«La Copa Príncipe, la sonrisa de Miki Feliu y una liga profesional de 32 equipos», por @elcapitaenciam

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«Sólo el tiempo es capaz de cicatrizar las heridas, por muy profundas que sean. Hace un año se destapó uno de los episodios más negros de la historia reciente del baloncesto español, y en concreto en el baloncesto catalán. Ocurrió en Lleida, en un club de nueva creación la temporada pasada que sustituyó a otro que acumulaba deudas con la Seguridad Social. El club, para inscribirse en la LEB Oro se presentaron en la Federación Española de Baloncesto unos contratos que no estaban firmados ni por el entrenador ni por los jugadores. Contratos con cantidades económicas remuneradas inferiores a las pactadas. Los jugadores tiempo después aceptaron las condiciones ofrecidas por la directiva para solucionar el problema. Un año después se desconocen los auténticos responsables de semejante infamia. Doce meses que sirvieron para que todos aquellos involucrados en esa historia pudiesen rehacer su trayectoria profesional quedando aquel episodio en el olvido.

Uno de los jugadores afectados por esa situación fue Miki Feliu, capitán del Força Lleida. El equipo se clasificó para play offs. Jugadores cohesionados frente a la dificultad, algunos sufriendo cortes de los suministros de la luz durante cuatro días consecutivos. Nada pudo erosionar su moral. Espartanos del Força Lleida que ilustran la fotografía de este artículo, cuya directiva los trató como trozos de carne que se ganaron el respeto tanto del resto de profesionales como también de los aficionados. La LEB Oro, liga en la que los jugadores tienen asumidos los viajes en autobús, que nos recuerdan con ironía y mordacidad su situación, durmiendo en los pasillos de los autobuses con una sonrisa. Una liga de catorce equipos que se vende como una liga de baloncesto profesional cuando la Ley del Deporte no la reconoce como tal. No tienen convenio colectivo, ni salario mínimo y algunos jugadores cotizan sólo las horas de entreno y partido en la Seguridad Social. Una liga en la que la FEB no se atreve a afirmar si los jugadores cobran íntegramente su salario en nómina o bien cobran una parte en un sobre cerrado o abierto.

Miki Feliu un año después de sufrir una de las mayores infamias del baloncesto español disputará hoy viernes la Copa Príncipe con el Palencia frente al Andorra. La Copa Príncipe es un torneo que se disputa a un partido en la pista de líder de la primera vuelta en la LEB Oro, la temporada pasada en Burgos y esta temporada en Andorra la Vella. Lo que debería ser la fiesta de Fe(b)ligreses se convierte en un evento mutilado que dure lo mínimo posible en un partido donde no asiste la figura más representativa del baloncesto federativo, léase José Luis Sáez Presidente de la FEB que, como ustedes saben, está en Barcelona para presentar actos de la presentación de la ciudad como sede del Mundial 2014. De hecho la portada de la FEB está repleta de informaciones sobre la Copa del Mundo, los actos de Responsabilidad Social Corporativa, encuentros con los  medios de comunicación y todo los detalles de lo que va a suceder estos días. La Copa Príncipe, lo que debería ser el evento estrella de la LEB Oro a mitad de temporada, desplazada a un icono de dimensiones reducidas que moleste lo mínimo posible.

Andorra como equipo favorito para ascender tanto por la vía deportiva como administrativa a la ACB frente a un Palencia que, por el momento, se encuentra en segunda posición para garantizarse el factor cancha en los play offs de ascenso. Los mejores equipos de una liga en la que no se sabe para qué se compite si al acabar la temporada deben hacer un esfuerzo titánico en los despachos para poder certificar su ascenso a la ACB. En la Asamblea del pasado miércoles en la Calle Iradier, Miguel Cardenal rechazó su intención de reducir los costes de ascenso a la ACB, o lo que es lo mismo, no fue lo suficientemente valiente para reconocer ante los clubes sus verdaderas intenciones. Mientras entre unos escurren el bulto y otros miran hacia otro lado para luego protegerse de sus vergüenzas ante todos. El baloncesto se presenta en un estado ya no de indefinición sino de parálisis por el miedo. Deben tomarse decisiones entre todos para consensuar una estrategia colectiva por un bien común.

Una de las soluciones pasa por asumir o bien por los clubes de la ACB o bien por la propia FEB a los clubes de LEB Oro para formar una gran liga de baloncesto de máximo 32 equipos. Desde aquí se propuso el concepto de la ACB 2 como una liga de baloncesto de mercados pequeño que estuviese integrada en la ACB. Patrocinadores, derechos televisivos y derechos y obligaciones propias de una competición profesional de mercado reducido. Una competición de 32 equipos con un sistema que facilite las respuestas a las necesidades que tienen todos los clubes de baloncesto. Restar los partidos de mayor desigualdad competitiva, aumentar el número de partidos a disputar por equipos con menores recursos económicos, restar compromisos a los equipos con mayor presencia europea. Aspectos para que, en definitiva, permitan al baloncesto poder combinar los dos conceptos que más necesitan desarrollar en estos momentos, el mercado global y el mercado territorial, o lo que es lo mismo, abarcar el mayor número de aficionados a este deporte, los que en definitiva deberían sostener una nueva industria llamada baloncesto.

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