Los jubilados de la Refinería Tenerife compartieron una jornada de reencuentro en la que Cepsa pone en valor su aportación profesional y da a conocer la nueva estrategia de futuro de la compañía en las islas

Con emoción por revivir antiguos recuerdos y alegría por reencontrarse con sus excompañeros, más de 70 jubilados de la Refinería de Santa Cruz de Tenerife participaron en el encuentro organizado por Cepsa en dicha instalación y con el que se quiso reconocer su contribución a lo que ha llegado a ser la energética.

Anécdotas y vivencias compartidas marcaron una jornada en la que, además, pudieron conocer de primera mano los planes de futuro de la empresa. Una evolución que, admitieron, les genera sentimientos encontrados como consecuencia de la desaparición del que fue su centro de trabajo durante muchos años pero que, coinciden, es inevitable para adaptarse a la nueva situación energética.

Todos ellos destacaron su larga vinculación a la empresa, con muchos años de servicio prestados que han dejado una huella de pertenencia a una instalación que, aseguran, ha formado parte de la vida de la ciudad y ha generado lazos de unión con la sociedad, tanto de forma directa como indirecta.

Pepe Melián

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Este es el caso de Caridad Sánchez, que se siente vinculada a la Refinería desde su nacimiento, ya que su padre trabajaba en ella. A esto se suma, además, 47 años de su vida profesional, de la que guarda muy buenos recuerdos.

Explica que su acceso a la energética lo hizo a través de la última oposición para mujeres que llevó a cabo la Refinería, en una época en la que la presencia femenina en la empresa era muy reducida, con apenas un centenar, frente al grueso de la plantilla, compuesta por alrededor de 2.500 hombres, según narra. Una situación que, añade, pese a ser tan dispar, no generó ningún punto de tensión ni de discriminación.

Su primera experiencia laboral la desarrolló en la central mecanográfica y de ahí dio el salto al departamento de compras. Posteriormente, fue secretaria de los servicios administrativos y también estuvo vinculada a los departamentos de recursos humanos, laboratorio y mantenimiento, para culminar los últimos 20 años de actividad como gestora de compras.

Dicha trayectoria, recalca, le aportó una amplia formación y experiencia en diferentes áreas y que incluso completó con una beca que le concedió Cepsa para aprender inglés en verano durante sus vacaciones.

Caridad Sánchez

Caridad Sánchez

Reconoce que el trabajo en la Refinería, además de contar con unas buenas condiciones económicas, reportaba numerosos beneficios sociales con los que Cepsa pretendía ir más allá y mejorar la calidad de vida de los empleados y sus familias. Entre ellos, destaca la existencia del economato, en el que los trabajadores adquirían diferentes productos a precios de coste, como alimentos, tejidos, ropa, zapatos e, incluso, juguetes en Navidad.

Asimismo, disponían de una guagua para trasladarse desde su domicilio a la Refinería, donde contaban también con los servicios de desayuno y comedor, y sin coste.

Una gran ciudad

Caridad Sánchez tuvo la oportunidad de reencontrarse durante la visita a la Refinería con una de sus compañeras de oposición, Isabel Déniz. Hija también de un empleado de la Refinería, recuerda cómo le cambió la vida cuando decidió dejar a un lado su idea de ser azafata y optó por embarcarse en una aventura profesional que, a lo largo de 45 años, le permitió desempeñar su trabajo en diferentes departamentos, como caja y tesorería como técnico medio. Una trayectoria en la que pudo conocer a muchos de los empleados y donde, coincide con Caridad, recibió un trato igualitario por parte de sus compañeros.

Isabel Déniz todavía recuerda la Refinería como “una gran ciudad”, en la que, además del personal de Cepsa, había que contar con el de las contratas. Incluso, apunta, contaban con una guagua, a la que llamaban ‘la Emilia’, con la que realizaban los desplazamientos dentro de la instalación. Una urbe cuyos habitantes, afirma, compartían no solo trabajo sino momentos de ocio, como la celebración del día de la patrona, Santa Bárbara, o de la Navidad, con comidas y concursos de adornos en los que participaban los distintos departamentos.

Todo ello hizo que se generase una “relación de familia” con sus compañeros. Asimismo, destaca que para ella fue un orgullo trabajar en una empresa cuya repercusión en Santa Cruz de Tenerife era evidente, con buenas condiciones laborales y que fomentaba la relación con sus empleados.

Isabel Déniz

Isabel Déniz

Julio Peña es otro veterano que estuvo durante 44 años en Cepsa. Su acceso lo realizó también a través de una oposición, pero en su caso estuvo acompañado de un proceso de formación de tres años en diferentes áreas, hasta que cumplió los 18 años y fue contratado.

A partir de ahí, su experiencia se fue fraguando en secciones como ingeniería, programación y control, e incluso durante cinco años desempeñó su trabajo en los dos aeropuertos tinerfeños a través de la filial Cepsa Aviación, para regresar posteriormente a la Refinería y terminar su etapa laboral como programador de los trabajos de los diferentes centros de la compañía en Canarias.

Su experiencia, apunta, fue muy positiva, marcada por las condiciones laborales de las que disfrutaban y la formación continua que se ofrecía a los empleados, que, insiste, en su caso jugó un importante papel en su desarrollo personal. A su vez, destaca, entabló relaciones de amistad con sus compañeros, con los que todavía se sigue reuniendo de forma periódica.

Durante su etapa laboral, fue uno de los representantes del comité de empresa, una experiencia que recuerda como positiva, gracias a la disposición al diálogo que hacía que, aunque hubiese desacuerdos entre la empresa y los trabajadores, se buscase siempre una solución de forma rápida.

En evolución

Añade que también fue testigo del proceso de evolución vivido por la compañía, materializado con la cada vez mayor presencia de mujeres en los diferentes puestos de trabajo. Más allá de los administrativos, que solían ostentar en los primeros años, se consiguió una presencia femenina notoria en puestos técnicos. Además, destaca la apuesta por la diversificación de la compañía, que ha permitido la generación de trabajo y su consolidación como una empresa referente en las Islas.

Julio Peña

Julio Peña

Otro de los presentes en la visita a la Refinería fue Pepe Melián, asesor fiscal que se incorporó a la instalación como becario y que, tras un examen, consolidó un puesto de trabajo que mantuvo durante 30 años.

Su trayectoria profesional estuvo vinculada a las áreas de contabilidad y recursos humanos, de la que destaca su buena relación con sus compañeros y con sus superiores, con quienes existía un trato directo. En este sentido, destaca que la convivencia facilitaba no solo las relaciones personales sino también las laborales, al mismo tiempo que pone en valor el reconocimiento profesional del que eran objeto los empleados.

Actividades sociales

La vinculación a la empresa por parte de los empleados y el sentimiento de pertenencia a la entidad quedaba patente en otras actividades que desarrollaban al margen de la laboral. Este era el caso de los denominados juegos sociales, que aglutinaban diversos grupos de actividades, como bochas, bolos, petanca, pesca, tiro de precisión o tenis, entre otras, en los que participaban los empleados. A su vez, se creaban torneos nacionales con los equipos del resto de los centros de Cepsa en el país, lo que permitía establecer contactos con otros profesionales, explica Pepe Melián. Fruto del impulso de la actividad social de los trabajadores fue también la creación del grupo de coros y danzas Chinobre.