El coste de la pandemia crece mes a mes sin que de momento se vea con claridad el final del túnel. No se sabe cuándo se saldrá del atolladero pero sí se sabe qué tiene que ocurrir para conseguirlo: que vuelvan los turistas. Y que vuelvan en un número significativo, algo que pasará antes o después pero que podría demorarse hasta meses más tarde de que la vacuna contra la Covid-19 se haya generalizado. Mientras, el negocio turístico, cordón umbilical de la economía canaria y con diferencia el más golpeado por el coronavirus, seguirá acumulando pérdidas y destruyendo empleo. En los diez primeros meses del año, la actividad ha perdido la friolera de 9.529 millones de euros por el hundimiento del turismo extranjero. Para hacerse una idea de la magnitud de la caída basta con apuntar que el sector se está moviendo en cifras de 1996, de hace casi un cuarto de siglo.

El turismo vuelve a 1996 tras perder 9.500 millones de ingresos en 10 meses

Entonces, hace exactamente 24 años, el euro ni siquiera había llegado a los bolsillos de españoles e isleños. El Festival de Eurovisión se celebró en Noruega y el representante de España fue Antonio Carbonell con la canción ¡Ay, qué deseo! Ganó Irlanda, y España, claro, tampoco estuvo entre los diez primeros. En el Archipiélago, Manuel Hermoso presidía el primer Gobierno de Coalición Canaria, y José María Aznar hacía lo propio en el primer Ejecutivo del PP en Madrid. El Internet doméstico estaba en pañales y la Juventus de Ferrara, Del Piero y Vialli ganaba la Liga de Campeones al Ajax de Finidi, Musampa y los De Boer. Ese año, ese ya lejano 1996, la facturación turística ascendía en las Islas a poco más de 863.000 millones de pesetas, o lo que es lo mismo, algo menos de 5.200 millones de euros. Nunca más se volvió a cifras tan bajas. Nunca hasta este nefasto 2020.

El turismo vuelve a 1996 tras perder 9.500 millones de ingresos en 10 meses

El gasto de los turistas extranjeros sumó de enero a octubre 4.352,6 millones. A esas alturas del año pasado la facturación ya rozaba los 14.000 millones de euros (13.881,3 millones según la estadística oficial del INE). La pandemia de coronavirus se ha llevado así por delante hasta un 69% del negocio turístico, pero el hundimiento se agravará cuando se contabilicen las cifras de noviembre y diciembre, que también serán infinitamente peores que las de los mismos meses de 2019. A final de año, la facturación estará en torno a los 5.200 millones de euros de 1996. Y eso en el mejor de los casos, porque lo más probable es que ni siquiera llegue a los 5.000 millones. En 2019 rozó los 17.000 millones de euros y un año antes los había superado.

La tormenta perfecta que se cierne sobre la primera industria canaria también se refleja en la balanza de pagos nacional, que descubre que los ingresos turísticos se han desplomado entre enero y septiembre —aún no está disponible el dato de octubre— hasta perder 43.000 millones de euros en relación con el mismo período del año anterior. Si el negocio ha regresado en Canarias a la década de los noventa del siglo pasado, en el conjunto de España lo ha hecho justamente a 1990, es decir, al último año de la década de los ochenta. Un varapalo impensable a comienzos de este año, cuando a pesar de los brotes en China y la vecina Italia eran mayoría quienes en España quitaban hierro a la Covid-19 incluso desde la esfera política.

La última vez que el gasto turístico fue tan bajo, Manuel Hermoso presidía el Ejecutivo canario

En los pésimos datos de la facturación y la balanza de pagos subyacen, claro, las bajísimas cifras de llegadas de visitantes extranjeros. En los diez primeros meses del año han disfrutado de vacaciones en las Islas unos 3,4 millones de turistas foráneos. Una cantidad que, sin más, hasta podría parecer significativa pero que en realidad es irrisoria para una potencia turística mundial como Canarias. Entre enero y octubre de 2019 ya se habían superado ampliamente los 10,7 millones de visitantes internacionales, y en el mismo período de 2018 ya sumaban la friolera de 11,3 millones. De momento, el Archipiélago ha perdido así un 68% de los turistas extranjeros en relación con el año pasado y hasta un 70% con respecto a 2018.

La polémica por las PCR

Con todo, y pese al enorme deterioro que muestran los grandes números, acaso lo peor sea que no se vislumbra una mejora en el corto plazo. Más bien al contrario. Las esperanzas de las empresas y los trabajadores del sector están puestas en la próxima apertura del mercado británico, pero no será posible aprovecharla si el Gobierno central insiste en no exceptuar a Canarias de la normativa estatal en lo relacionado con las pruebas de PCR.

