Canarismos

Se me fue el baifo: el origen de una de las expresiones canarias más usadas en las Islas

Un repaso histórico a una expresión que seguro escuchas cada día

Una cabra majorera junto a su baifo.

Una cabra majorera junto a su baifo.

Luis Rivero

Luis Rivero

«Baifo», en el español de Canarias, significa ‘cabrito’, es decir, se emplea para referirse a la cría de la cabra desde que nace hasta el destete o hasta que le despuntan los cuernos. El término se ha considerado tradicionalmente un «guanchismo», voz de origen prehispánico. Se ha querido ver algún parangón del vocablo en el bereber continental, en las expresiones beyyew que significa ‘sin cuernos’ o abiyaw/ibiyawen, ‘animal sin cuernos’, por lo que Wölfel propone la voz bayfu, ‘cabrito sin cuernos’. El primer texto escrito que documenta la palabra bayfo es Antigüedades de las Islas Afortunadas (Viana, 1604). El DRAE lo registra desde la edición de 1984 como voz de etimología prehispánica con el significado de ‘cabrito’ (cría de la cabra desde que nace hasta que deja de mamar). Hay también quienes afirman que el término «baifo» es de uso general y el de cabrito se reserva únicamente para el animal destinado al sacrificio. De manera que la amplia documentación del término unido a la pervivencia de un buen número de voces prehispánicas ligadas al pastoreo permiten afirmar que, muy probablemente, se trate de una voz procedente de la lengua hablada por los antiguos canarios.

Este rumiante fue de las primeras especies en ser domesticadas por el hombre. Las islas no son una excepción a este proceso de antropización, ya que se constata la presencia de ganado caprino en el mundo prehispánico tanto en fuentes documentales como arqueológicas. Las cabras son animales ágiles y propicios para el pastoreo de suelta y el de trashumancia que además de presentar, figuradamente, una gran versatilidad semántica en la elaboración de dichos y modismos (dejan prueba de ello expresiones tales como: «echarle un puño a la baifa», entre otras muchas) poseen una propensión natural a recuperar su estado salvaje (como nos recuerda el dicho: «la cabra jala/tira pal risco/monte») y ganar así una vida asilvestrada [«guanil», se dice del ganado que se cría suelto en montes y barrancos sin marcas que lo identifiquen]. Más allá del sentido figurado, estas expresiones reflejan fielmente el comportamiento cabruno. Este carácter y tendencia la ha hecho merecedora de la idea de animal «alocado», de ahí la expresión «estar como una cabra» como sinónimo de «estar loco», «estar como una baifa» o la comparativa «estar más loco que una baifa». «Írsele (a alguien) el baifo» se emplea generalmente para referirse a cuando uno está hablando y pierde el hilo argumental del discurso y se olvida de lo que iba a decir o de lo que tenía que hacer o cuando se comete un error o se tiene un lapsus, incluso cuando se le escapa algo que no debía decir y «mete la pata». Entonces se dice: «Se le fue el baifo» o en sentido autorreferencial: «Se me fue el baifo». Lo que supone reconocer algún grado «de locura menor» con el que se asocia al pequeño rumiante cuando juega, corre y salta con alboroto como mismo se expresa esta frase que dice: «Brincar como los baifos chicos hartos de leche» que quiere decir saltar descontrolada y alocadamente.

«Se me fue el baifo» es la versión isleña de la frase sinónima en castellano: «Se me fue el santo al cielo» que indistintamente con la anterior se escucha también en las islas empleada en idéntico sentido. Decimos que a alguien «se le va el santo al cielo» cuando, en una conversación o discurso, pierde el hilo de lo que iba a decir, se va por las ramas y se queda en blanco sin atinar lo que estaba diciendo y, por extensión, olvidarse de lo que se iba a hacer. La expresión parece tener origen cuando cierto predicador que a mitad del sermón se olvidó del nombre del santo cuyas glorias magnificaba y para tratar de arreglarlo tuvo la ocurrencia de decir que se le había ido el santo al cielo.