Opinión | EL RECORTE

La segunda, en la frente

El senador nacionalista Fernando Clavijo.

El senador nacionalista Fernando Clavijo.

Cuando Fernando Clavijo era presidente de Canarias y estaba investigado por el llamado caso Grúas, la izquierda le pedía en el Parlamento su dimisión porque su presencia manchaba el buen nombre del Gobierno. Esa losa judicial marcó los últimos años de su mandato e impidió finamente que volviera a gobernar.

El origen del caso Grúas era una acusación política, hecha por la oposición en La Laguna y hecha suya por la Fiscalía. Su utilidad quedó ampliamente demostrada porque fue la bala de plata que se cargó en 2019 la posibilidad de un gobierno con los nacionalistas en las islas. Poco tiempo después, el caso Grúas fue archivado al no apreciarse indicios de delito. Tan solo unos pocos días después, la Fiscalía Anticorrupción hizo un insólito anuncio: presentaba una nueva acusación contra Clavijo, también por su etapa como alcalde: el llamado caso Reparos.

Muchos juristas estimaron que el levantamiento de reparos es una práctica común en los ayuntamientos. Y que cuando afectan a servicios de carácter público, cuya prestación es esencial, tienen toda la justificación del mundo, porque viene a subsanar la lentitud de la burocracia. Pero el caso ya estaba en el agua, como los torpedos, rumbo a la línea de flotación del líder de Coalición, quien decidió salir por patas e irse al Senado para que el caso terminase en el Tribunal Supremo.

Tiene bemoles que un político decida irse a Madrid, para aforarse, buscando una justicia que, por lejana, sea más justa. Pero es lo que hay. Y así fue que a Clavijo le empezaron a dar estopa desde la oposición por rehuir la calima judicial canaria. El tiempo le ha terminado dando la razón: el Tribunal Supremo ha decidido que ni siquiera tiene que llamarle a declarar porque no aprecia ningún indicio de actividad ilícita en la causa presentada contra él. Es la segunda en la frente contra sus acusadores.

Pero el líder nacionalista no debería tirar las campanas al vuelo. Es posible que en las próximas semanas aparezca un tercer caso en su contra. Por haber sustraído las grapadoras de la Alcaldía lagunera. O por hacerle bullying a un compañero en la escuela. O que se denuncie que bajo el suelo de su piscina desmontable en La Laguna guardaba un alijo de coca que vendía al por menor para amenizar las fiestas del tito Berni.

Pero, de momento, a Clavijo le dejan limpio en el mejor momento. Justo cuando algunos especulaban con que le hicieran la pena del telediario de citarle a declarar al Supremo en plena campaña electoral. Justo cuando los que le acusaban de manchar el Gobierno canario intentan digerir sus propios sapos indigestos. La última calamidad de esta legislatura de calamidades.

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