El Auditorio de Tenerife, el edificio que cambió el paisaje de Santa Cruz, cumple veinte años

El recinto celebra sus dos décadas de vida con un concierto con los mismos protagonistas e idéntico programa al de su inauguración, en septiembre de 2003

Almudena Cruz

Almudena Cruz

El Auditorio de Tenerife celebra este viernes su 20 aniversario. Lo hará con un concierto en su Sala Sinfónica que rememora, casi punto por punto, aquel primer recital que tuvo lugar en su flamante y recién inaugurada Sala Sinfónica el 26 de septiembre de 2003

Dos décadas y tres días después, las puertas del recinto cultural tinerfeño por excelencia volverán a abrir sus puertas para dos citas consecutivas, la segunda este sábado día 30, con las mismas piezas musicales que se entonaron en la puesta de largo del edificio que cambió para siempre el paisaje costero de la capital tinerfeña. La misma formación, la Sinfónica de Tenerife, se pondrá de nuevo a las órdenes del maestro Víctor Pablo Pérez para interpretar la Fanfarria real que se le encargó para la inauguración al compositor polaco Krzysztof Penderecki y la Misa de réquiem de Giuseppe Verdi.

Desde entonces, el Auditorio de Tenerife ha acogido mas de 7.700 actividades y ha dado la bienvenida a más de tres millones de espectadores. Esta instalación situada junto al Castillo Negro es el hogar de la Orquesta Sinfónica de Tenerife, se ha convertido en una importante casa de ópera y programa música y danza, amén del trabajo de su propia área educativa y social.

Además, ha sido escenario de varios rodajes de cine y publicidad, de celebraciones institucionales, congresos y encuentros de todo tipo. Por sus instalaciones han pasado destacadas personalidades. Desde varios jefes de Estado a políticos, científicos, premios Nobel y premios Príncipe de Asturias. El expresidente norteamericano Bill Clinton, el recordado físico teórico y astrofísico Stephen Hawking y el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa son algunos ejemplos.

La historia del Auditorio es larga. Pese a que su construcción comenzó en a 1997, el proceso para que se hiciera una realidad arrancó mucho antes. Dulce Xerach estuvo al frente del proyecto como consejera insular de Cultura y esta semana recordaba esos años previos. «Estuvimos 25 años para decidir dónde se construía el Auditorio», bromeó.

Ciertamente, antes de que se optara por el actual enclave, se barajaron diversas alternativas. «La primera opción se planteó, creo recordar, en la etapa predemocrática. Se pensó en una parcela del Cabildo situada entre Santa Cruz y La Laguna, en la zona donde actualmente se encuentra el conservatorio», indicó. A principios de la década de los ochenta, también se estudió la posibilidad de situarlo en la zona de El Chapatal

Finalmente se optó por su ubicación actual. Con una salvedad: el desmonte se inició al otro lado de la vía, no junto al mar. «Ni Costas ni Puertos del Estado nos dejaban ponerlo junto al mar, así que la obra arrancó junto al actual intercambiador del tranvía». Finalmente, un «momento de esos históricos en el que todo el mundo se puso de acuerdo» permitió situar el Auditorio en el lugar que se merecía, al lado del mar. Todos esos cambios encarecieron el proyecto, que triplicó su presupuesto en los casi siete años que duró su construcción.

El Auditorio de Tenerife, con su perfil distintivo y sus formas imposibles, fue el primer edificio como tal diseñado por un Santiago Calatrava que despuntaba pero que ya daba pistas sobre la figura en la que se llegaría a convertir. «La primera maqueta del Auditorio llegó a Tenerife en 1991, yo estaba ese día», recordó Xerach.

Fueron necesarios tres intentos para que la botella que se usó en la 'botadura' del edificio se rompiera

Lo que se celebrará, este viernes y sábado con sendos conciertos, es el aniversario del primer concierto en la Sala Sinfónica. Antes, en abril de 2003, tuvo lugar una primera ceremonia pública que no estuvo exenta de anécdotas. «Lo organizamos como la botadura de un barco, lanzando una botella contra la proa del Auditorio, que se parece a un barco». Tres intentos fueron necesarios para que la botella que se encargó de lanzar Xerach se rompiera al fin y el edificio quedara inaugurado. «Imagínate el cachondeo general: aquello lleno de gente, todos los medios presentes y aquella botella que no se rompía», bromeó. 

La anécdota pasó a la historia y, de hecho, una canción parodiando la situación fue la vencedora en el concurso de murgas de los siguientes Carnavales.

Las obras del Auditorio estuvieron rodeadas de polémica. «Fueron un desafío técnico y presupuestario. Al cambiar de ubicación hubo que añadir cosas, como el parking, que no estaba previsto. Todos los días salía algo en el periódico».

Con la apertura de la Sala de Cámara, que tuvo lugar en abril, arrancó la programación. El primer proyecto artístico fue bautizado ABC, siglas correspondientes a Música Antigua, Barroca y Clásica. «Hicimos más cosas en verano, para ir probando, pero se tardó más en abrir la Sala Sinfónica porque faltaba aún el equipamiento escénico».

El Auditorio de Tenerife se ha convertido en punto neurálgico de la vida de los tinerfeños. Con 23.000 metros cuadrados, la gran plaza que lo rodea es otro de sus grandes atractivos. A la Sala Sinfónica, con 1.616 butacas, y a la Sala de Cámara, que cuenta con otras 422, hay que unir espacios como las salas Castillo, Puerto y Alisios.