El ‘caso Ninfas’ fue un antes y un después para Alberto en el Tenerife. De ser el central que acababa jugando siempre y una solución para el medio a último recurso.

A mitad de mayo de 2020, con la Liga a escasas semanas de ser retomada tras el parón del confinamiento, fue anunciada la renovación de Alberto Jiménez hasta junio de 2023. La mejora económica supuso también situar al majorero en el segundo escalón salarial de la plantilla. Discutido por algunos, silbado en el Heliodoro por sus errores groseros del inicio de temporada, el canterano volvía a imponerse. Fijo para Rubén Baraja, como antes lo había sido con otros entrenadores, representaba la continuidad. Y en cierta forma el relevo de veteranos como Carlos Ruiz.

El inicio de la 20/21 repitió patrones ya conocidos. Las vacaciones le volvieron a jugar una mala pasada al de La Oliva, que empezó como suplente y lejos de su mejor estado de forma física. Pero en la quinta jornada ya recurrió Fran Fernández a él como titular. Desde entonces completó hasta seis presencias. Entre ellas, la del derbi contra la UD Las Palmas. Ahí se cortó la racha. El fatídico viernes posterior volvía Alberto a errar el tiro saltándose las restricciones sanitarias y acudiendo, fuera de hora, a un local de alterne junto a Javi Alonso.

La publicación de las fotos por parte de la Policía Local de Santa Cruz en su cuenta de twitter obligó al jugador a reconocer su presencia en el Ninfas. Fue apartado de la disciplina blanquiazul, suspendido de empleo y sueldo durante dos semanas y duramente sancionado según el régimen disciplinario de la entidad. A su vuelta pidió públicamente disculpas a sus compañeros, al club y a la afición. En el vestuario se respiraba cierta decepción y su retorno no fue sencillo. Demasiadas oportunidades para un chico de 27 años al que ya no se le podía perdonar ni una más.

Aún así, la integración ha sido progresiva. Alberto ha agachado la cabeza, ha reconocido sus errores y parece decidido a ofrecer lo mejor de sí mismo. Pero sigue sin aparecer en los partidos.

Con Luis Miguel Ramis a los mandos solo ha sido titular en dos jornadas. Contra el Leganés (0-0) cometió un error que salvó Dani Hernández. Luego, en la goleada recibida en Oviedo (4-2). En el siguiente encuentro empezó en el banquillo. Entró en la segunda mitad para sostener un mermado centro del campo y fue expulsado con roja directa por una innecesaria disputa con el jugador del Girona Nahuel.

Alberto se pasó cinco jornadas en blanco para reaparecer como tercer central ante el Rayo Vallecano. Lo hizo con 0-1 para cerrar un partido que se quedarían os blanquiazules. Mostró una actitud encomiable. Entró con ritmo, ganó duelos y despejó lo que le tocaba.

Pero los números cantan. Salvo sorpresa, seguirá siendo suplente mañana. Bruno Wilson y Sipcic, la pareja que más ha repetido, está por delante. Carlos Ruiz, que nunca baja la guardia, está aprovechando su oportunidad en las últimas jornadas. Y esto deja al majorero como cuarto central. De momento, ha participado en 17 encuentros. Solo ha sido titular en ocho. Los números contrastan con los de temporadas anteriores, en los que llegó a superar la treintena de presencias (18/19 y 19/20) y se acercó a los 3.000 minutos de participación. En el mercado de invierno se le llegó a plantear incluso una salida. De intocable a prescindible.