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30 años de los jjoo de barcelona 92

Los canarios de oro en Barcelona 92: Un océano de gloria

Los Juegos de Barcelona 1992 celebran mañana treinta años de su alumbramiento | Luis Doreste, Domingo Manrique y Patricia Guerra, eternos con tres oros olímpicos para la vela

El barco de la Fura dels Baus, en la ceremonia de inauguración de las olimpiadas de Barcelona 1992. E. D.

El jardín de la inmortalidad. La fiesta del delirio. 29 años, 11 meses y 27 días de un baile de colorido que catapultó al deporte canario a la condición de industria de éxitos. La ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 —25 de julio— deja un lienzo de nostalgia, éxtasis y grandeza. Al ritmo del All My Loving de Los Manolos, durante quince días, y gracias a las bonanzas del Programa ADO (Asociación Deportes Olímpicos), España se pegó su gran bacanal. El país, tras el fracaso del Mundial de fútbol de España 1982 con Naranjito como icono maldito, sepultó los complejos. A nivel logístico, el aperitivo fue la Expo de Sevilla 1992, para luego estallar una orgía de colores y metales. 39,16 millones de habitantes vibraron dentro de un Cobi gigante. Del toro al muñeco de Mariscal.

La delegación española firmó un hito histórico de 22 medallas, 13 de oro, para terminar esa edición olímpica en el sexto puesto del medallero. "Miramos a los ojos a Estados Unidos, nos sentíamos una superpotencia. Desde la humildad y el sacrificio, llegamos muy lejos. Más de lo que pensamos jamás", valora la entrenadora y directora técnica grancanaria del CB Cuarte de Huerva de Zaragoza Patricia Hernández Arencibia, y una de las catorce integrantes de la armada de gofio en los Juegos más increíbles de la historia. "Jamás sufrí tanta presión, no podíamos fallar", evoca la reina de los mares, Patricia Guerra Cabrera (Las Palmas de Gran Canaria, 57 años). Oro en Clase 470 con Theresa Zábell, en su segunda presencia tras el 10º puesto en Seúl.

El deporte grancanario abandonó las tinieblas con tres oros y tres diplomas. La cosecha isleña resultó sublime con los títulos olímpicos de Patricia Guerra —tripulante—, junto a Zábell —patrona—en Clase 470 tras remontar un descalificado en la primera jornada. Lo nunca visto. De la tragedia a la condición de heroínas. Luis Doreste y Domingo Manrique, en la desaparecida clase Flying dutchman, doblaron la apuesta. La vela siempre fue el atajo hacia la perfección antes del despegue en el planeta Cobi. Había que dar el salto. El linaje de los regatistas tropicales constituía el estímulo perfecto. En Los Ángeles 1984, el propio Luis Doreste y Roberto Molina (Clase 470) lograron el único oro para España. En Seúl 1988, José Luis Doreste (Clase Finn) se doctoró con el segundo baño dorado para el deporte del Archipiélago. Cabe hacer la comparativa, es un triple mortal con pirueta. La delegación española voló de los títulos de la dinastía de los Doreste, made in Real Club Náutico de Gran Canaria, a los trece oros de Barcelona 1992 —se completó la épica con siete platas y dos bronces—. Los 50 millones del Plan ADO (8.215 millones de pesetas) convirtieron a gladiadores anónimos en iconos de época. No se podía fallar en casa y se recurrió a la billetera.

Junto a los chicos de oro de la vela —Doreste, Manrique y Guerra—, el resto de la expedición canaria la formaron Fernando León Boissier (Clase 470 y diploma olímpico), Vicente Cáceres (lucha), Rita Hernández (balonmano, diploma olímpico), Rafael Álvarez (natación-saltos, noveno puesto), Natalia Pulido (natación), Patricia Hernández (baloncesto, diploma), Cristina Pérez (atletismo), Carlos Santacreu (vela), Víctor Baute (boxeo), Juan Carlos Javier (halterofilia) y Héctor López (voleibol, diploma).

Chándal Kelme

Tras el desenfreno en el universo Cobi, el deporte canario se mantuvo firme en una regeneración constante. El último guiño dorado de la vela llegó gracias a la insistencia de Fernando León, que conquistó en Tornado el quinto oro para la disciplina en Atlanta 1996.

Luego llegó la plata de María Quintanal (2004) en Tiro —nacida en el País Vasco pero residente en Gran Canaria—, así como el subcampeonato olímpico de Thaïs Henríquez en natación sincronizada. En Londres 2012: plata para Nico García (taekwondo menos de 80 kilos), segunda presea de plata para Thaïs Henríquez,bronce de Marta Mangué con las Guerreras del balonmano y la plata de Sergio Rodríguez con la ÑBA de baloncesto. La tierra de la samba elevó a los altares al baloncesto femenino con Leticia Romero, Leonor Rodríguez y Ndour. Una plata con aroma a oro. El bronce del tinerfeño Sergio Rodríguez, en la misma disciplina, cerró la cosecha. En los pasados Juegos de Tokio 2021, con un año de retraso por los efectos de la pandemia, el lanzaroteño Rayderley Zapata (plata en gimnasia artística), Pedro González Pedri (plata, fútbol) y Dani Sarmiento (bronce, balonmano) se hicieron eternos. Hijos del Plan ADO y de la desmesura Cobi.

