Un listado sonrojante

Canarias cuenta con diez bienes patrimoniales que la Asociación Hispania Nostra

ha incluido en su conocida Lista Roja, ocho de ellos en Tenerife y dos en Lanzarote

Elevador de aguas de La Gordejuela

Elevador de aguas de La Gordejuela / El Día

Sergio Lojendio

Desde un palacio de rancio abolengo hasta casas señoriales, así como infraestructuras para elevar agua, antiguos molinos o haciendas agrícolas, pasando por un singular semáforo de señales, una histórica torre defensiva, la vivienda de un significado autor surrealista, un primer dispensario médico y uno de los yacimientos más significados de la cultura aborigen figuran entre los elementos que se encuentran en evidente riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. Son ejemplos de patrimonio civil, industrial, militar o arquelogico, unos públicos y oros privados, pero todos, amenazados.

La Lista Roja del Patrimonio es una iniciativa de la Asociación Hispania Nostra cuyo fin es dar a conocer y proteger la parte del patrimonio cultural y natural que se encuentra en estado de abandono. Por tanto, recoge elementos que se enfrentan al riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. Esta lista se elabora bajo la supervisión de una comisión científica y no debe considerarse un inventario o trabajo académico, sino una llamada a la sociedad para que conozca, se sensibilice y actúe sobre elementos patrimoniales en peligro. Hay recogidos más de 800 casos y Canarias participa en esta sonrojante nómina con 10 bienes que se reparten entre las islas de Tenerife (8) y la de Lanzarote (2).

Elevador de aguas La Gordejuela.

Este complejo industrial fue construido en 1903 por la casa Hamilton. La configuración estuvo constituida por tres edificios, un depósito y una gran chimenea, así como infraestructuras de canalización de las aguas. Sin protección específica, la estación de bombeo se encuentra en ruinas. No cuenta con techo, puertas ni ventanas, algunos arcos ya han desaparecido y, además, el suelo se ha hundido. A la vista está.

Casa Fuerte.

En el siglo XVI, Pedro Ponte construyó una fortificación para defender la costa adejea de las continuas incursiones piráticas. La fortaleza está declarada Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Monumento Histórico. En 2016, el Gobierno de Canarias anunciaba su colaboración en un proyecto de restauración del conjunto, que albegaría el Museo de los Ingenios Azucareros de la isla. A día de hoy se encuentra en estado de ruina y abandono, ya que carece de medidas de prevención y conservación.

Hacienda La Gorvorana.

Dedicada en origen al comercio del vino malvasía, tras la caída de este mercado pasó a dedicarse al englón del plátano. Sin protección específica se encuentra en proceso de ruina. El portalón metálico colocado a la entrada es el primer añadido que resalta el valor de la obra. La entrada, con un zaguán de piedra natural, ha sido rebajada, eliminando la piedra para permitir la entrada de los vehículos que transportan las piñas al empaquetado. Planchas de plástico, columnas de hierro, bloques y cemento arrinconan y destruyen sólidos paramentos elaborados a base de piedra seca. La hacienda se ha convertido en lugar concurrido para vándalos y desaprensivos que han destrozado todo este histórico inmueble que data del siglo XVII. Se han detectado pequeños incendios en su interior.

Molinos de Los Príncipes.

A finales del siglo XX, tanto los molinos como las canalizaciones dejaron de usarse y se fueron deteriorando. La Hacienda de los Príncipes está actualmente catalogada como Monumento Histórico, según el Gobierno de Canarias, que propuso una nueva delimitación de este bien en abril de 2015. Lo que queda de ella fue afectada por un Plan de Urbanización en 2004, quedando la parte de Los Molinos bajo propiedad municipal. Siendo BIC con categoría de Monumento se encuentra en estado de abandono y evidente deterioro.

Palacio de Nava.

Comenzó a construirlo Tomás Grimón, regidor de Tenerife, en 1585. El cuerpo central de piedra se ejecutó hacia 1681 y vivió una última reforma en 1776. Contiene una escalera de tres tramos, en mármol de Carrara, y un artesonado infrecuente en una obra civil. La mezcla de estilos le confiere un carácter ecléctico. Albergó la famosa Tertulia de Nava. Está catalogado como BIC desde 1976. En 2015, diferentes administraciones anunciaron su propósito de abrirlo al público, pero el proyecto de restauración, con casi 3 millones de euros, quedó aparcado. A día de hoy, la huerta está abandonada; los cielos de la planta alta, colapsados; el patio principal muestra daños estructurales; hay corrosión en los balcones y deterioro en la fachada.

Semáforo de La Atalaya.

