«DESUBICADO…», artículo de Felipe Coello
Curiosamente en el deporte y en el baloncesto pasa lo mismo y sentirse profesional o no de una especialidad determinada, no te asegura en estos momentos el tener una vía laboral con la que puedas encauzar tu vida o la de los tuyos, es duro contarlo así pero lamentablemente es real y traspasable a cualquier ámbito que conozcamos, incluidos, sin ánimo de menospreciar, funcionarios interinos y otras especies protegidas hasta hace muy poco. Buscar alternativas es el siguiente paso de casi todos y el no encontrar una solución a este dilema coloca a mucha gente en una difícil disyuntiva.
El baloncesto durante décadas fue una fuente casi inagotable para vivir en estas tierras que recorrieron nuestros antepasados y que ahora, algunos quieren desmembrar como si fuera un simple puzzle, siempre salía algún incauto que se jugaba sus dividendos o algún ayuntamiento hacia suyas las perras de sus contribuyentes para apostar y salir en la foto de los éxitos del baloncesto. Yo, sin ir más lejos, pertenezco al grupo primero, al selecto grupo de los que encontraron su sitio gracias a que en una ciudad unos locos del baloncesto «engañaron», de forma cariñosa y amistosa claro está, a una persona que tenía ganas de invertir en un deporte nuevo y salir del estereotipo del directivo ligado por siempre al fútbol, y lo digo sabiendo perfectamente lo que digo, luego la noria irresistible del baloncesto profesional, hoy muy arriba y mañana en el lodo, era lo único malo de ser o estar con los pequeños.
Me acostumbré a esa forma de vivir con las olas, mi mujer y mi hijo eran, y lo son todavía, el soporte más fuerte que tenía, los otros con el paso del tiempo se han ido perdiendo, unos por razones obvias de como es la vida o la edad y otros porque normalmente solo les gustaba jugar cuando la ola estaba en todo lo alto. Otros muchos han recorrido su angosto camino buscándose la vida hoy aquí y mañana allí. Esa forma y ese estilo de vida se terminó hace algún tiempo y los que siguen en ese periplo es bien porque no pueden amarrarse a otra cosa o porque simplemente no saben hacer otra cosa. Antes los dineros que existían permitían a muchos ver un futuro a corto o medio plazo con bastantes alternativas, hoy en Archena y mañana en Mérida por poner dos ejemplos, ahora eso es muy complicado y si antes habían mil viviendo así y de esta manera, hoy solo hay diez, es lo que toca y no solo me refiero a jugadores, está claro que esto también ha salpicado a muchos entrenadores y a otro tipo de personal que se había buscado la vida como había podido y te los ibas encontrando allá donde fueras en este mundo tan peculiar que es el baloncesto y sus aledaños más próximos.
Hoy ni siquiera tener estudios y carreras universitarias te aseguran nada de nada, aquellos que trataron de compatibilizar sus carreras de baloncesto con sus estudios evidentemente tienen más posibilidades de encontrar acomodos que les permita conjugar baloncesto y otras opciones laborales, no hay remedio, es lo que toca y aunque sea muy complicado es lo que permite vivir en muchos casos a muchos jóvenes y a otros que ya no lo son tanto. Creo, de todas formas, que esto que ahora vivimos tiene que cambiar, antes o después, y aun teniendo muy claro que volver a lo que se vivió durante muchas temporadas es imposible, supongo que se podrá llegar a una situación de mayor equilibrio y podremos vivir un baloncesto más apoyado y soportado para todos en los que los jóvenes vuelvan a tener un espacio más amplio para crecer y los que no son tan jóvenes para poder vivir con esa ayuda que evidentemente les vendrá muy bien. Como decía, aun así y esperando esa mejora, si yo pudiera dar algún consejo a los más jóvenes, les diría que estudiar y prepararse es indispensable para que en un futuro puedan encontrar el sitio que desean.