El chándal Kelme fue una de las señas de identidad de España, así como el oro de Fermín Cacho en la prueba de 1.500. Para Patricia Guerra, la única campeona olímpica del Archipiélago, había que lidiar con la telaraña de la presión. "Han pasado tantos años que lo contemplo con admiración. Los Juegos de Barcelona fueron muy estresantes; diez días de tensión en donde te jugabas el esfuerzo de ocho años de trabajo. El premio de la medalla fue bonito para un deporte como la vela, que no cuenta con un gran seguimiento mediático. Barcelona fue tremendamente especial, salió todo perfecto y eso que empezamos con problemas [fueron descalificadas en el primer día de competición por fuera de línea tras un error de los jueces]. Tras tres décadas, lo aprecias y recuerdas con cariño; aunque hubo años en los que no quise pensar en el tema".

El poder del diván

Guerra pisó el Puerto Olímpico de Barcelona con el cartel de campeona del mundo y de Europa. El término derrota no figuraba en el diccionario. El trabajo psicológico resultó vital en ese verano de oro. "La vela pasa desapercibida en los años previos a unos Juegos. Federaciones y autoridades se acuerdan porque al final da medallas. Llegamos a Barcelona tras tres años espectaculares. Fuimos como campeonas de Europa y del mundo. Teníamos esa presión de ser las mejores. Aparecen los periodistas y la presión mediática. Es algo a lo que no estás habituado". Además, cuestiona la repercusión de su conquista. "He satisfecho todas mis expectativas y cuento con el consuelo de haberme dedicado con pasión y llegar al máximo (...) No se ha valorado suficientemente. En otras comunidades se le ha dado más relevancia. Pasamos desapercibidos, yo desde luego", determina.

La reina de los mares desnuda con memoria fotográfica su álbum. "En Barcelona, recalco el ambiente familiar de la Villa. Vivías al lado de la zona de regatas, sin tener que pasar por la locura de la ciudad. La beca ADO fue la gran diferencia. Antes de 1992, las ayudas eran mínimas", advierte.

Premios y futuro

El reloj de arena de la gloria de la vela canaria se detuvo en Atlanta 1996 con el oro de Fernando León. Van 22 años sin premios.La regatista de Arguineguín Tara Pacheco, diploma en Tokio y que ha participado en tres ediciones, es una de las grandes esperanzas para sepultar la sequía en París 2026. Joel Rodríguez, de Las Palmas de Gran Canaria, y otro producto del vivero mágico del Real Club Náutico de Gran Canaria, acabó 16º en la cita nipona y es otro erudito. Rostros para evocar la magia de la dinastía de los Doreste, la firmeza de Domingo Manrique o la destreza de la reina Guerra.

Y es que Barcelona sigue latiendo como un dique de fuego insuperable. Fue un impulso económico, comunicativo, tecnológico, urbanístico, político, social y deportivo de libro. Nada que ver con los fiascos de Río de Janeiro de 2016, que dejó a la capital brasileña en la ruina. Ninguna ciudad brilló tanto como el reino del Cobi y jamás contaron los deportistas con una red como el ADO. Un sistema de apoyo a los deportistas que ha invertido en los ídolos 357.000.000 euros. Lluvia de millones para la obtención de récords de acero.

Otro dato para el análisis. En los 88 años previos al plan milagro, España logró 26 medallas, cifra que ha sido triturada: 124 preseas en los otros 33 años.

Respaldo y reconocimiento. El Consejo Superior de Deportes (CSD) paga a los deportistas por los éxitos olímpicos un cheque que oscila entre los 18.000 y 94.000 euros.

Un oro canario se premia con una beca anual de 60.000, la plata son 45.000 y el bronce 30.000. En la última relación de medallistas del Archipiélago, el futbolista de Tegueste Pedri, ex de la UD y ahora en el FC Barcelona, se hizo con la presea de plata tras caer en la gran final ante Brasil. Se llevó unos 30.000 euros —al ser un deporte en equipo—. Por su parte, el subcampeonato olímpico del lanzaroteño Zapata le hizo ganar 48.000.

Las partidas de ayuda han bajado por falta de patrocinadores e implicación del sector privado. Para el ciclo de Tokio 2020, de 2017 a 2021, las becas se cifraron en 42,3 millones. De la partida, 23,5 kilos son del (CSD) y 18,8 por ADO y patrocinadores.

Es la primera vez que el CSD ha tenido que aportar una partida extraordinaria ante la parálisis del sector privado. En el ciclo olímpico de Río 2016 el programa de ayudas contó con un presupuesto de 66,7 millones de euros y en Londres 2012, de 93,1.

Para compensar el olvido, los campeones canarios de Barcelona 1992, la armada de oro, tienen la Libreta Campeones de CaixaBank. Una pensión de 600.000 euros, que comienzan a recibir cuando superan los 50 años. Las Palmas de Gran Canaria tuvo tres oros en los Juegos de Cobi. Fue la única ciudad, contando los deportes individuales, que se llevó triple ración de gloria. Un techo insuperable y que abruma.

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