La serie más dura lleva al Barça Regal a Londres (64-53)

F.C. BARCELONA - PANATHINAIKOS.

F.C. BARCELONA - PANATHINAIKOS

Un Clásico en Londres. El FC Barcelona Regal hace valer una gran trayectoria en la Euroliga en un quinto partido que pasó del todo a la (casi) nada en dos partes en las antípodas. De la belleza al aburrimiento, con Londres como único destino posible.

Y es que el inicio del Barça Regal fue apoteósico. De lo mejor de la temporada. Como si el resto de la serie no hubiera existido, como si el sufrimiento solo fuese la acumulación necesaria para alcanzar la mayor de las redenciones, el conjunto azulgrana logró 16 minutos de ensueño para marcharse por hasta 19 puntos. El Barça Regal barrió al Panathinaikos en el primer tercio del partido, con un Ingles perfectamente entonado, un Jawai imperial, un incisivo Huertas, un anotador Navarro… El equipo recuperó la vistosa esencia que le llevó a enamorar en el camino hacia el título europeo de París 2010.

16 minutos de sueño baloncestístico que dejaron en shock al conjunto griego. Pero el Panathinaikos siempre vuelve. Haciendo que el partido volviera a los más bajos porcentajes, que el ritmo se ralentizara, que todo se situara en sus coordenadas. Regresó Diamantidis para tomar el control que no pudo ejercer en la primera mitad por culpa de las faltas, Lasme volvió a anotar a buen nivel. Pero, cuando los seis puntos de desventaja parecían preceder el abordaje final…

Apareció Navarro. Con cinco puntos consecutivos recuperó al Barça Regal de la primera embestida. Pero es tan grande la dignidad del Panathinaikos, que volvieron para convertirse en un dignísimo rival de una durísima serie. Una serie, que lleva al Barça Regal a Londres. Con 16 minutos para soñar. Y un Clásico por delante.

16 minutos de ensueño

Los primeros ataques de cada equipo querían situar las soluciones tácticas del pasado ahí, en el pasado. El Barça Regal, con el trío exterior Huertas-Navarro-Abrines, luchaba contra la especulación. El base brasileño, con la consigna marcada a fuego, buscaba incisivamente el aro, hasta lograr la canasta. En la otra mitad de cancha, el Panathinaikos anotaba ante esa zona 2-3 que tanto se le había atragantado en los encuentros precedentes.

Regresando a la individual, el conjunto azulgrana sufría a Jonas Maciulis al poste bajo, mientras que en las soluciones ofensivas aparecía el tiro exterior. Con Álex Abrines y Juan Carlos Navarro acertados en sus primeros tiros, los locales cogían las primeras ventajas en el marcador (11-6).

En lo ambiental, la presión del Palau Blaugrana se notaba más que nunca, con vítores por cada rebote ofensivo, pitidos a cada ataque griego y sonoras protestas a cada reclamación griega a los colegiados. Dimitris Diamantidis, el blanco.

La anotación azulgrana crecía (anotaron 14 puntos en los primeros cinco minutos), gracias al acierto en el tiro exterior. Que, además, hacía florecer espacios en la zona.

Pese a que el Panathinaikos había aumentado sus prestaciones ofensivas y subía líneas en defensa, el Barça Regal respondía a base de tiro exterior. Teniéndolo a él –titubeante arma durante la serie–, todo era diferente. Sobre todo, si las alternancias zona-individual seguían perturbando la paz griega. Con el 20-10 (minuto 8), el Barça Regal retaba a anotación a su rival. A acierto anotador. Porque los azulgrana colmaban el vaso.

Triple de Marcelinho Huertas. Triple de Joe Ingles. Lanzados (28-14). El sobrenatural acierto culé desarbolaba por completo a los griegos. En ese grado de confianza, la maquinaria azulgrana funciona al nivel de las mejores de Europa.

En el tercer encuentro, los hombres de Xavi Pascual habían anotado 29 puntos al descanso. En el quinto envite, llevaban 28 al final del primer periodo. En un solo cuarto ya habían anotado el 41,5% de su media anotadora en toda la serie, que eran unos pobres 67,5 puntos. Sus porcentajes explicaban el dominio absoluto: 66% en triples (por el 32,4 global) y 60% en tiros de dos (por el 49,6 de la serie). La teórica superioridad de la plantilla azulgrana había llegado a la pista.

Y quería convertirlo en maravilla. Como para borrar de golpe todo el sufrimiento de cuatro partidos en los que la presión había sido absoluta; el temor a caer, real; el atenazamiento, como de equipo vulgar. Pero aquello estaba olvidado. Tapón de Nathan Jawai (imperial) a Sofoklis Schortsanitis. Triple de Navarro que ya lo celebraba como si fuese decisivo. Tapón de CJ Wallace de nuevo a Sofo. El mismo ala-pívot capturando poderosos rebotes ofensivos. Ingles jugándose unos contra unos al nivel de estrella que mostró en verano con Australia. Para aparecer luego por detrás y taponar a Michael Bramos. El 37-18 era una absoluta exhibición como pocas había logrado el conjunto azulgrana esta temporada. Como parecía que ya no podía hacer.

