De las cuarenta y ocho reservas de la biosfera existentes en España, Canarias cuenta con siete, nada menos, repartidas por todo el territorio de las islas. Estos espacios, declarados por la Unesco, determinan lugares y entornos de especial interés ecológico y natural y sirven para proteger una pequeña porción de un paisaje único.

El Gobierno de Canarias tiene un espacio especialmente dedicado a referenciar y reseñar las reservas de la biosfera en Canarias. Cada una de estas zonas tiene una extensión, un uso y una naturaleza distinta. Todas han sido seleccionadas según el criterio de la Unesco pero esto no les resta heterogeneidad y diversidad.

Allá por 1983, la isla de La Palma fue la primera entre las islas canarias en contar con una Reserva de la Biosfera. Hasta 511 hectáreas de la finca El Canal y Los Tiles forman parte de la Reserva Natural Integral del Pinar de Garafía, uno de los mejor conservados de Canarias. Su flora cuenta con algunos componentes endémicos y en peligro, como el tajinaste (Echium gentianoides) o el Sauco (Sambucus palmensis). En conjunto, esta reserva constituye un paisaje de sierra de gran belleza e interés ecológico, cuyo aislamiento ha contribuido a su conservación.

En 1993, Lanzarote fue declarada, con todos sus núcleos poblacionales, Reserva de la Biosfera por la Unesco. La importante diversidad de especies endémicas, tanto de flora como de fauna, unido a la singularidad de sus ecosistemas y la belleza de sus paisajes, motivan a que el 41,6% de la superficie de esta isla esté al amparo de alguna categoría de la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos de Canarias.

En el año 2000, El Hierro también pasó a añadir 29.600 hectáreas a la Reserva de la Biosfera Canaria, incluyendo un el Observatorio de El Hierro, cuya misión es aportar información disponible y ponerla a disposición de la sociedad, con el fin de contribuir a la mejora en los procesos de toma de decisiones, la participación pública, la educación y la contribución efectiva de la comunidad científica a los retos emergentes en relación al desarrollo sostenible, la conservación de la biodiversidad y el patrimonio cultural.

La historia de amor entre la isla de El Hierro y los valores sostenibles viene de mucho tiempo atrás. Fue en 1997 cuando se marcó el primer plan de sostenibilidad. Un plan que tenía como objetivo cambiar por completo la forma de subsistencia energética de la isla. Y quince años después de aquello, el gobierno arrancó sus políticas de residuos cero y endureció su idea de modelo turístico responsable con el medio ambiente.

Es en este 2020, cuando se cumplen dos décadas del nombramiento de El Hiero como Reserva de la Biosfera por parte de la Unesco sus pretensiones de sostenibilidad y respeto por el ecosistema van mucho más allá. El gobierno de la isla está cerca de alcanzar la producción del 100% de su energía anual a través de fuentes naturales.

Ese objetivo ya se alcanzó durante el verano de 2019. Durante casi todo el mes de agosto, veinticuatro días consecutivos, concretamente, El Hierro pudo abastecer a la totalidad de su población únicamente con energías renovables. Esto es ya en sí mismo un hito histórico, pero ahora se pretende que sea norma durante todo el año.

En 2005 la Unesco otorgó a Gran Canaria el sello de Reserva de la Biosfera. Casi la mitad del espacio geográfico de Gran Canaria ha quedado incluido, abarcando seis núcleos de población rurales, vinculados a actividades tradicionales. La Reserva de la Biosfera de Gran Canaria ocupa el 46% de la superficie insular. Se organiza en torno a una zona núcleo compuesta por la Reserva Natural Integral de Inagua y la Reserva Natural Especial de Güigüi. La zona tampón está compuesta por el Parque Rural del Nublo, Parque Natural de Tamadaba, Parque Natural de Pilancones y una pequeña franja de 500 metros en torno al núcleo terrestre de Güigüi. Finalmente, los municipios de San Bartolomé de Tirajana, Mogán, Artenara, San Mateo, Valle de la Aldea de San Nicolás, y parte del municipio de Agaete, constituyen la zona de transición.

La isla de Fuerteventura, con 1.660 kilómetros cuadrados, es la segunda en tamaño en el ámbito de los archipiélagos de la Macaronesia. También es una de las islas con más superficie amparada bajo la Reserva de la Biosfera. Fuerteventura presenta una alta tasa de endemismos, entre los que destacan las poblaciones de hubara canaria, la avutarda y de guirre, el alimoche, que son únicas en Canarias.

En 2012, la isla de La Gomera fue declarada reserva de la biosfera por el Consejo Internacional de Coordinación del Programa MAB, que determina las reservas de la biosfera. La Gomera cuenta con gran cantidad de especies endémicas, buena parte de las cuales se encuentran en la zona central y más alta de la isla, donde se produce la condensación del mar de nubes. Esta zona está ocupada por una de las más interesantes y mejor conservadas manifestaciones de laurisilva de toda Canarias: el Parque Nacional de Garajonay, reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad por sus excepcionales valores naturales.

Por último, pero no menos importante, en 2015 se declaró al Macizo de Anaga, en Tenerife, como la última de las reservas de la biosfera canarias. De este macizo destacan su riqueza vegetal y animal, así como la integración agrícola tradicional y respetuosa con el medio ambiente. Sin embargo, son los invertebrados los auténticos protagonistas de este espacio, con un total de 1.910 especies analizadas, de las cuales 512 viven exclusivamente en Canarias, unas 329 son endémicas de la isla y 95 son exclusivas de esta zona de Tenerife.