Dos mujeres para la historia, dos personas íntegras con los méritos de pertenecer a un grupo de mujeres que contribuyeron a construir y dar forma a una España distinta a la actual y que estaba lastrada por los recientes recuerdos de una dura dictadura. En el año 1977 tenían el propósito y la responsabilidad de propiciar un cambio en favor de la figura femenina en un mundo dominado por los hombres, misógino y machista. Ellas son María Dolores Pelayo y Esther Tellado, senadora y diputada constituyentes, respectivamente.

Con ellas, integrantes en un grupo minoritario de mujeres convencidas de la lucha por un cambio, se empezó un legado que hoy en día perdura, pero que está inacabado, una historia muy poco conocida que se ha plasmado en un libro singular de la mano de la periodista Magis Iglesias titulado Fuimos nosotras: Las primeras parlamentarias de la democracia, que fue presentado anoche en el Parlamento de Canarias.

En el libro se dan nombres femeninos y apellidos, casi todos desconocidos, de una época difícil en la que lucharon por la igualdad y los derechos básicos, contra la desigualdad social, por la libertad y la paz, y casi siempre en una situación de debilidad propiciada por la propia cultura que imperaba.

Pelayo apuntó los antecedentes de la sociedad antes de la muerte del dictador Francisco Franco, explicando que "veníamos de una dictadura en el que las mujeres eran un instrumento del Estado, una fábrica de crear hijos; en el que teníamos determinados trabajos prohibidos; se perseguía la publicidad de los anticoncetivos; o no se podía abortar y si se hacía todo era un riesgo".

Todo ello propició su entrada en el movimiento social, primero, y después en el político, incluyéndose con escasos medios en la carrera por participar en las primeras elecciones, una historia muy parecida a la de Esther Tellado, que con sus ansias de mejorar la calidad de vida de las personas con alguna discapacidad o riesgo social dio el salto con una agrupación que luego se integró en una coalición de partidos, la UCD.

Se habían integrado en la política pura y dura. Ahora tocaba la lucha por las libertades, la guerra por el empoderamiento de la mujer y sus derechos. Y no fue fácil.