La Laguna fue la primera ciudad abierta de su tiempo, una urbe renacentista, sin murallas y que incorporaba su vocación atlántica al trazado de sus calles rectilíneas, inspiradas en la marinera Rosa de los vientos. Más de 5 siglos después, el municipio continúa avanzando para desterrar todas las barreras y convertirse en una de las localidades más accesibles e inclusivas de Canarias, una oportunidad para acercar a toda la ciudadanía su extenso patrimonio histórico, cultural, paisajístico arquitectónico y etnográfico. Y con una premisa central: que el progreso solo puede ser sostenible.

Las Áreas de Turismo y de Bienestar Social se han unido para diseñar una Laguna inclusiva para residentes y visitantes, un plan que ha empezado a plasmarse en actividades como el primer programa permanente de rutas turísticas accesibles y guiadas para personas con discapacidad.

Sintiendo mi ciudad, en cuyo diseño han participado la Coordinadora de Personas con Discapacidad Física de Canarias (CoordiCanarias) y el servicio oficial de guías de la Concejalía de Turismo de La Laguna, incorpora, además de un diseño de recorridos libres de barreras, guías intérpretes para personas sordociegas, intérpretes en lengua de signos para personas sordas, material adaptado en lectura fácil para personas con discapacidad intelectual o del desarrollo, así como transporte adaptado y servicio de acompañamiento y cuidado a las personas participantes.

La Laguna, única Ciudad Patrimonio de la Humanidad de Canarias, muestra con orgullo, a través de nuevos lenguajes táctiles y visuales, los detalles de su fundación, recuerda a las mujeres y hombres que establecieron las primeras rutas y desarrollaron el comercio con el mundo, expone y sumerge a las personas participantes en la cultura local y en el estilo y características de su arquitectura.

Pero, además, el municipio acerca sus espectaculares paisajes y su patrimonio natural a las personas con discapacidad. La ruta de los sentidos en el Parque Rural de Anaga, una Reserva de la Biosfera que traslada a las y los visitantes a los mágicos bosques de laurisilva que recorrían el continente hace millones de años y que aquí se conservan plantando cara al tiempo y a los vientos océanicos del Alisio, rutas accesibles que quieren visibilizar y promover la defensa de la fauna y flora de este paisaje mágico.

Y en el litoral, casi ocultas entre las elevadas montañas de Anaga, las piscinas naturales y charcos volcánicos se han ido adaptando para ser plenamente accesibles, con servicios gratuitos y asistidos para permitir el baño seguro a las personas con movilidad reducida.

El municipio aprovecha así el trabajo realizado en los últimos años para dar el salto hacia el nuevo mundo que se abre tras el impacto socioeconómico de la primera pandemia del siglo, el cual enfrenta el cambio climático y apuesta por un crecimiento sostenible y plenamente inclusivo.

Como señala la concejala de Turismo del Ayuntamiento de La Laguna, María José Roca, «asistimos a un cambio de modelo y a una oportunidad para garantizar un sistema más fuerte y resiliente, en el que los numerosos beneficios sociales y económicos que aporta el turismo estén al alcance de todas y todos. Es el momento para ir más allá y fomentar la sostenibilidad social, cultural, medioambiental y económica del sector, impulsar la accesibilidad y la inclusión, y construir un municipio, una Isla, un mundo, en definitiva, más próspero, equitativo, sostenible y justo».