Caprichos del destino, los dos equipos de Manolo Martínez se juegan el ser o no ser el mismo fin de semana, y en el caso del CD Tenerife en la Cataluña donde ha fijado su lugar de residencia. El que fue central de Bigastro reside ahora en Salou, donde regenta uno de los restaurantes de moda en Salou (Besso) y un par de discotecas. «Este sábado se pondrá en todas las pantallas del partido del Nástic, pero yo estaré pendiente también a mi Tenerife», avisa.

«No hay ningún atisbo de confianza, pero la eliminatoria me da buenas sensaciones», explica Manolo, quien guarda mucho afecto a Luis Miguel Ramis. «Que es de Tarragona, así que por aquí van con él», subraya. Según cuenta, es «un buen guiño» que el representativo vaya a jugársela en Montilivi, ahí donde ya ascendió en 2009. Él fue uno de los grandes protagonistas de aquella campaña y aún recuerda hasta el más nimio de todos los detalles.

«Para entonces yo ya había ascendido con el Nástic a Primera, pero aquello era un reto mayúsculo. Sobre todo, por la manera que lo hicimos. Toda la isla se sintió identificada con nosotros: los canarios pusieron todo de su parte y los peninsulares, también», resume. «Fue un desafío cumplido y también una liberación. Yo no disfruté, sufrí mucho», revela Martínez, quien trataba de suplir la diferencia de potencial con los rivales «con mucho amor propio».

En la hora de la verdad, buscó máxima concentración e intensidad. «Los días previos, me juntaba con Toño Hernández, que es muy reflexivo y vivía en Tabaiba, como yo. Nosotros intentamos abstraernos de todo, pero ya el ambiente generado por la afición y los medios de comunicación era extraordinario. Ya se veía que algo grande iba a pasar. Teníamos la confianza de que éramos un equipo ganador; íbamos a por la victoria», relata de forma emocionada y vibrante. «Como si el ascenso de 2009 hubiese sido antes de ayer», dice.

«Oltra y yo, si ese día llega a durar 25 horas, creo que nos desmayamos. Perdí tres kilos. He visto imágenes y parece como si hubiera llegado de África nadando. El míster era un motivador nato, como también lo es Ramis», relata Martínez desde su proverbial buen humor. «El mensaje de Oltra nunca varió. Siempre fue claro, ambicioso y trabajó mucho con José Carrascosa, un psicólogo deportivo de primer nivel. Nos dijo: es el momento, a ganar. Si siempre era valiente, en Girona lo fue todavía más», destaca.

Para hoy, su receta es clara, directa y diafána. La ofrece sin rodeos ni contemplaciones: «Hay que saber controlar las emociones. Aunque estés entrenado para la guerra, esta tarde te pones en el batllón y tienes que pelear; ahí, la realidad supera la expectativa».

«Hay que buscar la amarilla de Stuani» 

«Estás hablando con Manolo Martínez». Es la respuesta del central alicantino cuando se le pregunta si habría que buscar la amarilla de Stuani, que sería la tercera y supondría suspensión. «Por supuesto que sí; de hecho, me presto voluntario a hablar con Ramis y explicarle cómo», bromea después.Martínez indica que este es un factor «que no debe caer en el olvido» y que una tercera amarilla para el goleador uruguayo en el marco de la promoción le haría perderse «el partido más importante de la temporada, que es el de la vuelta en el Heliodoro».El exblanquiazul cree que hay momentos en el partido para forzar tal amarilla, aunque expone con claridad «que lo fundamental es conseguir un buen resultado en la ida, que mantenga con vida al Tenerife o incluso le confiera ventaja para ir a su casa con cierta tranquilidad». Martínez es optimista.