NAVIDAD CULTURAL | XXVIII edición del Concierto de Navidad de Puertos de Tenerife

Tenerife canta en coro a la Navidad con paz y alegría

El concierto navideño recupera su público y alcanza la mayor difusión de su historia

En los días que precedieron al estreno londinense de El Mesías en el Covent Garden, el actual Royal Opera House, la prensa se preguntaba si un teatro era el escenario más adecuado para representar una obra de temática tan elevada, casi sagrada. Corría marzo de 1743, y lo cierto es que el oratorio de Georg Friedrich Händel no tuvo el recibimiento que sí había disfrutado un año antes en Dublín, donde para sorpresa de muchos y para estupor de Charles Jennens –el recopilador de los pasajes bíblicos que forman la letra de El Mesías– se había representado por primera vez. Ayer, casi tres siglos después de que en Londres cuestionaran la elección del Covent Garden para una obra sobre Jesucristo, la Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST) demostró que el oratorio, una de las corales más conocidas de la historia de la música, conmueve por igual en un templo, en un teatro o en la dársena de un puerto.

El Mesías fue la pieza principal escogida para la vigésima octava edición del Concierto de Navidad de Puertos de Tenerife. La primera edición una vez superado lo peor de la pandemia de coronavirus, que el año pasado obligó a celebrar el concierto sin público, a puerta cerrada, y que en 2020 desembocó en su cancelación. Se acabaron por fin los aplausos virtuales: alrededor de 8.000 personas regresaron al improvisado auditorio de la dársena de Los Llanos del Puerto de Santa Cruz de Tenerife. Unas 8.000 personas a las que, desde la distancia, se sumaron varios centenares de miles más gracias a la retransmisión en directo para toda España a través de La 2 de TVE, de Radio 5 o de Radio Exterior. Fue la primera vez en los casi 30 años de historia del concierto extraordinario de Navidad en que se transmitió en vivo para todo el país. Un hecho de no poca importancia por lo que supone en términos de promoción turística de la Isla. Los ciudadanos de Huesca, donde ayer se registraron temperaturas mínimas de -1,7 grados; Cuenca, donde el termómetro cayó hasta los -2,4 grados; o Lérida, donde alguna localidad vio cómo el mercurio se hundía hasta marcar -3º, debieron de disfrutar del concierto a través de sus televisores en medio de un doble asombro: ese que sobreviene al escuchar el Aleluya de El Mesías y ese otro que se produce al ver un concierto en pleno diciembre, al aire libre y en una Isla que gozó ayer de temperaturas máximas de 24 grados.

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La dársena portuaria de Los Llanos acogió la vigésima octava edición de un concierto que ya es un clásico

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Unas 8.000 personas disfrutaron de la cita en Santa Cruz

Al frente de la OST estuvo una vez más su director honorario, Víctor Pablo Pérez, cuyo nombre está unido de forma indisoluble al de esta ya histórica cita en el calendario navideño de Tenerife. No en vano, el director burgalés, Premio Nacional de Música en 1995 y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1999 –entre otras muchas distinciones y reconocimientos–, fue en sus inicios uno de los impulsores de este singular concierto en la dársena portuaria.

Al escenario, en el que al margen de El Mesías se representaron también la obra Melody, del ucraniano Myroslav Skoryk –una muestra de apoyo en forma de acordes al pueblo ucranio en su lucha contra la invasión rusa–, y el cuarto movimiento de la Novena sinfonía de Ludwig van Beethoven, el archiconocido Himno a la alegría, se subieron también la soprano Alicia Amo, la mezzosoprano Ana Ibarra, el tenor Airam Hernández, el barítono Fernando Campero y los miembros de la Coral Reyes Bartlet, que necesitó de varios refuerzos para la ocasión. Fue esta última, la formación amateur que desde 1970 debe su nombre al músico portuense Juan Reyes Bartlet (1889-1967), la responsable de llevar a buen puerto el Aleluya de El Mesías, el coro con que finaliza la Parte II de la obra de Händel, esa que se centra en la Pasión de Jesucristo –la primera parte es la de las profecías y la anunciación a los pastores y la tercera, la de la resurrección de los muertos y la glorificación de Cristo–. Las voces de la Reyes Bartlet, en uno de los momentos más esperados del concierto, aclararon en su interpretación por qué son uno de esos pequeños grandes lujos de los que disfrutan, tal vez con la boca demasiado chica, Tenerife y por extemsión Canarias.

