El viejo vapor es un lobo de mar, acostumbrado ya a vivir los avatares del confinamiento. "Asume las circunstancias", sostiene Juan Pedro Morales, presidente de la Fundación Canaria Correíllo La Palma. A propósito, recuerda este marino que es la tercera ocasión en la que el proyecto de rehabilitación y restauración de este icónico buque encalla. Echando mano de memoria, Morales recuerda el año 1986, cuando por la decidida iniciativa del entonces presidente del Cabildo de Tenerife, el socialista José Segura, se adquirió el barco, que desde entonces quedaría varado en las instalaciones de la empresa Nuvasa. Allí permaneció olvidado durante años, hasta que en 2003 se creó la fundación que lleva su nombre, impulsada por una tripulación de nostálgicos. empeñada en poner a flote esta joya de la navegación a vapor. Las obras comenzaron en 2005, gracias al apoyo del Cabildo de Tenerife, hasta que en 2008 se procedió a su botadura para continuar las tareas de remodelación. Fue entonces cuando sobrevino la crisis financiera y de nuevo se paró la máquina. "Y ahora, que estábamos en el mejor momento, cuando el Cabildo de La Palma se iba a incorporar como patrono, los de La Gomera y El Hierro volvían a la idea y la Fecai asumía el poyecto, una semana después se declaraba el estado de alarma", lamenta Morales.