El Tenerife se da el alegrón de la temporada (4-1)

Los blanquiazules se ponen con 2-0 a los cinco minutos gracias a un doblete de Enric Gallego. Waldo Rubio y Nacho anotan al borde del final de cada parte. Un derbi histórico.

El Heliodoro celebra la incotestable victoria blanquiazul frente a la UD Las Palmas

María Pisaca

Julio Ruiz

Julio Ruiz

El derbi de la desigualdad acabó siendo el de la reconciliación. Reconciliación del Tenerife consigo mismo y puede que de la afición con el equipo en una campaña carente de victorias como la de este sábado. La teórica desigualdad con una UDLas Palmas, por lo que mostraban y siguen mostrando los números, desapareció sin que se hubiera cumplido el primer minuto de juego. Es lo que tienen estos partidos, por mucho que se viera venir un duelo parejo y con pocos goles. Porque el Tenerife no solo ganó, sino que lo hizo con un resultado sin precedentes, un flamante 4-1. Merecido de principio a fin. Habrá quien se pregunte por qué los blanquiazules están en la mitad de la tabla, ya sin objetivos, si son capaces de hazañas de este calibre. Y puede que ya no valga la pena darle más vueltas, sino disfrutar de alegrones como este.

De todos los derbi que se podían imaginar, probablemente ninguno habría empezado como el de ayer. Un arranque histórico, una puesta en escena de la que se seguirá hablando con el paso del tiempo. Siempre. Porque no todos los días el Tenerife se pone por delante en el resultado a los 17 segundos, y mucho menos en un clásico. Esta vez, ese balón largo que utilizan los blanquiazules como recurso práctico nada más sacar de centro, tuvo el premio que tantas veces se les había resistido. Centro lejano de Aitor con el precinto recién quitado, presión alta, recuperación y triangulación mágica entre Gallego y Corredera para que el delantero firmara su mejor tanto como tinerfeñista, un remate desde la frontal del área dirigido a la escuadra, inalcanzable para Álvaro Valles, que solo pudo hacer el amago y mirar. Sí, ese derbi con pinta de trabado, de acabar con un marcador ajustado o carente de goles, había empezado a todo tren, con un sorprendente 1-0 en el primer minuto. Eso sí, un 1-0 nada casual, por el empuje y la ambición aplicada por los locales en un arrollador comienzo ante el desconcierto de la UD Las Palmas.

El Tenerife aprovechó el momento para profundizar. No se conformó con la tempranera ventaja. Se dio cuenta de que su rival había quedado aturdido y fue a por más. El segundo tanto no tardó en caer. A los 4 minutos, José León le abrió un pasillo por la banda izquierda a Iván Romero. El sevillano controló, ganó unos metros y metió un centro que cazó Gallego en el corazón del área. Otra vez él. Máxima eficacia para un jugador que ya tenía un espacio destacado en la historia de los derbis, por su doblete en la semifinal de la promoción de ascenso a Primera de la temporada pasada, y que ya se ha instalado de por vida en las peores pesadillas de la afición amarilla.No es para menos.

2-0 en cinco minutos perfectos, inolvidables, una recompensa para un Tenerife que llevaba tiempo deseando demostrar que sí era capaz de estar a la altura de un partido grande, queriendo compensar el mal rato que pasó en el derbi de noviembre, aquel que acabó con un rotundo 3-1 para los locales.

