El CD Tenerife se reencuentra con una goleada reparadora

El equipo blanquiazul pone fin a una racha de siete partidos de Liga sin ganar

Derrota con contundencia al Eldense en el Pepico Amat

Marcan Ángel, Roberto López y Teto

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Eficacia defensiva y pegada. Seguramente, un equipo como el CD Tenerife no necesita mucho más para acercarse al triunfo. Y suena fácil, pero no siempre coinciden estos dos elementos en un mismo partido. De hecho, los blanquiazules llevaban siete jornadas seguidas sin vencer y cinco encajando goles;venían de lamentar la facilidad con la que rivales como el Amorebieta o el Cartagena le habían hecho daño. De repente, sin una explicación clara de por qué un día sale todo al revés y al siguiente cae la moneda de cara, la mala racha se rompe, el adversario remata más y no acierta y en la portería contraria entra todo. Así es el fútbol, diría Asier Garitano.

El Tenerife disolvió su crisis con una victoria cocinada a fuego lento y, a la vez, contundente. Nada más y nada menos que un 0-3 que, evidentemente, deja un montón de lecturas positivas. Por ejemplo, no ganaba desde el 8 de octubre, al Burgos; llevaba tres meses sin vencer fuera de casa, al Andorra; no se había impuesto esta temporada por una diferencia tan amplia ni había marcado tres goles; pudo dejar su puerta a cero seis jornadas después... Yla confianza. Porque los futbolistas se estaban sintiendo bloqueados por la serie tan negativa de resultados. Aitor Sanz confesó tras el 2-0 en Lezama que el problema estaba siendo más emocional que de fútbol, Garitano detectó ansiedad en el intento de remontar ante el Cartagena... Señales de que la situación se les estaba escapando de las manos. Pero las victorias lo arreglan todo. Y se supone que esta goleada en Elda debe ser como quitar un tapón.

Un 0-3 logrado a pesar de las bajas. Hasta seis –siete si se cuenta a Javi Alonso–, y casi todas de futbolistas con etiqueta de titulares –Mellot, José León, Medrano, Waldo, Dauda y Enric Gallego–. Se podría sacar la conclusión de que la acumulación de ausencias por lesión o sanción no representa un obstáculo tan insuperable. Condiciona, sí, pero no tanto, tal como se pudo comprobar en el Pepico Amat. Y que conste que ni Garitano ni los jugadores han utilizado este argumento como una excusa.

Probablemente, factores adversos como el de las bajas y, sobre todo, la sequía de puntos, propiciaron que el Tenerife sacara en Elda su versión más práctica. Tanto, que marcó tres goles con el mismo número de remates entre bien dirigidos. Eso no pasa todos los días.

Aparte de la solvencia defensiva mostrada de principio a fin, la clave pudo estar en el minuto que añadió Moreno Aragón en el primer tiempo. En esa ventanita, el Tenerife activó un contragolpe enriquecido por Elady –novedad en la convocatoria junto a Luismi Cruz, que también fue titular– con un pase filtrado a Ángel que el delantero transformó en penalti. El lagunero no controló bien el balón, pero aprovechó el tropiezo de su perseguidor, Carlos Hernández, para facilitar el contacto y caer en el área. Después de que se comprobara que no había recibido el pase en fuera de juego, el 9 blanquiazul asumió la responsabilidad del lanzamiento –Roberto López había amagado con tirar–. Engañó al portero y puso por delante a un Tenerife que, hasta ese momento, solo había tirado una vez, en el minuto 18, por medio de Roberto, raso, pegado al palo, fuera.

El representativo había iniciado el encuentro con la prioridad de no mostrarse vulnerable ni conceder nada. Orden defensivo y concentración para contrarrestar a un Eldense muy básico en campo contrario. Fieles a su estilo, los locales se ocupaban de reducir los procedimientos con un fútbol directo, casi siempre dirigido al combativo Florin Andone. Si no, aprovechaban cualquier posibilidad para generar algo de peligro. Por ejemplo, los saques de banda laterales de Marc Mateu colgados directamente al área. La cuestión era que pasaran cosas cerca de Juan Soriano. Pero poco más. El volumen de ocasiones no fue nada alto: una falta directa lanzada por Timor (4’), un centro peligroso de Marc Mateu que no encontró receptor (16’), un chut a media distancia de Sergio Ortuño (42’) y una caída en el área de Soberón, que pidió penalti, sin el menor éxito (45’). A los de Fernando Estévez casi le bastaba con eso, con tener la sensación de control y con exprimir sus limitados recursos en ataque. El 0-0 también les podía valer. En cambio, se suponía que ese no era el mejor resultado para un Tenerife que llevaba siete jornadas consecutivas sin ganar. La cuestión fue que, por momentos, los blanquiazues apenas arriesgaron para ir a por más. De hecho, el 0-1 llegó en una acción aislada, cuando se estaba jugando el minuto de prolongación añadido por el árbitro en el primer tiempo.

De repente, sin ser superior a su oponente, el partido se le puso de cara con el 0-1. Y ya se sabe, eso de remontar resultados adversos es muy poco frecuente en Segunda División. Misión casi imposible para un Eldense que, pese a todo, siguió a lo suyo y no se rindió. Pero, a la vuelta de la pausa, se encontró con un Tenerife tan serio en defensa como hasta entonces. Más aún con la entrada de Teto por un Luismi algo falto de ritmo.

Tras una media vuelta de Andone en el 49’, el Eldense remató por primera vez entre los tres palos en el 53’. Lo hizo Dumic, de cabeza, para que atrapara Juan Soriano.

El Tenerife le seguía dando la iniciativa a un rival sin el filo suficiente para poner en aprietos al portero sevillano. Y volvió a golpear nada más estirarse en el segundo tiempo. A estas alturas, los defensas tendrían que saber que no se le deben dar dos metros de ventaja a Roberto López cuando el aragonés tiene el balón controlado cerca del área. El mediapunta se vio en es escenario y no se lo pensó dos veces. Dirigió su punto de mira a la escuadra y puso el balón ahí. Zubiaurre no pudo hacer nada. Golazo y 0-2 en el 61’. Aunque quedaba media hora para el final, parecía amarrado el triunfo.

Los futbolistas del Eldense trataron de no dejarse llevar por el resultado y apretaron para, al menos, recortar diferencias, pero ni su dominio, ni los saques de esquina, ni los centros al área alteraron a un Tenerife cada vez más sólido. Cuando más cerca estuvo el Eldense de anotar fue en una maniobra de Soberón (74’), con sombrero incluido ante Buñuel, que finalizó con una volea desde el pico del área pequeña, sin daños para un Tenerife que no había dicho su última palabra en la fase ofensiva.

En la tarde de la catarsis, hubo espacio para que Teto se reivindicara con su primer tanto en la Liga 23/24. Premio para el tinerfeño, que demostró su rapidez de ejecución al armar un preciso remate desde la frontal del área que sorprendió al portero del Eldense.

No se podía pedir más. Una goleada reparadora, la ruptura de la mala racha, un antídoto para las dudas y otra manera de ver lo que está por venir: 27 puntos a falta de tres jornadas para el final de la primera vuelta. Los resultados son siempre el problema y la solución.