Que el epicentro del clásico del fútbol canario fue el Estadio de Gran Canaria es una obviedad. Y que muchos lugares del Archipiélago vibraron siguiendo el partido también resulta evidente. Pero se nos suele olvidar que un gran número de aficionados tinerfeños y grancanarios viven fuera, no solo en la Península, sino en otros países. Cuestiones familiares o de trabajo los han llevado lejos de casa, pero con sus equipos en el corazón. En días como ayer, las redes sociales multiplican el efecto de la cercanía y permiten conocer historias fantásticas.

Madrid, por ejemplo, reúne a un buen número de isleños. Allí, en la Casa de Canarias, vivieron juntos el partido entre UD y Tenerife. La Peña Ibérica, que aglutina a muchos blanquiazules que viven en territorio peninsular, fue la encargada de organizar ese encuentro con el objetivo de ganar el derbi también en la capital de España. No faltaron a la cita ni la animación ni el colorido. Barcelona también juntó a aficionados de los dos equipos. Rodri e Inma se citaban a través de twitter, aunque allí eran mayoría los pío pío, algo que echó atrás a más de un birria. Aún así, brilló la deportividad entre ellos y disfrutaron del clásico dando menos importancia al pique, algo normal cuando estás lejos de las Islas y te encuentras con alguien de la tierra. Jesús Jodral se esforzaba ayer, en su lugar de residencia (Algeciras), por inyectar el gen blanquiazul a su pareja. También él empujó desde lejos. Desde el perfil de @escolafestart también se anunciaba que verían el duelo de rivalidad desde Valencia, allí donde vive un valenciano muy tinerfeñista: David.

Los casos se multiplicaban. Incluso de aquellos que nacieron en Tenerife, pero se fueron jóvenes a la Península. Le sucedió a @tinerfinha, que vive en Madrid con su padre, pero que comparte afición con el Real y su Tete. O el adejero Yamil Mesa, que reside en tierras gallegas.

Fuera de nuestras fronteras, más de lo mismo. Dani Vázquez estaba ayer en Colonia (Alemania) y tenía previsto asistir a un cumpleaños. El único asistente al que le importaba lo que estaba sucediendo en Siete Palmas era a él, pero ni por esas se achicó. Más lejos, en Polonia, Gabri utilizaba su bufanda del CD Tenerife para protegerse del frío. Vivió el clásico canario a -5º, pero alentando a su equipo a miles de kilómetros.

A algunos les ha llevado lejos incluso la fiebre por el propio fútbol, como a Joaquín Lobón, entrenador tinerfeño, que lo sufrió en Agadir (Marruecos). Con el corazón en puño estuvo esos 70 minutos sufridos, Christian desde la localidad costera de Pescara (Italia). Algo más lejos y con más frío, Ione (Noruega) o Sergio Díaz (Letonia).

Pero incluso hay ejemplos fuera del Viejo Continente. El tinerfeñismo es tan grande que los ejemplos se multiplican incluso al otro lado del océano. Alejandro García, que estaba en Isla de Man con su padre y hermano, siguió como pudo el derbi canario. Contuvo la respiración y celebró el 0-0. Fue tan heroica la aguantada, como la calificaba otro tinerfeño residente en Argentina, que las felicitaciones no paraban de llegar después del partido. Esther Fuentes pedía desde Managua (Nicaragua) que el equipo blanquiazul siguiera destacando por ser un equipo luchador, por no rendirse. Ser birria es tan grande que los que están cerca y pueden ir al Heliodoro deberían pensar en los que no pueden.