El pasado sábado 21 de agosto celebramos en casa el noventa cumpleaños de mi cuñado Francisco Alonso Siliuto, conocido por Chicho, y seguimos las instrucciones ordenadas por las autoridades sanitarias, al aire libre, mesas a la distancia adecuada, llegadas y salidas con las respectivas mascarillas vacunados y, estrictamente la familia. Disfrutamos de buenos entrantes, de la excelente paella preparada por su yerno y de la consabida tarta. Todo un gran acontecimiento recibido por el cumpleañero con entusiasmo, algo de melancolía y también contenida emoción.

Llegar a esa edad y encontrarse con el cuerpo ligero y relativamente sano, con algunas patologías pero con la mente clara, ya es toda una odisea y no cabe duda que un éxito. La vida no ha sido siempre color rosa y, he tenido el privilegio de compartir con él sesenta años de avatares, sinsabores, preocupaciones y dificultades de todo tipo, así como desencuentros emocionales que se traducen en una convivencia donde cargas lo malo a tus espaldas y te centras en disfrutar de los bueno, de las satisfacciones y las alegrías. A lo largo de su vida el ser humano debe centrarse en el placer de servir, el compromiso de hacer el bien sin beneficio y de aficiones que le proporcionen el bienestar interior necesario para vivir hasta que Dios lo designe, que tarde sea y en buenas condiciones.

Así ha sido, un hombre con inquietudes y con una gran afición por el cine, de las grabaciones en Super 8 hasta las tecnologías actuales, a filmar construcciones y transformaciones de edificios, puentes y otras obras, además de ser el grabador oficial de los acontecimientos familiares, bodas, bautizos, comuniones, viajes… Muchos recuerdos imperecederos que pasarán de generación en generación. Fue un excelente profesional en su trabajo en Obras Públicas, sabía más de carreteras, curvas, señales y peraltes que cualquier ingeniero titulado. Fue feliz con su profesión. Contar su historia sería muy prolijo. Chicho, no sé qué más desearte, en todo caso tienes más experiencia, me llevas cinco años, así que diré algo así como: vive el día a día con dignidad y alegría. Suerte hermano.

Conocí de joven a su padre, Don Pancho, un diabético tipo 1 que falleció con 54 años. Lo mató la asesina silenciosa, enfermedad con la que sigo de cruzada, defendiendo a sus enfermos. Diariamente me llega una enorme cantidad de información, con noticias esperanzadoras, la erradicación está al caer. Los mayores luchamos para que los nacidos e incluso los que aún están en el vientre de sus madres, tengan una solución futura, sin pinchazos, sin bombas de insulina, sin medicación pero con una alimentación adecuada.

La última noticia importante me llega a través de la agencia Efe, descubren que la proteína p 53 regula la glucosa y está alterada en las personas diabéticas. Los investigadores del grupo de Metabolismo Molecular de la Universidad de Santiago de Compostela en el centro de investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas, han descubierto que la proteína p53, que tiene un papel protector frente al cáncer, es también la encargada de regular la producción de glucosa, confirmando además que está alterada en pacientes con diabetes. Este hallazgo hace referencia a los nuevos descubrimientos sobre la proteína, una de las más estudiadas en el campo de la oncología por sus importantes funciones como supresor tumoral.

La información abarca varias páginas más, así que mi labor continúa otra quincena más, plasmando las informaciones que salen a diario, los grandes adelantos y todo lo que lleve algo de esperanza a los enfermos de diabetes. Me llegan de muchos lugares, de las islas, de península y de América Latina, donde por cierto trabajan denodadamente en la instrucción y enseñanza de la enfermedad en Medellín, Colombia.

En España se están dando datos preocupantes, se habla de más de cinco millones de enfermos. Eso significaría un doce por ciento de la población, pero en Canarias por lo visto alcanza el 18% de enfermos, con tratamientos costosos para los pacientes y para las administraciones que gestionan la salud, mientras las grandes multinacionales de la industria química, farmacéutica o alimentaria, siguen instaladas en el confort de sus inmensos despachos recibiendo los beneficios del perjuicio a los enfermos. El equipo sigue adelante sin miedo. En la celebración hubo dos ausencias. Están con Dios.

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