Fue la Melody de Skoryk la que rompió el hielo, pero el primer gran momento de la tarde llegó con Airam Hernández en el escenario para interpretar el Comfort ye, comfort ye My people, un recitativo de El Mesías con el que el tenor esperancero, Hijo Predilecto de El Rosario, demostró que la comparación de su espectacular timbre con el de un joven Pavarotti no es en modo alguno exagerada. Lo siguieron la Reyes Bartlet con el coro And the glory of the lord y el joven y descollante barítono tinerfeño Fernando Campero, discípulo de la tan recordada María Orán y a cuya voz continuó el bello timbre de Ana Ibarra antes de otra tanda de aplausos. For unto us a Child is born, otro de esos coros de El Mesías que tanto gustan al público, y la Pifa, la Pastoral Shymphony de Händel, sirvieron de preludio al I know that my redeemer liveth, un aria con el que la soprano Alicia Amo regaló por primera vez su voz al auditorio santacrucero. Para entonces ya quedó claro que en la selección para esta XXVIII edición del Concierto de Navidad se primó la calidad de las piezas, el nivel musical, sobre la popularidad de las mismas. Rompió esta premisa, eso sí, el conocidísimo Aleluya de El Mesías, tras el cual la intensidad y la duración de los aplausos se elevaron varios grados.

Tras el Aleluya y la necesaria afinación de los instrumentos –y en lugar ideal para mantener el punto álgido alcanzado con el coro por excelencia de la obra de Händel–, llegó el momento del Himno de la alegría.

Cuando las notas más reconocibles del himno comenzaron a sonar afloraron también más sonrisas que nunca entre el auditorio portuario. En especial en ese momento en el que el volumen se incrementó segundos antes de dar paso al barítono tinerfeño para interpretar el clásico bajo del cuarto movimiento de la Novena, una prueba de la que Campero salió de forma más que solvente. Con los cuatro solistas en el escenario, el público robó un breve lapso de aplausos antes de que Airam Hernández, a quien de algún modo se le debía la oportunidad de mirar de frente a su gente en este histórico concierto –estuvo el año pasado pero sin auditorio–, tomara una vez más las riendas antes de cederlas al coro, que resolvió con nota una de las partes de mayor dificultad del himno. Y de nuevo las cuatro voces solistas al unísono, con los destacados graves de Campero asomando entre la fortaleza de las voces de Airam Hernández y Alicia Amo. Los cuatro dieron lustre a una edición en la que, claro, no podían faltar la canción Una sobre el mismo mar, de Benito Cabrera, ni la Marcha Radetzky de Johann Strauss padre, que como es habitual cerró el concierto no antes de que Alicia Amo y Ana Ibarra regalaran una entrañable versión de Blanca Navidad.

Si se tiene en cuenta que el evento se retransmitió también a través del sitio web de RTVE –gracias a una notabilísima labor del equipo de RTVE en Canarias– y que hoy podrá verse a través de su canal internacional, la audiencia potencial llega a 420 millones de personas. 420 millones de personas que pudieron comprobar cómo, efectivamente, El Mesías de Händel es tan propio de un templo como de un teatro... O de una dársena portuaria.

Hay que recordar que la mitad de la recaudación del concierto se repartirá entre las oenegés Naves de Esperanza, Stella Maris-Apostolado del Mar y Mensajeros de la Paz y que la otra mitad irá destinada para la ONG que haya sido más votada por los internautas en los sitios webs de la Autoridad Portuaria y del propio concierto.

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