Opinión | El recorte

Cosas emocionantes

Ramón Tamames, sentado en el escaño del Congreso.

Ramón Tamames, sentado en el escaño del Congreso. / José Luis Roca

Cuando la vida se convierte en un guión de una serie de televisión, la gente olvida el aburrimiento. Imaginen que en medio del debate de la moción de censura, en el Congreso, justo cuando Pedro Sánchez se estuviera metiendo con Ramón Tamames, el anciano profesor hubiera hincado el pico, desplomándose sobre el escaño. La que se habría liado. ¡Qué titulares! Sería el primer diputado fallecido en acto de servicio porque cuando la Guardia Civil entró en el Congreso disparando lo hicieron en dirección al techo y la vida de los diputados solo corrió el peligro de que les cayera en la crisma un trozo de yeso. Bueno, y de morirse del susto.

Aunque ustedes no lo sepan, hace mucho tiempo se hicieron pruebas en los servicios en algunos parlamentos de este país y se detectaron restos de cocaína sobre las lozas sanitarias de los baños. Fue mucho tiempo antes de lo de tito Berni y su sobrino. O sea, que lo del dopaje viene de viejo, seguramente porque para aguantar el tocho de las insoportables intervenciones de nuestros pomposos políticos la gente echa mano de las drogas. Anestesiado se aguanta mejor la tortura.

En las redes sociales se están anunciando ahora vídeos de ciertos diputados y diputadas «consumiendo y consumando». Dicen que si no se publican todavía es porque los abogados están calculando el palo económico que les pueden dar los afectados que presenten demandas. Prometen que hay caras muy conocidas cogidas –nunca mejor dicho– in fraganti. O, mejor dicho, in follanti. Y es que resulta que la gran revelación es que el tal Mediador es, en realidad, una especie de Stanley Kubrick. Horas y horas de grabaciones de audio y de vídeo en las que fue trincando, uno detrás de otro, a todos, todas y todes los que sacaba de fiestorro.

Vox se equivocó proponiendo a Tamames para la moción de censura a Sánchez. Mucho mejor habría sido Navarro. Imaginen a ese hombretón subiendo a la tribuna de oradores mientras algún diputado sufre un agudo proceso de descomposición intestinal, vulgarmente llamado cagalera. Eso sí habría sido espectáculo del bueno. A esas alturas de la retransmisión del pleno me habría acabado dos bandejas de cotufas. Y sería el programa de televisión más visto del año.

Se dice que hay piezas judiciales secretas en las que figuran esos vídeos. Investigaciones que de momento no van a ver la luz simplemente porque hay elecciones a la vuelta de la esquina. Pero con que sea verdad solo la mitad de lo que cuentan, antes de que llegue diciembre y cante el gallo, muchos que han negado conocer al Mediador podrían acabar saliendo con él en una edición especial de Tu cara me suena.

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