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Un Tenerife sostenido por Soriano

El portero evita la derrota del Tenerife ante un Real Zaragoza superior por momentos| Vada adelanta a los visitantes y Samuel Shashoua establece el empate | La mala racha se prolonga: 4 puntos de los últimos 18

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Partido entre el CD Tenerife y el Real Zaragoza.

Un Tenerife sostenido por Soriano. Los números ya habían dejado claro que el Tenerife había entrado en una mala racha. La primera de la temporada. Se presentó al partido de ayer habiendo sumado 3 puntos de los últimos 15. Ahora, con el empate con el Real Zaragoza, son 4 de 18. Quedaba por confirmar si detrás de esa dinámica existía realmente una crisis de juego. Y lo cierto es que el equipo no se pareció al de otras tardes, aquellas en las que daba la sensación de tener el control sin la necesidad de mandar en la posesión, que era una roca en defensa, que tenía pegada, que competía pleno de confianza y con las ideas claras... Por la razón que sea, ahora da la impresión de haber salido de ese camino que lo situó donde sigue, en los puestos de playoff de ascenso, con una renta que le permite vivir con relativa tranquilidad en la recta final del calendario, con ocho jornadas por delante. 

Aunque sea reducir demasiado el análisis, ayer no perdió ante el Real Zaragoza por la actuación de Juan Soriano, cuyo catálogo de paradones no deja de crecer. El sevillano fue determinante en los extremos del partido, en el primer minuto, con dos intervenciones consecutivas a remates de Fran Gámez y Borja Sainz, y, sobre todo, con una milagrosa mano que evitó un gol cantado de Nano Mesa en el 90’. 

En medio, un Tenerife con buenas intenciones y una actitud irreprochable, pero discontinuo y extrañamente vulnerable. No es normal que un equipo que juega como local y que forma parte del grupo de aspirantes al ascenso, no remate entre los tres palos en toda la segunda parte. Esa fue la escasa producción de un Tenerife que no encontró el camino para superar el armazón defensivo del Zaragoza y que se desgastó en ese propósito en un ejercicio de impotencia, hasta apagarse, sin la energía y el filo de sus tardes más inspiradas. 

Y no fue por no pulsar botones. Ramis buscó la combinación adecuada apurando todos los cambios: quitó a su goleador, Elady, y puso a Álex Bermejo –el más entonado en esa fase–, metió a Moore en la banda derecha y a Mellot en la izquierda, recuperó a Rubén Díez, tiró del empuje de Víctor Mollejo... Pero no hubo manera. Lo dicho, solo dos disparos taponados por los defensas, de Rubén y Aitor, y otro al lateral de la red de Bermejo. Entretanto, un Zaragoza ordenado, aguardaba el momento de lanzarse al contragolpe para aprovechar los espacios que dejaban los locales. Y así estuvo más cerca de ganar que los insulares. Por ejemplo, cuando Sabin Merino no dirigió bien su remate tras recibir el balón prolongado por Eugeni (70’) o cuando Soriano salvó a su equipo después de un remate de pecho de Nano a bocajarro (90’). La presencia del guardameta en el campo a esas alturas del encuentro llegó a estar en duda por una falta fuera del área que cometió sobre Azón, para cortar una transición del Zaragoza (72’). El castigo se quedó en tarjeta amarilla, a pesar de que el árbitro del VAR instó a David Gálvez Rascón a revisar la jugada en la pantalla. Todo eso, en una decepcionante segunda mitad en la que se jugó a lo que más le interesaba el Real Zaragoza. 

Los 45 minutos iniciales fueron diferentes. Ramis se decantó por un plan de partido consistente en un juego más elaborado y no tan dependiente de la presión alta y agresiva y las transiciones rápidas. Sin renunciar a nada de eso, trató de avanzar teniendo el balón, esta vez con la novedad de la presencia de Sam Shashoua, que no era titular desde el 7 de enero. Y se notó. Por momentos llevó el peso del juego, como en sus mejores días, y marcó el único gol local, pero fue de más a menos, condicionado por la falta de ritmo y el cansancio. 

