CANARISMOS

Que nunca las mañas pierdas

Que nunca las mañas pierdas

Que nunca las mañas pierdas

Luis Rivero

Luis Rivero

«Maña» en el español de Canarias tiene la especificidad de nombrar a cada una de las técnicas o jeitos de la lucha canaria y se asocia a la idea de habilidad y destreza. Pero también se emplea para referirse a una ‘manera o modo de hacer algo’ (que coincide con una de las acepciones en desuso que registra el DRAE) o ‘hábito o costumbre’ que el Diccionario de Americanismos documenta en algunas zonas del Caribe como: «mala maña», ‘mal hábito, mala costumbre’. [Este es también el valor que parece darle Galdós en Fortunata y Jacinta: «El niño inocente no es responsable de las culpas del padre; pero hereda las malas mañas» (…) «¡Oh!, yo le conozco bien las mañas: me las sé de memoria». En el mismo sentido, Correas en su Vocabulario recoge esta otra versión del proverbio «dime con quién andas y te diré quién eres» y que dice: «dime con quien vas, decirte he que mañas has»]. De manera que se puede emplear la expresión «malas mañas» para referirse a los malos hábitos o a las malas costumbres que observa un individuo o también sus malas maneras; o bien, «mañas» que, sin el calificativo, tiene un sentido ponderativo cuando del contexto se deduce una conducta apropiada, correcta o conforme a las normas de convivencia socialmente aceptadas como tales. «Maña» viene probablemente de mania, ‘habilidad manual’, voz compuesta por la raíz manu (’mano’, como manipular, manejar) y el sufijo «ia» que implica cualidad, de lo que deriva amañado o malamañado. [«Malamañado», en el español hablado en las islas, se emplea para referirse a la persona de mal carácter o de difícil trato, que tiene malas mañas, lo que supondría un concepto opuesto al contenido en la frase de referencia].

«Nunca las mañas pierdas» invita con entusiasmo y gracia a conservar esa buena actitud para que se siga repitiendo en el futuro. Se trata de una frase proverbial que se emplea a modo de despedida festiva e informal o de agradecimiento dirigida a algún conocido cuando este lleva a cabo una acción loable o da muestras de generosidad, como hacer un regalo, una visita inesperada o cualquier otro servicio o gentileza inusual, lo que, de sólito, es motivo de agradable sorpresa. Es usual entre sujetos que mantienen una estrecha relación de confianza, como pueden ser familiares, vecinos o amigos. Por lo general, se emplea el verbo «perder» en segunda persona del singular (tú, en lugar del usted: «pierdas»), lo que denota precisamente confidencia entre hablantes y permite el uso de la frase en tono irónico y socarrón del que se puede percibir un velado reproche precisamente por la ausencia de esta conducta en el pasado. Se emplea habitualmente, como hemos dicho, al agradecer el presente recibido o el favor o liberalidad con que nos sorprende nuestro interlocutor: «¡Hombre!, muchas gracias por la visita»; añadiéndose con donaire en el momento de la despedida: «y que nunca las mañas pierdas». Con lo que se transmite gratitud y satisfacción por la gentileza e implícitamente se expresa el deseo de que la acción provechosa se vuelva a repetir con mayor frecuencia, que sería lo mismo que decir: «no pierdas la costumbre».