La Fundación Canaria Gernot Huber ofrece en el sur de Tenerife un paseo entre piezas escultóricas

Realizadas por artistas de todo el planeta este parque de San Isidro se complementa con otro ubicado en Alemania

La escultura 'Vuelo', del tinerfeño Guilermo Batista Díaz.

La escultura 'Vuelo', del tinerfeño Guilermo Batista Díaz. / Alexander Stomberg

Patricia Ginovés

Patricia Ginovés

Un paseo entre esculturas. Eso es lo que propone la Fundación Canaria Gernot Huber en su parque ubicado en San Isidro, en Granadilla de Abona. Se trata de un proyecto ideado por Gernot Huber, quien en 1990 se retiró de su actividad en el mundo del diseño y decidió cumplir su sueño de exponer esculturas y crear una relación perfecta entre el arte, naturaleza y la arquitectura. Así, la Fundación encarga esculturas a artistas internacionales y otorga becas de trabajo a jóvenes escultores.

El parque tinerfeño forma parte de un proyecto más ambicioso que se completa con otro espacio en Alemania, situado a 25 kilómetros de la ciudad de Hamburgo. En el caso de la finca tinerfeña de Los Cardones las piezas se alzan en medio de la naturaleza, con una colección de obras que no ha dejado de crecer desde la apertura de este proyecto, que surgió en la mente de Gernot Huber quien, aunque estudió arte, nunca pudo dedicarse a la creación artística al aire libre. Cuando terminó su carrera laboral, «quiso devolver algo a la sociedad creando los dos parques» que se encuentran ahora en funcionamiento, explica el encargado del espacio tinerfeño, su hijastro Alexander Stomberg.

Mientras que el parque de esculturas alemán abre sus puertas durante los meses más cálidos, el de Tenerife hace lo propio los otros seis meses del año, de noviembre a abril. De hecho, este domingo 14 de abril se celebrará la última de las jornadas de puertas abiertas, aunque Stomberg indica que el resto del año es posible concertar alguna visita puntual. El espacio cerca de Hamburgo tiene unos diez mil metros cuadrados, mientras que la finca Los Cardones está compuesta de unos 72.000 metros cuadrados. En ambos casos se exponen esculturas cinéticas y que son realizadas gracias a las becas que convoca la fundación de manera habitual.

Así, cada año reciben a jóvenes artistas a los que les dan la oportunidad de realizar una obra de arte que, en algunos casos, se trata de la primera gran pieza del autor. La Fundación se encarga de pagar el material de la escultura, el traslado, un sueldo de 2.000 euros, y hospedan a los artistas en el propio parque, donde pueden vivir durante las tres semanas que dura esta residencia artística. Gracias a estas acciones, en algunos casos los visitantes también pueden disfrutar del proceso de creación de las piezas. La Fundación no se cierra a prácticamente ninguna propuesta y por eso también puede ampliar el plazo de la residencia, que en algunos casos se ha llegado a ampliar hasta los cinco meses y a recibir a artistas veteranos de más de 70 años. A pesar de ello, Alexander Stomberg habla del deseo de «ofrecer una primera oportunidad a los artistas que quieren salir adelante».

Tras tantos años, el parque de esculturas de Tenerife comienza a precisar de más espacio puesto que actualmente están ya repletos de obras de arte. En el espacio ubicado en San Isidro, por ejemplo, hay unas 70 propuestas realizadas en diferentes materiales. No obstante, Stomberg explica que se deben tener muy en cuenta los componentes con los que son realizadas ya que este parque se ubica en un lugar con mucho viento y cercano al mar por lo que se recomienda realizar las esculturas en cristal, piedra o metal. 

Si hasta hace una década los principales visitantes de este espacio eran turistas, cada vez son más los residentes que se animan a realizar este recorrido, que este fin de semana vivirá una de sus últimas reuniones por esta temporada. A lo largo de los próximos meses, los miembros de la Fundación se encargarán de realizar labores de mantenimiento para que, cuando vuelva a abrir sus puertas en noviembre, las piezas luzcan mejor que nunca.