Fue construido por el Ministerio de Fomento. en toba roja del país, y entregado al de Marina en 1893. El 4 de diciembre de 1895 comenzó a funcionar. Consta de un cuerpo rectangular con dos viviendas para los vigías; otro para el ordenanza y un tercero, hexagonal, destinado a observatorio. Contaba con dos aljibes, hoy destrozados, y un horno de pan exterior. El mástil donde se situaba un pararrayos, un palo de 16 metros de alto y la cruceta de doce (donde se colocaban las banderas de señales), no ha soportado los temporales y se ha partido. En diciembe de 2018, Gobierno canario, Cabildo y el Ayuntamiento de Santa Cruz se comprometieron a rehabilitarlo, Cuenta con protección integral en el Catálogo Municipal de Patrimonio Histórico. El semáforo ha padecido el arranque de puertas y ventanas, el derribo de tabiques, la destrucción de sus dos aljibes, el deterioro de su cubierta y su fachada de tosca roja.

Torre o castillo de San Andrés.

La torre castillo integraba el conjunto de fortificaciones menores para la defensa de Tenerife. La idea cristalizó en 1706, sufriendo sucesivas avenidas de los barrancos. Cuando se produjo el ataque de Nelson, en 1797, jugó un importante papel. En 1878, un nuevo aluvión arruinó la torre, por lo que se ordenó su desartillado y se le entregó al alcalde del barrio el 12 de marzo de 1879. Tras declararse en ruinas se tasó para su posterior venta. Otro aluvión, en 1895, terminó de arruinarla, dejándola en el estado actual. En 1926 se entregó al ayuntamiento y en 1999 se delimitó su entorno de protección como BIC. En diciembre pasado, el ayuntamiento anunció su deseo de convertirlo en espacio visitable y peatonal, según propuesta elegida en un concurso de ideas. La torre se mantiene en ruinas, truncada y partida por la mitad.

Casa de Agustín Espinosa.

Agustín Espinosa García (1897-1939) fue un poeta y narrador integrante del grupo surrealista de Tenerife y figura clave del panorama vanguardista insular. La casa, de una sola planta, posee una terraza cerrada por una mermada baranda de mampostería que se abre a la calle por una interesante reja modernista. En su parte posterior se sitúa un mirador acristalado. Si bien no tiene valor arquitectónico objetivo, sí representa una muestra de la arquitectura local de la época y, sobre todo, la vivienda familiar de un destacado surrealista. Está incluida en el catálogo que compone el conjunto delimitado en el BIC de La Iglesia de Ntra. Sra. del Carmen y plaza de San Agustín y los bienes muebles vinculados a la misma. En evidente abandonado y en proceso de ruina.

Casa Cabrerón.

El inmueble, localizado en la barriada de Valterra, data de 1887 y debe su nombre a su propietario, Justo Cabrera y Cabrera, célebre en Lanzarote por su apodo, Cabrerón. En esta casa se instaló el primer dispensario sanitario qcon elque contó la ciudad. A pesar de que en 2017 se presentó una propuesta para darle un uso público y cultural al edificio, no se ha concretado ningún plan de actuación y, en consecuencia, sigue abandonado. El inmueble se encuentra en mal estado de conservación. En el techo y las paredes se pueden apreciar grietas; la madera de los ventanales está muy degradada. El edificio ha sido okupado y su patio se emplea, actualmente, a modo de vertedero

Poblado de Zonzamas.

Uno de los yacimientos de arqueología aborigen más relevantes. El conjunto fue objeto de excavaciones en las décadas de los setenta, ochenta y noventa del pasado siglo. Las dataciones cronológicas sitúan su origen en el siglo V, estando ocupado hasta el siglo VIII, cuando es abandonado. El conjunto arqueológico engloba una quesera y varias casas hondas, entre las que se encuentra el Palacio de Zonzamas. En algunas estructuras pueden apreciarse diversos grabados y restos de malacofauna y se han encontrado fragmentos de cerámica, huesos de animales y cuchillos aborígenes Tras décadas de excavaciones, abandonos, expolios y vandalismo, el yacimiento de Zonzamas se encuentra en mal estado de conservación. Algunas partes de las casas hondas se encuentran en ruinas y otras están enterradas. La zona correspondiente al Palacio de Zonzamas ha sufrido saqueos debido a la falta de protección y vigilancia. Asimismo, se han paralizado las obras debido a la falta de inversión. Los montículos con grabados no se encuentran catalogados y los fragmentos de cerámica, malacofauna y las herramientas de corte se encuentran esparcidas por el suelo del yacimiento.