Entrevista | Emma Nogueira Periodista y escritora / Autora de 'Querido Nano'

«Este libro humaniza a Sánchez Dragó sin blanquear la imagen que tenían de él»

La periodista asturiana presenta un proyecto literario armado a partir de la correspondencia cruzada entre el escritor y su madre

Emma Nogueira (Gijón, 1993).

Emma Nogueira (Gijón, 1993). / Carlos Ruiz

Jorge Dávila

Lo conoció cuando ella trabajaba como periodista y entre los dos creció una relación que Emma Nogueiro (Gijón, 1993) aborda de lleno en las páginas de Querido Nano, un libro que nace a partir de las cartas que se cruzaron Fernando Sánchez Dragó y su madre: «Los lectores van a percibir un cariño que se hace eterno», cuenta de unos capítulos en los que hay días de cárcel, exilio y muchas aventuras.

¿Qué le trajo hasta ‘Querido Nano’?

La calidad literaria que encontré cuando tuve la oportunidad de leer la correspondencia entre Fernando y Elena... Otro de los motivos que sirven para explicar este libro está asociado al momento que van a tener los lectores para conocer a Nano, no sólo ya a través de los ojos de su madre sino de los amigos que lo acompañaron en instantes claves de su vida: su primer ingreso en la cárcel, los años de exilio, el regreso a España tras ganar el Premio Nacional de Literatura...

¿Estos capítulos sirven para humanizar a Fernando Sánchez Dragó?

¿Humanizarlo?

"Fernando tenía una forma muy particular de contar las cosas, pero ni era un cascarrabias ni un periodista ácido"

Sí, transmitir a los lectores una imagen de él alejada de los clichés que el público reconoce en su faceta periodística.

A Fernando yo lo tenía humanizado porque lo conocía antes de ponerme a escribir Querido Nano (Planeta), pero sí existe una intención de mostrar su lado más humano... En una novela en la que se pone sobre la mesa la correspondencia cruzada entre él y su madre lo que se enseña es al Fernando hijo, al Fernando más familiar, al Fernando amigo... Ése es el Fernando que van a conocer los lectores, no al personaje público y algo más distante. Este libro humaniza a Sánchez Dragó sin blanquear la imagen que tenían de él.

La imagen de cascarrabias y de periodista ácido no está en estos capítulos.

Fernando tenía una forma muy particular de contar las cosas, pero ni era un cascarrabias ni un periodista ácido. Lo más fácil es quedarse con esa imagen, pero en esta novela hay un Fernando sin dobleces: el hijo, el padre, el amigo, el aventurero... Querido Nano muestra al Sánchez Dragó que conocen sus familiares y amigos.

En su caso, ¿cómo lo conoció?

Yo era periodista, me tocó entrevistarlo y, poco a poco, creció una amistad entre nosotros que acabó siendo una relación. Justo en el ecuador de ese vínculo conocí la existencia de unas cartas que me ayudaron a entender mejor a Fernando. 

"Tenía una gran habilidad para sacarle punta a todo... Era una persona generosa, optimista y, sobre todo, que te permitía aprender algo nuevo siempre"

La figura de la mujer es una de las claves para comprender su ciclo vital.

Es una de las facetas importantes de su vida, pero no la única... Cuando tienes una vida tan apabullante y copiosa encuentras aventuras, algunas de ellas junto a la figura de una mujer... Fernando era mucho más porque en su día a día había amigos, cuatro hijos, libros y un sinfín de experiencias por agotar.

¿Le consta, por su forma de ser, que era un personaje que podía generar envidias y alguna enemistad?

Sinceramente, yo no tengo esa percepción [silencio]. A veces, cuando alguien destaca sobre el resto, despierta unos sentimientos que no sé si están asociados con la envidia... Yo desde luego no lo sentí así cuando comencé a conocer a Fernando y aprendí a tenerlo cerca.

"Su madre troqueló a Fernando durante años para que el recuerdo de su padre no cayera en el olvido"

¿Qué fue lo que más le sorprendió de él?

Muchas cosas, algunas de ellas están contadas en este libro. Sobre todo, la capacidad que tenía para transformar un problema en una solución y vivir todo lo que le pasara, bueno o malo, como una gran aventura. Esa capacidad para imaginar cosas es lo que le permitió escribir un buen número de libros... En Querido Nano, por ejemplo, hay una historia en el Sáhara mientras conducía un Land Rover. Las pasó canutas, pero Fernando tenía una gran habilidad para sacarle punta a todo... Era una persona generosa, optimista y, sobre todo, que te permitía aprender algo nuevo siempre.

¿Cómo marcó su vida el asesinato de su padre?

A su padre lo matan el 12 de septiembre del 36 y él nace el 2 de octubre del 36... Es un hijo póstumo que conoce a su padre por lo que le cuenta su madre [Elena]. Él consigue reconstruir su vida e incluye esos conocimientos en Muertes paralelas (Planeta - 2006). Su madre troqueló a Fernando durante años para que ese recuerdo no cayera en el olvido. 

"Fernando no era una persona dura; tampoco un cascarrabias... Era una persona trabajadora, un buen padre y un gran hijo"

¿Y su primer ingreso en la cárcel?

Aunque pueda sonar raro, él vivió aquellos dos meses en una celda de aislamiento como una aventura. De alguna manera aprendió a crecer desde un episodio negativo. Aquello fue un giro en su vida porque él decidió entrar en política y lo encarcelaron, pero lo marcó mucho más el exilio. 

¿Su estancia en Roma?

Fue una etapa clave en su vida; también los viajes que realizó por Oriente. Aquellas experiencias en Asia modificaron sus pensamientos y su espiritualidad. De España se marchó un Fernando y volvió otro, que no había perdido sus relaciones más arraigadas, diferente. Lo que vivió en su periplo asiático renovó su interior.

"Fernando solía decir que «siempre hay que guardar algo en la retaguardia»... Yo he seguido su consejo"

¿Cuáles son las claves de la correspondencia entre el hijo y su madre?

Hay un amor desorbitado entre madre e hijo, pero también una amistad, una complicidad, una compañía... Lo que hay, más que nada, es un entendimiento que siempre supera lo que el hijo decidía hacer. Entrar en política, ingresar en prisión, irse de España, vivir un montón de experiencias con una mochila a cuestas... Esa tolerancia se transforma en un cariño que se hace eterno.

¿Vamos a descubrir a un Sánchez Dragó sin coraza?

Fernando no era una persona dura; tampoco un cascarrabias... Era una persona trabajadora, un buen padre y un gran hijo. No era duro, pero cuando alguien está tan expuesto a los medios de comunicación durante más de 50 años te acabas cansando de lo que dicen de ti y tienes que poner un parapeto para que todo eso no te llegue... Decía todo lo que pensaba sin querer ser protagonista por sus opiniones.

¿Lo ha contado todo?

Fernando solía decir que «siempre hay que guardar algo en la retaguardia»... Yo he seguido su consejo [ríe].