Esta ocasión debe ser la definitiva para que el motor vuelva a rugir y así lo entienden todos los operadores. La recuperación de la clientela de la planta alojativa turística canaria en marzo era de solo un 15%. Desde ese mes, una continua escalada situó la variable en el 37% en junio, merced al 82% anotado por el mercado canario en este capítulo del resurgimiento y el 60%, por el peninsular. Dos pilares desde los que continuar recobrando el lustre, pero que hoy arrastran el pesado lastre de la tímida recuperación de la clientela extranjera (22%), alimento esencial del principal sector de la economía canaria.

Entre siete y ocho de cada diez establecimientos alojativos de las Islas ya han reabierto. Grandes cadenas como RIU o Meliá tienen toda su artillería en funcionamiento. También otras locales como Lopesan o Dunas, a excepción de algún activo en el que se acometen obras de renovación aprovechando las vacas flacas. Estos movimientos han tenido un reflejo inmediato en el mercado laboral. El listado de trabajadores afectados por expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) se recortó en casi un tercio (30,5%) durante el mes de julio. En cifras absolutas, 21.638 canarios retornaron a sus puestos de trabajo, una tasa de reincorporación solo superada por la de agosto del pasado año. Ahora, a diferencia de lo ocurrido entonces, se trata de no dar un gran paso atrás, lo que pasa por poner freno a la quinta ola.

Empresarios y expertos coincidieron en el inicio de este año en situar a la vacunación como piedra angular del retorno a la normalidad. Prueba de ello fue la decisión que adoptó el Gobierno de Reino Unido en la noche del pasado miércoles de mantener en ámbar el semáforo para aquellos de sus ciudadanos que decidan visitan el Archipiélago. De ese modo, la clientela del principal mercado emisor –aportó cinco millones en 2019– no tiene que guardar cuarentena al regresar.

El temor a que Downing Street decidiera aumentar las restricciones existía y era lógico con la simple observación de las cifras. Canarias vive desde hace semanas sus peores momentos en lo que respecta a las tasas de infectados desde que estalló el problema sanitario. Sin embargo, ahora pesan más otras variables. Entre ellas, la tasa de vacunación, pero no solamente, también la presión hospitalaria, la tasa de mortalidad y el perfil de los infectados que necesitan asistencia intensiva (más del 90% de ellos sin vacunar).

En cualquier caso, «las malas cifras han retrasado la llegada de turistas británicos», señala la consejera de Turismo del Gobierno de Canarias, Yaiza Castilla, quien también alerta del aumento de «la percepción de riesgo en Alemania». Además, haber superado el examen del miércoles pasado no supone que vaya a suceder siempre así si los número no mejoran.

Al paso casi por la mitad del verano propiamente dicho (julio-agosto-septiembre) pueden extraerse dos conclusiones: «la quinta ola ha rebajado las expectativas», explica el presidente de la Asociación Hotelera y Extrahotelera de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro (Ashotel), Jorge Marichal, y «los canarios son los responsables de que puedan estar abiertos el 70% de los hoteles», remata su homólogo de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Las Palmas (FEHT), José María Mañaricua.

Ante las dificultades de los primeros trimestres del año, porque también los mercados emisores, Península incluida, han tenido que restringir los movimientos en varias ocasiones, Castilla y su equipo destinaron 16 millones de euros al sorteo de 50.000 bonos –entre residentes canarios– de 200 euros cada uno para dinamizar el sector. Es solo un botón más que sirve de muestra. «Las restricciones para viajar a otros lugares también fomentan que los canarios se queden», añade el presidente de IFA Hotels (Grupo Lopesan), Santiago de Armas.

Al mercado local le sigue ahora mismo en importancia el peninsular. Tanto es así que las previsiones de plazas aéreas para viajar al Archipiélago entre julio y septiembre superan a las de 2019 en casi un 7%, mientras que esa misma tasa de recuperación con respecto al momento anterior a la pandemia se queda en el 87,2% en el caso de la operativa interinsular y en el 82% en el de la conectividad con países extranjeros.

Cierto es que la volatilidad es alta. En cuestión de días se suspenden vuelos o se reprograman hacia destinos con mejor situación sanitaria. En condiciones normales, las aerolíneas han de garantizar el cumplimiento del 80% de las operaciones previstas. Con el estallido de la pandemia comenzó a exigírseles solo el 50%, lo que las anima a contratar slots (permisos de aterrizaje y despegue). Puesto el acento sobre la imprevisibilidad del futuro, no es menos cierto que las miradas se posan sobre las Islas, que el interés por el destino se mantiene intacto.

Lanzarote integra junto a Tenerife el grupo de islas más afectadas –todas lo están– por la ausencia de británicos desde hace año y medio. No obstante, la presidenta de la Federación Turística de Lanzarote (FTL), Susana Pérez, asegura que desde el 19 de julio en que Londres abrió la puerta «van llegando algunos».

Sin embargo, esta ausencia de clientes tradicionales ha otorgado protagonismo a otros nichos que hasta la fecha se habían mostrado más reticentes. «Fundamentales los mercados canario y nacional, pero también el francés, que lleva viniendo todo el invierno», afirma Pérez. Un hecho que corrobora Ángel Luis Tadeo Felipe, director general de Grupo Dunas Hotels & Resorts, que el viernes abrió el último de sus establecimientos que quedaba cerrado.

En esos meses de verano, las ocupaciones de los hoteles pueden llegar incluso «al 90%», explica Tadeo Felipe, pero el momento crucial se sitúa en «el 15 de octubre, cuando arrancan las operativas de los nórdicos». Este mercado tiene mayor incidencia en islas como Gran Canaria, «pero en ninguna cuadran los números si no vienen».

Lo del verano puede tomarse como un calentamiento. La vista está puesta en esa temporada alta en la que las Islas no tienen rival como refugio contra el frío del continente. Los palos acumulados desde marzo de 2020 derivan en prudencia, pero hay quienes como el presidente de la patronal alojativa de Fuerteventura, Antonio Hormiga, se muestran seguros de que va a ser «histórico; si contenemos los contagios, vamos a ser el mejor destino de Europa».