El plátano canario es algo más que una fruta para las islas. Sin duda, se trata de su mejor embajador, una seña de identidad amarilla y con pintitas negras que ha llevado el nombre del Archipiélago por todo el mundo.

El cultivo del plátano comenzó en el sudeste asiático, entre la India y Malasia; en el siglo V pasaría al continente africano procedente de Madagascar y de ahí se extendió por las costas del Mediterráneo, ya en siguiente siglo. A Canarias llegó procedente de Guinea Ecuatorial introducido por expedicionarios portugueses. La Historia considera que, una vez el cultivo se asentó con éxito en las islas, los españoles lo introdujeron en tierras americanas en los viajes de colonización al Nuevo Mundo.

Hay referencia a esta fruta tanto en la literatura griega y en la romana clásica, pero está demostrado que fueron los árabes (de la palabra banan que en esta lengua significa dedo, procede el nombre de banana) los que introdujeron el plátano y su cultivo en diferentes lugares de África y Europa y hay una referencia árabe, muy antigua, a la elaboración de un dulce con plátano, aceite de nueces y miel.

Actualmente en España un total de 178 productos agroalimentarios gozan de una denominación de Origen Protegida (DOP) e Indicación Geográfica Protegida (IGP). Esta distinción los reafirma como productos asociados a la generación de empleo y riqueza en el medio en que se producen, así como a su contribución al sostenimiento del mismo. De entre todos ellos, Plátano de Canarias constituye una de las IGP de mayor relevancia, tanto dentro de nuestro país como en el ámbito internacional, siendo la única fruta de su categoría con esta distinción, con la peculiaridad de que ninguna banana ha podido alcanzar dicho reconocimiento.

Los productos con IGP destacan por su calidad y reputación; pero sobre todo por su variedad, un especial buen hacer en el proceso de cultivo y unas condiciones climatológicas muy particulares que los hacen únicos y diferentes.

Nuestra fruta emblemática es la que cuenta con mayor inversión en publicidad del mercado español y todo un ejemplo de como la diferenciación puede ser la clave del éxito.

La historia del plátano de Canarias se remonta al siglo XVI, cuando las primeras plataneras llegaron a Canarias desde Guinea Ecuatorial. Una vez que la planta ya estaba aclimatada y asentada en las islas, los marineros que iban camino a América cargaban plátanos verdes en los barcos para alimentarse durante el viaje, exportando así al plátano a tierras americanas.

Los plátanos se van extendiendo rápidamente por todas las islas llegando también a ser conocidos por viajeros ingleses que hacían escalas allí para llegar a Reino Unido. En 1880, casi 300 años después de su llegada al Archipiélago, los británicos fomentan la exportación de esta fruta, llegando a tener una importancia el comercio de plátanos entre Inglaterra y Canarias.

Por cada 100 g. de pulpa madura, el plátano canario posee almidón en un rango de 5 a 8, azúcares superiores a 10 con presencia predominante de sacarosa. El bajo contenido de almidón y alto contenido en azúcares son aspectos diferenciales con respecto a los de otras zonas. El efecto del alto consumo de fibra puede reducir hasta en un 42% el riesgo de padecer cáncer de colon.

Existen las cinco siguientes variedades comerciales, algunas de las cuales no están recogidas dentro de la indicación geográfica protegida Plátano de Canarias: Gros-Michel, Lacatán, Poyo, Pequeña Enana y Gran Enana. En nuestro Archipiélago se cultivan principalmente plátanos del grupo Cavendish, es decir, cultivares triploides de Musa acuminata

Por islas, Tenerife es la principal productora, con alrededor de un 44% del total. Le siguen La Palma, con un 33%, y Gran Canaria, con un 20%, mientras que La Gomera y El Hierro, con un dos y uno por ciento respectivamente de la producción total, cierran la lista ya que ni Fuerteventura ni Lanzarote ni La Graciosa cultivan de manera relevante esta fruta.

Asprocan es la entidad privada creada para coordinar la actividad del sector platanero en el Archipiélago. Está formada por seis organizaciones que abarcan el 100% de los productores de Plátano de Canarias y reúnen un total de 8.000 productores en una tierra cultivable total de 8.639 hectáreas. Su producción promedio comercial anual es de unas 430.000 toneladas.

La Unión Europea ha reconocido a Plátano de Canarias como IGP (Indicación Geográfica Protegida), lo que la convierte en la única fruta del mundo de su categoría acreditada por la etiqueta de calidad europea. El proceso de obtención de la IGP consistió en demostrar la cualidades específicas y distintivas de Plátano de Canarias en relación con sus competidores.

Su color varía desde el verde en el momento de la recolección hasta el amarillo intenso en el momento de consumo, mientras que las tonalidades de la pulpa van del blanco crema al amarillo. Sin embargo, es la presencia de motitas negras en la piel del plátano de las islas lo que se ha convertido en su señal de identidad. Su forma es oblonga con una marcada curvatura y pequeño tamaño pudiendo llegar hasta los 21 cm de longitud y 36 mm de grosor o calibre.

Durante 2020 el cultivo del plátano de Canarias alcanzó las 430.023 toneladas. Los principales destinos de las exportaciones de la fruta isleña absorbieron unas 7.000 toneladas de media cada siete días. El año pasado, la producción semanal osciló entre las 5.965 toneladas de de julio, cuando se enviaron a Península 5.333 toneladas, a las 10.533 toneladas de abril y mayo.

Gracias a las vitaminas que contiene (A, B1, B2, B6 y C) puede contribuir al buen desarrollo y funcionamiento del sistema inmunitario a través de la síntesis de anticuerpos e incrementar los mecanismos defensivos frente a las bacterias. El Plátano de Canarias tiene un alto contenido en pectina (el doble que la banana), una fibra soluble específica que aumenta la producción de mucina en las paredes intestinales y con ello, aumenta la sensación de saciedad.