Qué es lo que impulsa a la gente a comprar cantidades masivas de papel higiénico ante un acontecimiento catastrófico? He intentado escudriñar las insondables razones de la gente observando los carritos de la compra coronados por una montaña de rollos. Supongo que se trata de una cagalera colectiva. El pánico que te agarrota el estómago y te hace echar mano de material para una solución urgente.

En canario, cuando algo nos da miedo, decimos que 'nos cagamos por las patas pabajo' (claro, porque parriba es muchísimo más difícil). Y ya son varias las experiencias que hemos padecido en las que terminamos haciendo el canelo. Deberíamos haber aprendido. Hace no muchos años, cuando se anunció una erupción volcánica inminente en una zona indeterminada de Tenerife, entre La Orotava y Los Realejos, miles de personas se fueron a las tiendas para cargarse de comida, pilas, velas.... y papel higiénico. Lo de las pilas y las velas es comprensible, sabiendo la red eléctrica que tenemos, pero lo del papel para el trasero y la lava se hace difícil de entender. Tanta compra, al final, no sirvió absolutamente para nada.

Los tiempos han cambiado mucho. En la infancia de todos los que ya peinamos calvas, lo que hoy se llama "excusado" o "cuarto de baño" se denominaba directamente retrete. Y en muchos locales públicos -por no decir en casi todos- era un agujero hecho en medio de una loza donde estaban dos muescas para colocar los pies. Tenías que hacer de vientre flexionando un poco las rodillas, con lo que además hacías gimnasia. Y al terminar no te esperaba un rollo impoluto de papel higiénico sino una ristra de hojas de papel de periódico enganchadas en un clavo que sobresalía de la pared. Si eras amañado podías leer el último artículo de Pepe Chela en una mano mientras que con la otra te sujetabas los pantalones.

La gente de mar sabe que en caso de necesidad te puedes limpiar el trasero con una laja de playa -redonda a ser posible- o lavarte en un charco. Así que esto de la costumbre del papel debe ser algo muy urbano que se ha colado en el inconsciente colectivo como un signo de evolución. E incluso de estatus social. Durante el caracazo, cuando los pobres de los ranchitos de las lomas que rodean Caracas bajaron a la ciudad para asaltar tiendas y comercios, se llevaron televisores de plasma, electrodomésticos y consolas de videojuegos, que es lo normal cuando los pobres asaltan el paraíso de los capitalistas. Pero además se podían ver algunas fotos en las que arrastraban, junto a la electrónica de alta gama, grandes reservas de rollos de papel higiénico.

Estamos, por lo visto, ante un fenómeno universal que un humorista clavó dibujando a un dinosaurio corriendo a por un rollo de papel higiénico ante la llegada del meteorito. Ahí, en lo más profundo de las meninges, está la compulsión reptiliana: estamos dispuestos a enfrentarnos a cualquier amenaza e incluso a la extinción: pero queremos que nos coja con el culo limpio.