Solo Dimitris Diamantidis anotaba una modesta bandeja para romper el sonrojante parcial. Pero el festival seguía. El Palau Blaugrana llegaba al punto de celebración continua. De aquel que se ve empujado a no dejar de aplaudir. Marko Todorovic pivotaba a Stephane Lasme para anotar una maravillosa canasta al poste bajo… Todo sobrevenía con la maravillosa naturalidad de un equipo que, atendiendo a la exhibición, parecía mentira que hubiera sufrido hasta el extremo en todos los encuentros precedentes. Belleza baloncestística concentrada en 16 minutos de ensueño.

Resituando el partido

Cuando el Panathinaikos se acercaba en el marcador con un parcial de 5-0 (39-27), respondió Erazem Lorbek desde el triple. Pero el conjunto ateniense continuó trabajando entre la euforia. El parcial aumentaba a 3-11, para rebajar la barrera de los diez (42-33), que recuperaba Jawai. El descanso sobrevino con ese 44-33 que hacía poca justicia al vendaval azulgrana de los primeros 16 minutos, pero era mucho más, muchísimo más, de lo que el Barça Regal habría soñado en cualquiera de los encuentros anteriores.

Además, Diamantidis había quedado eclipsado, con tres faltas al descanso. Las mismas que Ante Tomic, que solo había podido jugar tres minutos y medio. Aunque el nivel mostrado por Jawai (14 de valoración al paso por vestuarios) no invitaba a echarle de menos. Nada más retomarse el encuentro, el australiano anotaba en un bello cuerpo a cuerpo al poste bajo.

A las antípodas

Tras ello, el partido se atascaba. El Barça Regal había perdido lucidez y, aunque ese era el terreno del Panathinaikos, estaba todavía demasiado lejos en el marcador como para sentirse cómodo (48-37, min. 24). Todo lo que los azulgranas convertían en la primera mitad, dejaron de hacerlo en la segunda. Ni siquiera lanzamientos librados. Y, ahí, con la diferencia ya por debajo de los diez tantos y el encuentro endureciéndose, el Panathinaikos buscaba su sitio. El Barça Regal acumulaba un preocupante 1/11 en tiros en cinco minutos, que parecían retrotraer el partido a los funestos momentos de la serie.

Solo Ante Tomic, recibiendo al poste bajo, era capaz de crear el suficiente peligro como para anotar desde la línea de tiros libres y recolocar la diferencia (51-41). Mas el encuentro ya había vuelto a los parciales de menor espectacularidad de la serie. Aquellos 16 minutos de baloncesto se habían perdido. Y, en esa tesitura, solo los errores griegos en el tiro hacían mantener la tranquilidad (y la diferencia, claro) en las filas azulgranas.

Durante 4 largos –eternos– minutos, el marcador permanecía inmóvil, los porcentajes caían sin cesar y la segunda mitad se situaba a las antípodas de la primera. En espectacularidad, en acierto, en belleza. En baloncesto. Desde el tiro libre de Tomic a falta de 4:45 hasta la penetración de Diamantidis sobre la bocina del tercer periodo, el baloncesto dejó paso al desacierto para el 51-43 final. El Barça Regal había anotado 7 puntos en el cuarto. El Panathinaikos, agazapado, parecía querer buscar el salto final.

Resolver dos veces en el camino hacia Londres

Y Diamantidis ya picaba a la puerta. Mientras el Barça Regal se perdía en errores, el base griego anotaba un lanzamiento exterior para colocar a los suyos a unos preocupantes seis puntos y se hacía con un balón en defensa. El terreno ya era, más que nunca, trébol. Los nervios culés, evidentes. Eran largos minutos sin anotar y viendo como el valiosísimo terreno abonado (de hasta 19 puntos), era quemado por los atenienses.

En un momento crítico, tras casi ocho minutos sin anotar, Juan Carlos Navarro alivió a los miles de espectadores con un triple que restablecía el ánimo. Con una penetración de ensueño, volvía a colocar la diferencia en 11 puntos. Volvía a ser él. Cinco puntos consecutivos habían puesto el partido en sus manos. Justo cuando su equipo atravesaba el momento más crítico del encuentro.

Los hombres de Argiris Pedoulakis lo siguieron intentando. Con Diamantidis a los mandos y Maciulis o Lasme finalizando. Hasta el 59-53. Pero, ahí, dos momentos condenaron al Panathinaikos. Dos meros instantes en los que todo se decide. Con seis puntos de desventaja, Roko Ukic tuvo un triple librado para el asalto final. Pero erró. Y, acto seguido, Marcelinho Huertas sí acertó. Al borde de la posesión. El Barça Regal templaba de nuevo a su rival. El 62-53 ya sabía a victoria. El 64-53 era el que tuvo a todo el Palau Blaugrana en pie. Para vitorear a un equipo que había sudado la durísima serie para acceder a su cuarta Final Four en cinco años.

F.C. BARCELONA - PANATHINAIKOS

David Vidal
ACB.COM