A la Unión Deportiva le costó mucho meterse en el partido. Normal. Fue como si, en un combate de boxeo, hubiera caído dos veces a la lona con sendos golpes brutales, todavía en frío. Aún así, tenía casi todo el tiempo por delante para evitar el ridículo. El equipo menos goleado de la categoría, con una amplia diferencia, había quedado en evidencia en un santiamén ante un rival inocuo en su pegada en las últimas jornadas. Pero el Tenerife no estaba para concesiones, ni con 0-0 ni con 2-0. Siguió igual, voraz en la presión alta, asfixiante en la recuperación tras pérdida... Toda una lección, el modelo de Ramis llevado a la excelencia. De manera torpe y atropellada, el conjunto de García Pimienta le daba golpes a la brújula para tratar de reconducir el rumbo a toda prisa. Pero sin una referencia, sin un desahogo. Corredera había empequeñecido a Viera, los extremos Moleiro y Pejiño perdían todos los duelos con Mellot y Nacho... Aunque la Unión Deportiva empezaba a tener un poco más el balón, lo hacía sin profundidad. Todo lo contrario que un Tenerife que, sin la necesidad de madurar las jugadas, se plantaba una y otra vez delante de un desesperado Valles. Parecía mas cercano el 3-0 que el 2-1. Cuestión de tiempo. Las ocasiones tinerfeñas no cesaron. Además, no había ninguna que no terminara entre los tres palos, o muy cerca de esa meta. Waldo entró en acción con un remate pegado al palo en el 11', Nacho le metió el miedo en el cuerpo a su rival, otra vez, con un envenenado centro en el 12'... En cambio, la Unión Deportiva no pasaba de tímidos intentos, un disparo muy desviado de Loiodice (15'), otro bien dirigido de Loren, a la media vuelta, y con la garantía de Soriano como respuesta (22'). Y nada más. Esa fue la pobre producción ofensiva amarilla en un primer tiempo en el que al Tenerife todavía le faltaba algo más que decir. Porque, con la seguridad del resultado y un fútbol control ejecutado con maestría en todas fases, los blanquiazules volvieron a estirarse justo antes del descanso para mostrarse casi tan eficaces como al principio. Superado el revés de la lesión de Elady, que fue sustituido por Garcés en el 35', Iván Romero perdonó el tercero en una ocasión clarísima, a pase de Nacho. Y cuando casi se daba por archivado el primer tiempo, el Tenerife se puso con 3-0. El tercero nació en una jugada ofensiva de Las Palmas, un saque de esquina. Soriano atrapó el balón colgado y buscó rápido a Nacho, que montó enseguida el contragolpe con un pase controlado por Romero. El andaluz levantó la cabeza, vio a Waldo en el otro lado del campo alzando la mano y le sirvió en bandeja el tanto. Eso sí, el extremeño tuvo que domar el pase y cruzar ante la salida de Vallés. No hubo margen para más. 3-0 y a la caseta.

El derbi se retomó totalmente decantado, con un Tenerife menos intenso en la presión y una Unión Deportiva con mayor posesión y más parecida a lo que se esperaba, viviendo al filo de un último pase definitivo. Pero tampoco generó remates. Las intenciones se perdían en un entramado defensivo muy fiable por parte de los locales, que optaron por protegerse más cerca de su portería y estar atentos a cualquier recuperación para lanzarse en contragolpes. Lo cierto es que ni los amarillos fabricaron ocasiones de gol ni los blanquiazules dispusieron de tantas transiciones rápidas. El vértigo del primer tiempo era muy difícil de repetir. De hecho, Ramis detectó agotamiento en algunos de sus jugadores y refrescó todas las líneas a la hora de partido: Sipcic, Javi Alonso y Teto por Sergio, Corredera y Waldo. Al rato, le dio descanso a Romero y apostó por el canterano David Rodríguez. El técnico fue quemando etapas mientras el cronómetro corría hacia el 90’, a la par que un tramo final con menos emoción de la imaginada por la holgura del resultado.

Pero Las Palmas insistió y el Tenerife se fue encerrando cada vez más. Perder de golpe a Sergio, Corredera y Romero, fue mucho perder. Bajo esa tendencia, la UDencontró un resquicio para recortar diferencias. Gol de Álvaro en el 81’. Con el 3-1, los amarillos creyeron en el empate y la afición local pasó por unos minutos de inquietud. Solo eso. Superado ese rato, el partido acabó en el área grancanaria, y con un gol más, de penalti, anotado por Nacho para cerrar el telón. Arcediano no detectó inicialmente la falta de Lemos sobre Garcés, pero tras la revisión en la pantalla, no tuvo dudas. Gallego no fue egoísta y dejó que el lateral lanzara la pena máxima. Un final en alto para un derbi histórico.