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Carmen Martínez-Fortún

Derribar tabúes

Derribar tabúes

En un ranking de noticias flipantes, sin duda merece un lugar especial la de que Tokio abre su primer museo dedicado a las heces para derribar un tema tabú entre los jóvenes japoneses. El creador, Marabu Kobayashi, explica que su objetivo era que la caca dejara de ser un tema tabú para las jóvenes, así que ha llenado las salas de inodoros y caquitas, armonizando, según El País, lo tierno y candoroso con lo grotesco y cursi y aunando para ello los tonos turquesa, fucsia y amarillo limón, colores típicos de la estética japonesa kawaii.

Además, cuando los visitantes llegan, una guía les invita a sentarse, apretar los puños –¡qué horror!–, contar uno, dos tres, y depositar una simbólica –¡menos mal!– deposición. Por lo visto, se trata de crear situaciones divertidas, ya que, según la noticia, en varios países asiáticos, el tema de la caca humana carece del tabú que ha tenido históricamente en Occidente.

Una aprecia flagrante contradicción entre el hecho de querer derribar un tabú, como indicaba el objetivo, sobre un tema que reconocen que no es tan tabú, pero, en fin, tal como es la información, así se la recojo.

No hay osadía peor que la de la ignorancia, que suele ir acompañada de la soberbia, como están ilustrando de modo elocuente las protagonistas del horrible episodio de la ley del sí es sí. Por ello, no me atrevo a juzgar, pues mi desconocimiento de la cultura japonesa es casi total, dejando aparte a Genji Monogatari, Kurosawa o Murakami y poco más. Mas no me parece que el tema escatológico haya sido tan tabú, al menos en nuestra literatura, protagonizando episodios cómicos desde el Cid hasta los chistes de caca, culo, pedo, pis, Manolito no se rinde, pasando por los innumerables ejemplos de Quevedo, Góngora y el propio Sancho aireando a los aires sus posaderas para defecar bajo las narices de un atufado Quijote.

Concluyo admitiendo que me divierte más este museo cacoso inofensivo que aquellos otros templos del arte profanados por descerebrados dementes que defecan su activismo cutre, traicionando con su suciedad el fin mismo que dicen perseguir.

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