Era un Tenerife ofensivo y decidido a hacer daño, pero sin llegar a reunir argumentos suficientes. Funcionaba a ratos, unas veces menos previsible que otras cuando intentaba finalizar las jugadas. Pero ahí no siempre le acompañaba la precisión en el último pase. Para colmo, Francés supo anular a la referencia atacante tinerfeña, Mario; Elady no llegó a encontrar su sitio –fue sustituido en el descanso por Álex Bermejo– y Andrés Martín no siempre tomó las decisiones correctas. En general, una idea global que, como punto de partida, podía salir bien, pero que no tuvo una ejecución regular ni constante. 

A todo esto, el Zaragoza quiso jugar. No salió al Rodríguez López conformándose con enfriar el encuentro ni con un repliegue defensivo inflexible, como el de esos equipos que se sienten inferiores y apuestan por el empate –es el premio que se llevó y ya suma 17–. Cada vez que recuperaba el balón, no perdía ni un segundo en activar su fase de ataque, aprovechando la movilidad de sus tres puntas, Borja, Álvaro e Iván Azón, quienes ponían en aprietos a una defensa a veces despoblada por la voluntad de los laterales de incorporarse al ataque. No es habitual que el visitante le genere tantas llegadas al Tenerife como en la primera parte de ayer aunque es algo que últimamente ha dejado de ser noticia –Valladolid, Almería...–. El dato de que los de Juan Ignacio Martínez tuvieron siete saques de esquina antes del descanso, fue muy significativo.

Así, en un arranque entretenido y tras la doble ocasión desbaratada por Soriano en el minuto 1 y un peligroso centro chut de Chavarría (4’), el Real Zaragoza siguió avisando y encontró lo que buscaba. Una mala entrega de Elady dio paso a un contragolpe visitante resuelto con remate de Azón que sacó Soriano y un segundo disparo de Vada que sí llevó el balón a las redes. El exblanquiazul pidió perdón a la que fue su afición (0-1 en el 14’).

Lo mejor del Tenerife fue su reacción. Hasta ese momento solo había conectado un par de tímidos remates de cabeza, de Elady y Sergio, pero a la tercera fue mucho más contundente. Con 0-1, convirtió su primer disparo a puerta en su único gol. Pomares centró desde la banda izquierda, tras un pase de Alexandre, Mario no llegó a controlar y la pelota fue a parar a Shashoua, quien batió a Cristian con un tiro pegado al palo (21’).

Esa eficaz respuesta le daba al Tenerife la oportunidad de, por fin, llevar el partido a su terreno. Y en cierto modo se aferró a esa nueva situación, siendo un poco más decidido y práctico que antes en el aprovechamiento de su dominio. Esa tendencia permitió que Alexandre buscara la escuadra, sin éxito, dándole rosca al balón desde la frontal del área (35’) o que Mellot pusiera un centro envenenado que estuvo a punto de cazar Mario (40’). No es que fuera un acoso, uno de esos ratos arrolladores que a menudo protagoniza el Tenerife en el Heliodoro, pero daba pie a la esperanza de que podía domar un partido que seguía estando abierto. 

De esa manera siguió tras el intermedio, con un equipo local que quería y no podía y un Zaragoza más conservador, pero inquietante en las galopadas de sus atacantes. El punto acabó siendo un buen resultado, dadas las circunstancias. 

Después de un triunfo –en El Molinón– en las seis últimas jornadas y de tres partidos seguidos en el Rodríguez López sin ganar –dos derrotas y el 1-1 de ayer–, el Tenerife podría ver recortado hoy su margen con el séptimo a 5 puntos. Eso, en el peor de los casos. Los blanquiazules lo siguen teniendo todo a su favor para meterse en la promoción de ascenso. La duda sigue estando en cómo llegaría a ese momento. Todavía tiene tiempo.

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