Opinión

La gran influencia del lobby ucraniano creado en EEUU después de la SGM

Varios militares.

Varios militares. / A. Pérez Meca - Europa Press

Destacados ex jefes militares norteamericanos figuran en el lobby ucraniano, muy activo desde el final de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos y abogan por la total derrota de la Rusia de Putin.

Uno de ellos es el ex comandante de las fuerzas terrestres de la OTAN en Europa Ben Hodges, que asesora actualmente a las Fuerzas Armadas de Kiev en cuestiones logísticas, según la periodista alemana Rosa Reich (1).

Hodges es ferviente partidario de la toma militar de Crimea por el Ejército ucraniano, para lo que aconseja la destrucción del puente sobre el estrecho de Kerch y el total bloqueo de la costa del mar de Azov, lo que hará que las fuerzas rusas allí estacionadas queden totalmente aisladadas.

El exjefe militar , que colabora con el Center for European Policy Analysis, es uno de los oradores favoritos del lobby banderista (2) ucraniano en Estados Unidos.

En su libro Future War (Guerra Futura), publicado el año pasado, Hodges atribuye a los europeos falta de «ethos guerrero» y dice a propósito de los ciudadanos soviéticos muertos en la Segunda Guerra Mundial que fueron «millones», pero en su inmensa mayoría ucranianos y no rusos.

El también general jubilado Philip Breedlove, que fue comandante supremo de las fuerzas de la OTAN en Europa, afirma en una carta abierta firmada junto a otros seis ex jefes de esa organización que los aliados deben rascarse el bolsillo en apoyo de Ucrania y demostrar así que EEUU es «la fuerza dirigente en defensa de la libertad y la justicia en el mundo».

Entre los firmantes de la carta está también el ex comandante supremo de la OTAN Wesley Clark, quien tuvo un papel muy activo en la guerra de Yugoslavia y apuesta ahora de por el envío a Ucrania «de misiles de largo alcance, cazas y de forma masiva carros de combate» para evitar que Putin «reconstruya la Unión Soviética».

Según el periodista de investigación estadounidense Moss Robeson, el lobby banderista mantiene fuertes estructuras de apoyo en EEUU gracias a la Organización para la Defensa de las Cuatro Libertades en Ucrania, creada en 1946 por militantes de extrema derecha huidos del Ejército Rojo.

Su «brazo financiero» es, afirma Robeson, la American Freedom Foundation, copropietaria del edificio sede de los banderistas en Kiev. Esa fundación publica además la edición estadounidense del órgano de los ultranacionalistas ucranianos National Tribune.

Prácticamente desde los años cuarenta ha habido relaciones entre los banderistas establecidos en EEUU y el Gobierno de Washington, que se intensificaron con el presidente ucraniano Viktor Yúshenko (2005/10), convencido atlantista y banderista.

El secretario norteamericano de Estado, Antony Blinken, se reunió recientemente en Chicago con la dirección del Ukrainian Congress Committee of America, que es, junto a la ONG US Ukranian Activists, uno de los principales recaudadores de fondos a favor de las milicias ultranacionalistas ucranianas, según informaciones de la revista Monthly Review.

También es destacable el papel del Centro para las Relaciones EEUU-Ucrania (CUSUR), que organiza desde 2010 un diálogo de seguridad de carácter casi anual así como otras conferencias en las que participan militares, ex ministros y altos funcionarios del Departamento de Estado como la secretaria de Estado adjunta Victoria Nuland (3).

El director del CUSUR es Walter Zaryckyj, ex miembro de la organización Amigos Americanos del Bloque Antibolchevique de Naciones, fundado en 1943 por Yaroslav Stetsko, ex líder del sector banderista de la Organización de Nacionalistas Ucranianos y colaborador nazi.

(1) Reportaje publicado por el diario alemán Junge Welt.

(2) De Stepán Bandera (1909-1959), político ultranacionalista que colaboró con los nazis. Hoy héroe nacional de Ucrania.

(3) La neocon Nuland tuvo un papel activo en la llamada revolución del Euromaidán (2014), en la que pronunció en conversación diplomática privada una frase que se ha hecho famosa: «Fuck the EU» (¡Que se joda la UE!).

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