El Ejecutivo de Pedro Sánchez, y en concreto el ministro de Sanidad, Salvador Illa —que es quien persiste en no abrir la mano con la Comunidad Autónoma a pesar de las presiones del presidente regional, Ángel Víctor Torres—, solo concibe como prueba válida para acreditar que se está libre de coronavirus, y con ello poder venir de vacaciones a las Islas, la PCR. Ocurre que este tipo de análisis puede llegar a costar hasta 150 euros por persona, una cantidad que encarecería sensiblemente las vacaciones de muchos potenciales turistas (serían 600 euros en el caso de una familia de cuatro miembros). En esto Canarias se juega salvar parte de lo que queda de la temporada invernal, lo que es tanto como jugarse la salud de la economía misma en los próximos meses. Por eso el Ejecutivo autonómico viene exigiéndole a Illa que permita que para entrar en el Archipiélago también valgan los test de antígenos, mucho más baratos que las PCR. Pero no solo eso, estos test también son más rápidos y, sobre todo, son igualmente fiables, o cuando menos tienen un nivel de fiabilidad lo suficientemente alto como para que las autoridades europeas los consideren totalmente válidos. Así lo ha dejado claro el mismo Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades, que incluso va un pasó más allá de lo que pide Canarias y no cree necesarios imponer ni cuarentenas ni test de ningún tipo —no al menos como norma general— a quienes se desplacen entre Estados miembros.

Las esperanzas del sector están puestas en el Reino Unido y los test de antígenos

El portavoz del Ejecutivo de la región, el también consejero de Justicia Julio Pérez, explicó que el parecer del Centro para la Prevención y el Control de Enfermedades, que comparte la Agencia de la Unión Europea para la Seguridad Aérea, es uno de los argumentos para el requerimiento oficial que la Comunidad Autónoma ha enviado al Ministerio de Sanidad para que exceptúe ya al Archipiélago de la norma general. O lo que es lo mismo: para que de una vez por todas permita los test de antígenos. No en vano, los últimos datos que han salido a la luz no han hecho más que aumentar la preocupación en el Gobierno y la indignación entre los empresarios, que no entienden la cerrazón de Illa cuando están en juego cientos de empresas y miles de empleos.

Las cifras de octubre son aún peores que las registradas en todo lo que va de año. Si en los diez primeros meses de 2020 el número de turistas extranjeros cayó ese 68% con respecto al mismo período de 2019, la caída en octubre en relación con el mismo mes del año pasado llega al 88%. Tres cuartos de lo mismo ocurre con la facturación. Los pocos visitantes foráneos —menos de 137.000— que se atrevieron a venir al Archipiélago en octubre pese a la que está cayendo en Europa y pese a la casi nula coordinación entre países —la consejera canaria de Turismo, Yaiza Castilla, se ha desgañitado sin suerte pidiendo al Gobierno central el establecimiento de corredores seguros con los principales Estados emisores, sobre todo Alemania y el Reino Unido— gastaron unos exiguos 158 millones de euros. Un 89% menos de lo que desembolsaron quienes vinieron a las Islas en octubre del año anterior.

Canarias destruye empleos en el sector servicios cuatro veces más rápido que España

La crisis del turismo es también la crisis de toda una cadena de valor: servicios de alojamiento —hoteles, apartamentos, campings, casas rurales...—, empresas de transporte, empresas de alquiler de vehículos o rent a car, comercios, parques recreativos e incluso industria alimentaria, que ha tenido que reducir su producción porque han bajado los pedidos de los hoteles, por ejemplo. No sorprende así la destrucción de tantos puestos de trabajo, y eso a la espera de saber qué pasará cuando se acaben los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) por fuerza mayor.

Empleo

El sector servicios, con el turismo como eje central, ha perdido cerca de 36.000 empleos —exactamente 35.925— desde el estallido de la pandemia. El número de trabajadores afiliados a la Seguridad Social en este sector se ha reducido así un 5,1%, casi cuatro veces más de lo que ha disminuido la cifra en el conjunto del país (-1,4%). La hostelería es, claro, la rama que más puestos de trabajo destruyó entre febrero, el último mes antes de que el coronavirus obligara a aquel primer confinamiento generalizado en España y a aquel súbito parón de la actividad productiva, y noviembre. Hasta 23.682 empleos desaparecieron en esos meses en los negocios hosteleros de la Comunidad Autónoma, un desplome de un 16%, casi tres puntos superior al experimentado en el conjunto del país. En otras palabras: la pandemia ya ha acabado con 16 de cada cien puestos de trabajo en el sector.

La pandemia ya ha acabado con 16 de cada cien puestos de trabajo en la hostelería

Es más, si esa notable destrucción de empleo no se ha transformado en un auténtico hundimiento es precisamente por los ERTE. En los expedientes de regulación se mantienen congelados 83.000 asalariados del Archipiélago, también en su gran mayoría trabajadores de los servicios y más en concreto del turismo. De los ERTE solo se sale por dos vías: o por la de vuelta a la empresa o por la que lleva a la cola del paro. El camino en que acaben esos 83.000 canarios dependerá en gran medida de que Madrid permita los test de antígenos y se abran los mercados emisores.