Matías Mata: «Me gusta que mi trabajo tenga guiños para los que se quedan»

El mural de Sabotaje al Montaje en Ondárroa.

El mural de Sabotaje al Montaje en Ondárroa. / El Día

Patricia Ginovés

Patricia Ginovés

Con una carrera artística tan dilatada como la suya, ¿que supone ahora para usted que uno de sus murales esté nominado al Premio al Impacto Social del Grafiti de la plataforma Street Art Cities?

Ya el año pasado seleccionaron otro de mis murales y siento que, tan solo con estar nominado, ya se está recompensado el trabajo que llevo haciendo en Canarias desde hace 33 años. Es algo positivo pero esto no deja de ser un juego para mí. Hay que destacar, además, que esta nominación ayuda a agitar el movimiento del arte urbano a nivel mundial, porque en todos lados se pinta, y eso es positivo. A quién no le gusta que reconozcan su trabajo. Aunque ahora que tengo 50 años ya me tomo las cosas de otra manera. Además, me parece bonito porque sé que me está votando la gente de Ondárroa, en País Vasco, donde hice este mural en el marco del programa de residencias de muralistas.

¿Qué recuerda de su participación en ese programa de residencias?

Precisamente en 2022, el mural de la artista catalana nacida en Estados Unidos Lian Monserrate, que es quien puso en marcha este programa de residencias en Ondárroa, quedó tercero en este mismo certamen y eso fue porque el pueblo la votó con mucho cariño. Ella inició este proyecto, que es muy curioso porque se desarrolla en un pueblo pescador y que ha obtenido una gran repercusión con tan solo tres murales que se han realizado en estos años. Además del de la creadora y del mío, hay otro realizado por una artista de Bélgica que también está nominado en el Sreet Art Cities de este año. En Ondárroa me trataron genial y tanto es así que este año voy a volver aunque solo para ayudar a los artistas invitados, no voy a pintar nada; voy a ir como voluntario, porque me lo pasé tan bien que quiero volver. Es una iniciativa pequeña que apoya todo el barrio.

¿Qué es lo que ha querido reflejar con este mural titulado Las entrañas de la memoria?

Lo centré en el matriarcado porque son las mujeres de diferentes generaciones las que han mantenido este pueblo. Quería reflejar la lucha y la sangre, y por eso empleé los tonos rojos para mostrar el sudor y el esfuerzo que han hecho. Leí muchos documentos en el archivo histórico del pueblo y me di cuenta de que la mujer era la auténtica protagonista; por eso quise hablar de las entrañas, de lo que no se ve. Eso es precisamente por lo que es tan bonito mi trabajo y por lo que estoy orgulloso de que mi mural esté nominado. Siento que el que está nominado es el pueblo al completo, que es el protagonista del proyecto.

Ese trabajo que realiza con la historia del lugar en el que crea sus murales es una constante en su trayectoria profesional de más de 30 años.

Sí, desde los 20 años mi trabajo ha sido muy social porque me he centrado en los personajes públicos del lugar que visito, lo que sucede en la calle. Cuando visito un lugar me gusta crear un diálogo porque, aunque tengo un parte abstracta, mi trabajo con el grafiti siempre se ha centrado en los conceptos sociales. Cuando llevo acabo algún proyecto siempre tengo presente que yo pinto y me voy y por eso me gusta que mi trabajo incluya algún guiño para la gente que se queda. Esa es mi particular manera de ver el arte.

A pesar de esa línea tan marcada de trabajo, ¿cómo ha ido evolucionando su trabajo?

Precisamente el otro día, cuando estaba terminando mi último mural en Arafo, me di cuenta de que he aprendido a pasos agigantados. He aprendido mucho y no paro de hacerlo, de hecho me gustaría seguir aprendiendo. Creo que he experimentado una gran evolución desde que comencé a trabajar a mano alzada, gracias a la constancia y a todas las veces que me he dado contra el muro. También creo que he ayudado a las generaciones que han venido detrás mío y que me he enriquecido en cada viaje. No me quedo con ninguna obra en concreto sino con la experiencia que me ha ido enriqueciendo como persona, que para mí es lo más importante. Mi obra pública puede gustar más o menos pero al final lo que hacemos nosotros es regalar nuestro arte y eso es lo más importante.

Tras tantos años, ¿le queda algún destino en el que le gustaría pintar un mural?

Antes era muy complicado vivir en Canarias tan solo del arte urbano. Hace 20 años éramos muy pocos pero ahora se pinta en muchos municipios. Hace unos años terminé de pintar en todas las Islas y eso fue un pequeño sueño que cumplí casi sin buscarlo. Eso llegó en un momento en el que había pintado en más continentes diferentes que en mis islas. Esas son las recompensas de este trabajo. En los últimos años me he centrado más en Canarias pero también sigo saliendo. No creo que deba elegir, como cuando vivía en Madrid y me pidieron que me quedara allí porque me decían que en Canarias no iba a poder vivir del mural. Creo que la sociedad ha ido acostumbrándose a este lenguaje urbano y que tanto los murales como los grafitis se encuentran al alza a nivel mundial.

¿Diría que precisamente ha cambiado la concepción que se tenía de esta práctica como un acto vandálico?

Bueno, yo sigo siendo un poco vándalo, esa herencia nunca la voy a abandonar. Alrededor de 1995 empecé a hacer retratos en los murales y eso me atrapó, aunque no había nadie entonces que hiciera lo mismo. Fue entonces cuando empecé a retratar a la gente de los barrios pero no fue hasta que cumplí los 26 años que decidí estudiar Bellas Artes. Siempre supe que vivir de esto iba a ser difícil pero con el tiempo ha cambiado.