Opinión | A babor

El ministro

Héctor Gómez, nuevo ministro de Industria, Comercio y Turismo.

Héctor Gómez, nuevo ministro de Industria, Comercio y Turismo. / José Luis Roca

El nombramiento de Héctor Gómez como ministro de Industria, Comercio y Turismo no ha supuesto una gran sorpresa en Canarias. La posibilidad de que Gómez fuera nombrado ministro ya circuló el domingo como hipótesis, y el lunes –antes de que lo anunciara Sánchez en Moncloa– ya se daba por muy segura… De hecho, hace meses desde que se anunció que Carolina Darias dejaría el ministerio de Sanidad, se sabía del deseo de Torres de mantener la cuota canaria en el Gobierno de Sánchez, y es conocida su particular predilección por uno de los políticos tinerfeños que se significaron más de primera hora como sanchista –como él mismo– y además como defensor de Torres en la isla de Tenerife, un comportamiento que hace unos años –cuando Torres se enfrentaba a Patricia Hernández, avalada por los ayuntamientos del Sur de Tenerife– podía ser considerado una traición. Gómez siempre estuvo ahí, desde el minuto uno. La relación entre el presidente y Gómez se forjó en primarias y operaciones partidarias en las que Gómez trajinó lo suyo y lo hizo en contra de la posición mayoritaria en Tenerife. Y acertó.

El nuevo ministro es un producto típico del actual PSOE, el que llegó de la mano de Rodríguez Zapatero: se afilió al partido con 25 años, y antes de cumplir los treinta ya era concejal en Guía de Isora. Y fue siendo concejal, y en Guía de Isora, donde José Segura le presentó a Pedro Sánchez cuando este recorría con Segura las agrupaciones socialistas, para presentarse al primer proceso de elección directa celebrado en el PSOE, tras la renuncia de Rubalcaba a la secretaría general. Eso ocurrió en 2014, y apenas un año después, aupado por el que era entonces su alcalde y principal mentor, Pedro Martín, Gómez se incorporaba como diputado al Parlamento de Canarias, con la bendición de Ferraz.

Durante la crisis del PSOE de 2015 y 2016, cuando Sánchez perdió su investidura, se repitieron elecciones y fue defenestrado por el partido, Gómez estuvo siempre al lado del secretario general, incluso cuando dejó de serlo. Tras recuperar el partido, Sánchez lo metió en el 2017 en la ejecutiva federal, como secretario de Relaciones Internacionales. Entrar en la ejecutiva del PSOE no es algo que se regale. Su incorporación al lado del nuevo poder socialista suponía un premio a su lealtad y a los servicios prestados al secretario general.

En 2018, cuando Sánchez ganó la moción de censura contra Rajoy, el nombre de Gómez sonó por primera vez como ministro de Turismo, pero acabó con un premio de consolación en TurEspaña. En aquel primer Gobierno de ministras, ministros y ministres de relumbrón, Sánchez no encontró sitio para él: pero sí le colocó en las listas al Congreso y lo presentó como diputado en las elecciones del abril de 2019, y también en las de noviembre, después de la segunda investidura fallida de Sánchez.

En septiembre de 2021, Héctor Gómez logró por fin –también por decisión de su jefe– convertirse en una figura importante del PSOE. Fue nombrado portavoz del grupo parlamentario socialista en el Congreso de los Diputados, sustituyendo a Adriana Lastra. El nombramiento sorprendió a la mayoría, y Gómez duró en el cargo menos de un año. En julio pasado, fue sustituido por Patxi López. Él aguantó sin quejarse públicamente, refugiado en la Comisión Constitucional del Congreso, una comisión parlamentaria sin demasiado protagonismo, en la que ejerció como presidente, hasta que ayer Sánchez anunció su nombramiento, con efectos a partir de hoy, como ministro que sustituye a Reyes Maroto, candidata a la alcaldía de Madrid.

La decisión de nombrar a Gómez se explica en el PSOE como una respuesta a la necesidad de ofrecer respiro desde Moncloa a los socialistas tinerfeños, sacudidos por el caso Mediador. Personalmente no creo que se trate de eso, ni de contraponer –como también se ha dicho– un ministro de Tenerife para devaluar la impresión de que el apoyo de Coalición Canaria a los últimos presupuestos colocó al PSOE tinerfeño en una posición de debilidad. Yo lo que creo es que Sánchez ha optado –como suele– por una persona de probada fidelidad personal para estos meses que quedan hasta las elecciones de diciembre. Y después ya se verá lo que pasa.

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