El incendio de principios de esta semana en El Paso y Los Llanos de Aridane ha originado un nuevo riesgo, muy poco conocido, para La Palma y Canarias: el fuego en interfaz, la zona situada entre viviendas de características plenamente urbanas y el ámbito rural. Una primera conclusión es la necesidad de mantener limpias huertas, solares y fincas aledaños a las casas. Lo cierto es que esa condición de nuevo es relativa en la Isla Bonita donde hace más de diez años que se realizan campañas para concienciar a la ciudadanía sobre la necesidad de autoprotegerse y mantener una línea de defensa de las zonas habitadas ante los riesgos de las llamas. Charlas, talleres, recomendaciones e incluso ayuda institucional para contribuir a mantener espacios limpios que impidan poner en riesgo posesiones y personas.

Los bomberos actúan con las vivien das al fondo durante el fuego de esta semana en El Paso y Los Llanos de Aridane. | | R.P.

El incendio iniciado en El Paso vuelve a ponerse de relieve este problema y a hacer visible la necesidad de ejecutar trabajos de prevención durante el invierno . Pero no es solo cuestión de la administración, sino también de los vecinos y participación activa.

El fuego tuvo dos grandes aliados el pasado lunes. El primero, el viento, que lo empujó hacia la costa e hizo volar las pavesas que prendieron huertos, solares y fincas por el camino. El segundo factor fue y es el abandono de gran parte de esos espacios. Al caer, la ceniza rápidamente originaba otro foco e impedía a los equipos de extinción controlar su avance. Pero, sobre todo, generaba el pánico entre los vecinos que veían como el fuego caía del cielo y ardía el entorno de sus casas.

La principal causa es el abandono del campo palmero, aunque también influye la desidia de algunos vecinos e, incluso, la especulación inmobiliaria. Fueron solo 300 hectáreas quemadas, pero por el camino más de una treintena de viviendas quedaron destruidas y otras tantas familias lo han perdido todo.

La gestión de los incendios en zonas de interfaz es muy compleja. Entran en juego las vidas humanas y los bienes materiales, lo que condiciona las estrategias de defensa y los protocolos de actuación. Las personas que habitan en estas zonas deben conocer que vivir entre terrenos agrícolas, fincas o el monte, implica un riesgo añadido y a ellos corresponde ser el primer actor a la hora de actuar.

Sanciones

Las administraciones locales son conscientes del poco éxito de las campañas de concienciación Esperan que lo ocurrido genere al menos el interés. Incluso plantean iniciar procesos sancionadores. En el caso de El Paso, su alcalde, Sergio Rodríguez, defiende que «no hacemos caso de las advertencias». Recuerda que en marzo un Bando Municipal requiere la limpieza de los terrenos. «Como sabemos que eso no lo lee nadie», lamenta, «hemos utilizado la Ley del Suelo para ir asentamiento por asentamiento, identificando parcelas catastrales». Este trabajo se realiza desde hace cuatro años y ha generado un listado de propietarios, a los que se les remite una carta personalizada. En la misiva se advierte sobre posibles sanciones en caso de no limpiar. Rodríguez señala: «Más de la mitad hacen caso omiso. Esta terrible circunstancia nos debe llevar a un análisis y a actuar».

El Jefe de Bomberos Voluntarios La Palma, Germán Pérez, resume: «En 31 años de servicio nunca había sentido la impotencia de que más de 20 llamadas pidieran ayuda por el fuego en sus viviendas». Pérez valora: «Toca analizar y encontrar nuevas normas», tanto en prevención como en intervención, «porque esto va a repetirse y sería lamentable no tratarlo en profundidad para minimizar los daños». El jefe de los bomberos palmeros señala: «Hace años que se habla de los incendios interfaz, pero no hay protocolo definido». Ironiza: «Nos acaban de colar otro concepto, incendio agrícola-urbano con el rabo de gato». La planta invasora inunda márgenes de carreteras y es conductor del fuego. No hay protocolo pero sí medidas a tomar: desbroce perimetrral de 30 metros; evitar la acumulación de restos de combustible y dejar libres fachadas, puertas y ventanas; evitar las barreras de vegetación inflamable; retirar hojas y restos secos; depositar los residuos de poda en lugares adecuados y acondicionar las vías de acceso a la vivienda y a los puntos de agua.