Han transcurrido más de 45 años y tal vez por ello resulte difícil hacerse hoy una idea cabal de la conmoción que produjo en los hogares españoles la primera aparición de Raffaella Carrà en el programa de TVE '¡Señoras y señores'’ que dirigía Valerio Lazarov. Aun siendo una emisión en blanco y negro, la visión de aquella menuda italiana embutida en un ceñidísimo mono de lentejuelas que se contoneaba y sacudía el flequillo a los gloriosos compases de ‘Rumore’ (la historia de una mujer que ha dado puerta al marido porque quiere decidir qué hacer con su vida) suponía una incontenible explosión de color y libertad en el siniestro panorama catódico del tardofranquismo.

España acababa de estrenar 1975, el año que vería morir al dictador, y la Carrà se ofrecía esplendorosa desde la pantalla del televisor para ayudar al país a dejar atrás la barbarie y entrar en la civilización y la modernidad a golpe de caderazos huracanados..

Es uno de los muchos méritos (y no el menor) que toca reconocerle en la hora de su muerte, ocurrida en la tarde del lunes como consecuencia de una reciente enfermedad que la cantante quiso mantener en secreto. Nacida en Bolonia en 1943, Raffaella Maria Roberta Pelloni, Carrà para el arte, hizo un trabajo impecable como musa descarada, dicharachera y algo vulgar de la transición española, tarea que llevó a cabo desde sus botas de plataforma y sin renunciar nunca a sus firmes convicciones eurocomunistas.

Antes de aterrizar en TVE de la mano del siempre atento Lazarov, la Carrà ya había hecho cine y teatro, había desafiado la censura de la RAI al aparecer con el ombligo al aire y había soliviantado al Vaticano en 1971 con la tórrida coreografía de la canción ‘Tuca Tuca’. El impacto de aquella sonada irrupción en ‘¡Señoras y señores!’ propició la realización de cuatro programas especiales que TVE emitió en 1976 con el título genérico de ‘La hora de…’ y que consolidaron la popularidad en nuestro país de la diva platino, que había empezado a grabar sus canciones en castellano para solaz y consternación (a partes iguales) del público español.

Embajadora de la libertad sexual

Versos como “para hacer bien el amor hay que venir al sur / lo importante es que lo hagas con quien quieras tú”, “hace tiempo que mi cuerpo anda suelto y no lo puedo frenar” o “mi dedo está enrojecido de tanto marcar / se mueve solo sobre mi cuerpo y marca sin parar”, enunciados entre coreografías en las que la cantante sugería ritos de apareamiento con los miembros masculinos del Ballet Zoom, encendieron a la España de la época tras largos años de oscurantismo y represión y convirtieron a Raffaella Carrà en algo así como la embajadora de la libertad sexual (y, con el tiempo, en un muy reconocible icono de la comunidad LGTBI pese a su inveterada heterosexualidad).

Esa misma mezcla de alegría y desparpajo caracterizó siempre su trayectoria como presentadora televisiva, que alcanzó su punto culminante en los años 80 en la RAI con programas como ‘Pronto Raffaella’, ‘Venerdi, sabato e domenica’ y ‘Ricomincio da due’, que le reportaron audiencias millonarias y suculentos contratos con los que alcanzó el estatus de estrella mejor pagada de la televisión europea. Tan incuestionable era su posición que podía permitirse cosas como entrevistar en 1984 a la madre Teresa de Calcuta ataviada con un vestido con transparencias y cristales de Swarovski, un momento que forma parte de la historia de la pequeña pantalla en Italia.

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Muere Raffaella Carrà a los 78 años EFE

Su filiación izquierdista no fue obstáculo para que cambiara la televisión pública por las cadenas de Berlusconi, pero la experiencia, pagada a precio de oro, no acabó de salir bien y la Carrà volvió a recalar en España en 1992 para presentar en TVE ‘Hola Raffaella’, un heterogéneo y popularísimo magazín de entrevistas, actuaciones y concursos en el que la diva boloñesa lo mismo departía con Santiago Carrillo que con Samantha Fox.

En 1995 dio el salto a Tele 5 para conducir, en horario de sobremesa, ‘En casa con Raffaella’, pero el impacto ya no fue el mismo y la artista no tardó en volver a Italia. Habrían de transcurrir 13 años hasta que TVE volviera a reclutar a la Carrà, esta vez para presentar el programa especial ‘Salvemos Eurovisión’, en el que la audiencia debía elegir el intérprete y la canción que iban a representar a España en el festival de la canción europea de 2008. El ganador fue Rodolfo Chikilicuatre con su ‘Baila el chiki-chiki’. Raffaella Carrà no volvió a trabajar en nuestro país.