturas, hábitos y costumbres. Más de 300.000 extranjeros viven en Canarias, mayoritariamente en Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. Más o menos un 12% de los residentes en las islas. Italianos, venezolanos, magrebíes, colombianos, dominicanos, senegaleses. Es cierto que los partidos principales disponen de algún africano como reclamo en sus listas pero ¿venezolanos, colombianos, magrebíes? No. Todas sus señorías tienen pura sangre canaria en las venas. Representan social, cultural, ideológicamente unas Canarias muy concreta, muy felizmente cerrada, muy satisfecha con sus limitaciones intelectuales, sus folías y sus fantasías de moralidad.

Suscríbete para seguir leyendo