Eddie Phillips, el eterno ídolo de la «fiebre amarilla»

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«EDDIE PHILLIPS: Muchos puntos y muchísima polémica en Tenerife», titula Javi Ortiz en sus «historias del basket» 

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Marcó una época Eddie Phillips en Canarias. Fue la camiseta aurinegra la única que vistió en sus cuatro temporadas (la primera y la última no completas) en España, protagonizando algunos momentos espectaculares en lo deportivo y escandalosos en lo personal. ¿Cuántas veces ha pasado que un jugador norteamericano se ha liado a tiros en una discoteca en España? ¿Y que ese jugador sea el máximo anotador de la liga?

Era, por descontado, un baloncestista extraordinario, sobre todo a nivel ofensivo, con una enorme gama de recursos y una eficacia hacia el aro realmente superlativa.  En sus tres campañas ACB (84-85, 86-87 y 87-88, con el paréntesis del ascenso en la 85-86) promedió la burrada de 30,2 puntos (con un tope de 52) y 9,5 rebotes en 37 minutos.

No deja de ser una pena que a Phillips muchas veces se le recuerde por su difícil carácter, señalado a menudo como rayano en la auténtica locura, incluso con sus propios compañeros, a los que no tenía reparo de amenazar e incluso agredir en los entrenamientos. Casi tres décadas después se arrepiente abiertamente de lo sucedido sobre todo una noche, la del 30 de septiembre de 1987 en un local de Playa Las Américas, al sur de Tenerife. Celebraba su 26 cumpleaños con Mike Harper, el otro americano de su equipo, aquel Caja Canarias que fue el precedente del actual Iberostar Tenerife, también caracterizado por un juego alegre y ofensivo.

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Ambos baloncestistas vieron envueltos en una reyerta y, tras salir a duras penas del Bobby’s Bar, Phillips regresó y disparó dos veces con un arma corta (sin licencia española) contra el recinto. Una cristalera quedó hecha añicos y una mujer británica que estaba dentro sufrió pequeños cortes como consecuencia de ello.

Unas horas después, el pívot, que la campaña anterior había promediado 33 puntos, más que nadie en la competición, entraba esposado en la comisaría de Granadilla de Abona, donde pasó la noche. Se le impuso una fianza de dos millones de pesetas (12.000 euros) que su club pagó inmediatamente, estando obligado a presentarse los días 1 y 15 de cada mes en el juzgado. Siguió jugando, pero después de un par de ‘shows’ disciplinarios más con el equipo de Hernández Rizo, y seguramente temiendo responsabilidades penales con la Justicia española, el contrato se rescindió.

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Phillips regresó a su país en una decisión que, vista con distancia, fue de una dudosa legalidad si la causa todavía estaba pendiente.  No volvería a pisar España, centrando el resto de su carrera en Israel. Se retiró en 1995 tras su paso por la liga filipina.

“Fue un gran error por mi parte, que indudablemente conllevó mi salida de un país en el que estaba muy bien”, comenta ahora, con 55 años, desde su Alabama natal, donde trabaja en un Home Depot, una cadena de electrodomésticos. “Todo surgió porque  Mike y yo nos pusimos a hablar con unas chicas que había en el local. Uno de sus dueños se puso celoso porque imagino que a ellas les llamó la atención nuestra altura y tamaño. Así es que alguien nos tiró un vaso y empezó la pelea. Intentamos defendernos, pero los vigilantes del local nos golpearon la cabeza con bates de beisbol. Llegué a pensar que nos iban a matar”, recuerda.

Phillips dice que “simplemente para defenderme, tuve que usar la pistola que traje a España ilegalmente. Con rabia y estupidez, lo único que hice fue disparar hacia las ventanas, aunque fue de una forma imprudente. Gracias a Dios, no le di a nadie, pero fue un incidente que nos ocasionó a mi novia y a mí mucha pena. También fastidié a Mike Harper, a mis compañeros, entrenadores, directivos, al presidente, a los aficionados y a toda la isla de Tenerife con aquello”. En ese tono, pide abiertamente perdón: “Estoy muy arrepentido por un acto violento e irracional. Mirando atrás, la gravedad de lo que pasó me ayudó a ser más calmado a partir de entonces, y los israelíes me dieron la oportunidad de seguir jugando”.

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Es cierto que no fue el primer brote de indisciplina en Canarias de este primera ronda del ‘draft’ de 1982 (llegó a jugar 50 partidos con los Nets), aunque sí el más grave. “Ahora soy una persona totalmente distinta. Todo es pasado y no me siento incómodo hablando sobre ello porque lo he superado. Me convertí en un hombre de familia y acepté mis nuevos papeles en la vida”, apunta. De hecho, el año siguiente del altercado se casó con la que ya era su novia en Canarias, Iris Ramona. Con ella tiene una hija llamada Alexandria que fue una estrella del voleibol universitario. En esa ‘redención’ se incluye haber terminado la licenciatura en Alabama recientemente.

Con los Nets.Con los Nets. NBA

“Canarias es uno de los sitios más hermosos de la tierra. El clima era casi perfecto y la gente muy amable. Los aficionados eran apasionados con el baloncesto y siempre me animaban chillando durante todo el partido. La isla entera nos apoyaba. Me gustaría volver algún día, porque es un sitio especial en mi corazón”, agrega.

No deja de preguntar por los que fueron sus compañeros, cuyos nombres recuerda a la perfección: “¿Qué ha sido de Salva Diez? ¿Y de Manolo de las Casas, Germán González, Juan Méndez y Carmelo Cabrera?”. También hizo una gran amistad con un grupo de bomberos a los que todavía tiene presente con mucho cariño.

3 comentarios en «Eddie Phillips, el eterno ídolo de la «fiebre amarilla»»

  • el 08/11/2016 a las 15:11
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    Hay algún inconveniente legal (lo digo por el incidente en Playa de Las Américas), para que Philips pueda volver (sin problemas legales) a la isla y recibir el cariño de la afición con ocasión de algún aniversario?. Estoy totalmente de acuerdo en que siempre, siempre, será recordado como el ídolo de la afición, polémicas aparte.

  • el 08/11/2016 a las 15:46
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    PARA ROVERVITO: En el club saben que ya no existe problema legal alguno. Se ha comprobado en el Ministerio de Justicia. Igual le invitan a venir cuando se cumpla el 80 aniversario del CB Canarias, es decir, en 2019.

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