Entrevista | Jorge Valdano Insignia de oro y brillantes del CD Tenerife

Jorge Valdano: "Acabamos de firmar contratos a las tres de la madrugada"

En un acto de justicia celebrado por todo el tinerfeñismo, el consejo de administración decidió el viernes –por unanimidad de sus miembros– la concesión a Jorge Valdano de la máxima distinción que prevé el representativo. Su huella es de oro y brillantes

Jorge Valdano estrecha la mano de Javier Pérez, el presidente que lo trabajo al CD Tenerife.

Jorge Valdano estrecha la mano de Javier Pérez, el presidente que lo trabajo al CD Tenerife. / El Día

Manoj Daswani

Manoj Daswani

Jorge Alberto Valdano Castellano (Las Parejas, 1955) evoca con devoción sus tiempos en el Tenerife porque constituyen una de las etapas más decisivas en su brillante trayectoria. Aún recuerda sus largos paseos por la avenida de Anaga y cuenta que la noche era su momento preferido para disfrutar de una Santa Cruz a la que hizo vibrar con un nuevo Tenerife. En la ciudad y en la isla entera iba a cobrar una dimensión extraordinaria el equipo representativo. Fue de su mano, la de Valdano, catalizador de un estilo que pronto envolvió no solo el juego el equipo, sino también el estado anímico de toda una isla que vibraba los domingos de fútbol en el Heliodoro. Todo empezó un día que Jorge estaba en Italia.

¿Qué ocurrió?

Estaba allí para transmitir un partido del Real Madrid. Me llegó un pedido de reunión urgente de Santiago Llorente, que era el director deportivo del Tenerife, y a la mañana siguiente tomé el primer avión a España para presentarme en la Isla. Posiblemente en el momento que más cómodo estaba en los medios de comunicación fue cuando surgió la oferta. Y la verdad es que me resultó seductora.

¿A qué se refiere?

Yo había seguido con mucha atención al Tenerife porque tenía muchos jugadores que me parecían adaptables a mi idea, o eso creía. Por eso me lancé a esta aventura. Me considero una persona que medita muy poco a pesar de la apariencia de reflexivo que pueda tener. En realidad, todas las decisiones importantes, las que de verdad han cambiado mi vida, las tomé en cuestión de solo unos minutos.

Por ejemplo...

Dejé mi país con 19 años para venir como jugador a España, a un equipo de Segunda División. Me lo ofrecieron una noche y tuve que contestar al día siguiente a las siete de la mañana. Sabía que estaba cambiando mi rumbo, como cuando fui al Tenerife. Seguí entonces la fuerza de un impulso, de mi intuición. Eran las cuatro o las cinco de la madrugada cuando accedí a dirigir al equipo, a falta de unas pocas jornadas para el final de liga. Cuando dije sí tenía un sueño inolvidable. Y nunca estuve despierto hasta tan tarde ni para cosas mejores [ríe].

¿Cómo recuerda su llegada?

Había una serie de jugadores que me parecían coherentes a mi idea y por eso había dicho que sí. Llegué un miércoles a última hora de la noche. Para entonces, Javier Pérez ya me había defendido ante José María García, que me había agredido de todas las maneras posibles y empezó a emitir un mensaje claro hacia los tinerfeños: cuidado, que llega alguien que lo va a romper todo. Pérez le dijo: tú elige a los periodistas que quieras para tu programa, que yo elegiré para el Tenerife al entrenador que yo quiera. Eso eran rasgos de un directivo de verdad. Algo que aún no he contado es que acabamos de arreglar los contratos a las tres de la mañana; al día siguiente, había que entrenar.

¿Cuál fue la clave del éxito?

Me salvó el vértigo del no pensar. En pocas horas estaba frente a un grupo de jugadores a los que conocía –prácticamente a la mayoría–, era el momento del primer entrenamiento y faltaban solo horas para el primer partido, ante el Valencia. Desde ese mismo momento comprendí que en el Tenerife nos jugaríamos la vida cada minuto, y así fue.

¿Qué se encontró?

A un grupo maduro, a pesar de las circunstancias. Y pronto hallamos también un ambiente favorable, de ilusión, que nos empujaba y alimentaba el estado de ánimo general. Fue una historia feliz.

¿Qué recuerda de los dos finales de liga consecutivos contra el Real Madrid, ambos con desenlace feliz para el Tenerife?

Viví aquellos dos partidos con mucha emoción pero sin ninguna duda profesional. Y disfruté mucho del triunfo de mis jugadores.

¿Algo más que aún no se haya contado?

Que el presidente Ramón Mendoza me invitó a pasar al vestuario del Real Madrid. Fue en la primera de las dos veces que se dejaron el título en el Heliodoro y también fue el caso más grave porque ganaban 0-2 y perdieron 3-2.

¿Recuerda lo que se decía del Tenerife en las fechas previas?

Nosotros éramos un equipo abocado al descenso, que se había salvado de casualidad en el penúltimo partido, y por eso muchos nos daban por perdedores. Pero hay diferencias entre el 92 y el 93. En este último año nos jugábamos la Copa de la UEFA y también el espectáculo fue enorme por muchos motivos. Recuerdo encontrarme a muchos que habían sido excompañeros míos en el Madrid, llorando, desolados... La escena me resultó emotivamente fea.

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