El Festival de Cortos Villa de La Orotava ya inunda el municipio norteño con el cine en pequeño formato. El sábado 11 de noviembre se conocerá a los ganadores de esta XVII edición, que tiene como padrino al actor Secun de la Rosa. «Para los actores, el cortometraje es muy importante y por eso me hace mucho ilusión participar en este festival», afirma el actor, quien añade que visitar esta cita era una cuenta pendiente.

El actor Secun de la Rosa será el padrino de la XVII edición del Festival de Cortos Villa de La Orotava, que inicia su programa de proyecciones. El Auditorio Teobaldo Power recibirá el sábado 11 de noviembre la visita del intérprete y director, quien entregará el premio al corto ganador en la Sección Oficial en la gala final del festival. De la Rosa invita a los tinerfeños a que «vengan al festival porque es un gustazo descubrir a nuevos cineastas así como el universo de los cortos», y anuncia que siempre «aparecen interpretaciones que te fascinan y además es un tipo de arte que conmueve si te dejas llevar por las historias».

El cortometraje es para muchos una plataforma para comenzar en el mundo del audiovisual pero aún así otros tantos actores consagrados siguen dedicándose a él a lo largo de su carrera. ¿Existe la concepción errónea de que el corto es un género pequeño?

Se puede caer en la trampa de que el mundo del corto es para jóvenes directores, para noveles que lo hacen para arrancar. Pero ahora está pasando una cosa muy curiosa. Ahora hay tantas plataformas que deben estar llenas de contenido que el arte se está convirtiendo en una cosa muy burócrata pero hay mucha gente del sector a la que le está apeteciendo volver al corto, que siempre ha sido algo que está a punto de extinguirse, porque es muy difícil que se pueda ver en salas y que alguien pague por él. Tiene una función casi didáctica pero el cortometraje es un oasis en el que se puede experimentar y dejar volar la imaginación para contar pequeñas grandes historias. Me parece que ahora el corto vive un momento de renacimiento.

Tras tantos años delante y detrás de las cámaras, ¿qué diría que tiene el corto que, como dice, engancha?

El cortometraje tiene muchas dificultades. La primera es que hay que contar una historia en muy poco tiempo. Hay muchos cortos, casi más que películas, que a los pocos minutos de empezar ya aburren al público porque es más difícil concentrar la trama en tan poco tiempo. El espectador de una película se da su tiempo para que la película arranque más lentamente, se le da otro permiso. Pero en un cortometraje no es tan fácil que un principio te enganche. Además, en este mundo hay tanto deseo de experimentar y descubrir que es un formato más complicado para que de primeras enganche. Pero cuando un corto sale bien es maravilloso. Es como cuando en el teatro haces piezas cortas, que son muy necesarias.

Precisamente hablando de los espectadores, ¿hay que educarles en el mundo del cortometraje?

Este año hay una buena cosecha de trabajos pero es cierto que el público debería aprender a disfrutar de una historia breve. Por otro lado, también los cineastas deben aprender que una historia breve no tiene que caer en la densidad y hay que darle valor a los planos, a la interpretación y a la propia historia. Es un trabajo de todos. El corto es un cajón de sastre en el que cabe todo y es normal que al espectador le cueste más. También es verdad que se suele caer en la trampa de reducir en localizaciones, en ritmos más lentos y es una pena que pocos cortometrajistas se permitan hacer una película, con todos sus planos, en formato corto. En 15 minutos se puede contar una historia reducida, es algo parecido como los capítulos de una serie.

En los últimos tiempos ocurre que cortometrajes de mucho éxito se convierten luego en películas que cosechan las mismas buenas críticas y no pocos premios. ¿Cree que esta tendencia ayuda o perjudica al corto?

A veces hay cortos que por lo que sea, por falta de medios o porque es más fácil hacer un corto que un largo, se decide proyectarlos así y tienen un recorrido más corto que si fueran una película. Yo creo que lo que pasa con Madre, de Rodrigo Sorogoyen, o este año con Cerdita, de Carlota Pereda, es que adelantan de alguna manera una historia que se puede convertir en una película y hacen un corto a modo de teaser o capítulo piloto. Hay una corriente cortometrajes en ese sentido y me parece maravilloso porque vemos primero la secuencia madre de una película que luego se desarrolla. Además, entran ganas de saber más acerca de esos personajes.

Habla de una buena cosecha de cortos este año, ¿qué es lo que destacaría de ellos, la cantidad, la calidad o los nuevos talentos?

Me da la sensación de que el panorama se ha revitalizado. Siempre aparecen ciertas joyas pero me da la sensación, por lo que he visto hasta ahora, que este año el nivel es muy alto. Afortunadamente, ahora hay más diversidad, se ven los temas desde otros puntos de vista y llevamos unos años con mucho éxito de mujeres cineastas, lo que siempre es de agradecer. También salimos de una pandemia y la gente tiene muchas ganas de hacer cosas nuevas. Es un año muy fructífero también para el largometraje.

Es un año muy fructífero también para usted, que no para de afrontar nuevos proyectos en diferentes formatos.

La verdad es que me siento muy afortunado porque voy haciendo un trabajo tras otro. Además siento que voy aprendiendo en cada uno de ellos. El camino que he elegido es quizás más difícil porque no me acomodo nunca. Ahora estoy haciendo en el teatro el monólogo Las piscinas de la Barceloneta y quizás con él estoy recibiendo las mejores críticas de mi carrera y era algo que no me esperaba porque era una obra muy sencilla, de un solo actor, pero estoy conmovido con las opiniones y estoy fascinado girando por toda España. También tuvimos mucho éxito con la película El Cover, que nos pillo en mitad de la pandemia y tuvimos muchos problemas para grabarla y se estrenó como se pudo, pero ha tenido muy buenas críticas y ha logrado varios premios. Después de eso pensé que me iba a costar mucho continuar pero me han llegado nuevas ofertas. Estoy en una etapa de seguir aprendiendo y eso es bonito.