Ignacio Gaspar: «La literatura es una fórmula para ocuparse y salvarse»

El escritor tinerfeño presenta su último libro, ‘Salón de África’, con nueve cuentos que reflejan su trayectoria desde que empezó a publicar en 1975

El escrito tinerfeño Ignacio Gaspar.

El escrito tinerfeño Ignacio Gaspar. / E. D.

Había una vez un niño que no podía salir mucho de casa. Su hermano había fallecido y al ser el único hijo que quedaba en la familia, su madre lo protegía en exceso. El niño tenía una intriga que le rondaba los anhelos: quería ver cómo vivían las ranas que habitaban en una acequia cercana. Escondido detrás de una pared y evitando que lo mirasen –porque si las ranas te escupen en los ojos, te dejan ciego–, subió la cabeza y empezó a observar en la distancia.

«En una de estas, el niño atrapa una y siente la ternura de la piel de la rana en su mano», cuenta el escritor tinerfeño Ignacio Gaspar (Tenerife, 1956). Su voz narra la historia del cuento Presuroso coleccionista de ranas, uno de los nueve relatos incluidos en su último libro, Salón de África (Baile del sol, 2023), que presentó en la Casa de Colón de la capital grancanaria junto a Nayra Pérez Hernández, profesora de Literatura Española de la ULPGC.

‘Noche de hambre’

Desde el primer cuento, Noche de hambre, hasta el último, Dame la mano, Fetasa, está presente en esta obra el imaginario del autor, imaginario que aísla el tiempo en un escenario de tensiones y fantasías, con personajes y épocas tan envolventes como irreales. Gaspar puntualiza: el título de la obra, Salón de África, no hace referencia al continente vecino, sino que se remonta al pasado, a las fincas de tomates de Tenerife: «Todas las explotaciones de tomateros tenían salones y había uno que se llamaba salón de África, eso se quedó ahí en mi imaginario. No sé por qué África, a lo mejor la dueña se llamaba así».

El título de la obra evoca los salones de las exploraciones tomateras de Tenerife

La idea del cuento Dame la mano, Fetasa está en la cabeza de Ignacio Gaspar desde sus 15 años. «Representa el miedo que yo tenía al abismo, a los barrancos», explica el escritor. «Para combatir ese miedo, me imaginaba que me abogaba al abismo y que lo controlaba. Con el tiempo, esa idea se fue haciendo más grande y llegó al cuento este». Los procesos creativos son variados, entre autores y también entre textos. La inspiración se puede encontrar en muchos sitios, ya sea en una rana, en una costurera, en una casa colonial o en un tesoro perdido, todos ellos elementos presentes en los cuentos de Ignacio Gaspar. Pero sobre todo, la inspiración se encuentra trabajando: «La literatura es una fórmula para salvarse uno, para ocuparte continuamente. La literatura es vital, es visceral. Cuando escribes mucho, te vienen las ideas», reflexiona el autor tinerfeño.

Los relatos son historias llenas de fantasía en las que predomina el imaginario del autor

Escribir mucho es lo que lleva haciendo Gaspar desde 1975, año en el que publicó Llanto de un canto en una noche de hambre, cuento que, reformulado, es el que abre Salón de África. Y en esta reformulación es donde ha estado el desafío más complicado para el autor: «El desafío mayor fue tener que sentarme otra vez y empezar uno por uno a releer y a reinventar los cuentos, porque yo no soy la misma persona. Yo no soy el mismo en el 75, en el 81 o en el 83. Yo soy de vocación, todo lo que escribo tiene que pasar por el tapiz de mis emociones y esto se transforma. No estoy seguro de absolutamente nada, puedo cambiar un planteamiento radicalmente», subraya Ignacio Gaspar, que se declara en una reinvención constante.

Por ello, estos relatos, además de historias llenas de fantasía, representan una época de su narrador, que refleja en esta obra la evolución de su prosa a lo largo de más de 30 años. El paso del tiempo ha ido acompañado de su forma de contar y también su forma de leer: «Mi forma de escribir desde la primera publicación la ha ido cambiando la lectura», puntualiza. «La lectura es un viaje, un riesgo, una aventura, una invención, otro mundo. Los temas quizá sigan siendo los mismos. Hasta hace poco, siempre volvía a los originales, a la reserva de la memoria escrita, lo que dejaba sin desarrollar ideas incombustibles».

El liderazgo de la mujer

En Salón de África están presentes los ambientes agrestes, el liderazgo de la mujer y la soledad como gozo, todo ello a través de un gran componente simbólico. Y, a su vez, también está presente la oralidad a través del lenguaje que emplea Ignacio Gaspar: «El imaginario de los cuentos es universal. El español en el que yo escribo es original completamente. El idioma es potente porque es novedoso y moderno. Hay un punto de encuentro en lo que yo hacía en 1975 con Panza de burro de Andrea Abreu, lo que pasa es que ella le da mucha más velocidad y tiene un atractivo y un misterio que yo no tenía en ese momento. Coinciden en eso, en la raíz», añade el tinerfeño haciendo alusión a la también escritora chicharrera.

Lo del tinerfeño Ignacio Gaspar es pura pasión por la lectura y por la escritura, actividades en las que confiesa que puede perderse durante horas y horas. Es su manera de ocuparse, de salvarse, incluso de mantener la fe y de perpetuarse en el tiempo: «Tendrá lectores, si no es ahora, será dentro de 100 años».