Opinión | Maestras y maestros de ayer

Domingo J. Jorge

José Miguel Martín recuerda que el Santa Cruz de California fue un colegio que creció como una familia

Recientemente han celebrado los primeros 50 años de la apertura de este centro en el barrio de El Sobradillo, al que acudieron antiguos profesores y alumnos

Fotografía del evento que reunió al profesorado y alumnado para recordar los 50 primeros años de su creación.

Fotografía del evento que reunió al profesorado y alumnado para recordar los 50 primeros años de su creación. / DOMINGO J. JORGE

Entre los recuerdos que José Miguel Martín nos ha traído estas últimas semanas sobre sus múltiples vivencias, mantenidas en el día a día del funcionamiento del Colegio Santa Cruz de California, él destaca sobre todo que el centro pasó de ser un espacio sólo para el aprendizaje y la docencia a «casi una familia en la que convivíamos y aprendíamos conjuntamente, alumnado, profesorado y personal no docente, crecíamos en conocimiento unos junto a otros», asegura.

Hasta en la Lucha Canaria

En la década de los setenta y ochenta el colegio a través del APA se preocupó por incorporar una serie de actividades paralelas a las que los alumnos recibían en el aula, dice José Miguel, así se impartió: «mecanografía, gimnasia rítmica, teatro, instrumentos de cuerda, macramé, esas clases se desarrollan fuera del horario escolar y se trataba de impulsar entre los chicos y las chicas otras vías de aprendizaje a las que seguro no podrían tener acceso si no con el apoyo del APA», aclara. «Se puso en marcha la biblioteca escolar en un espacio específico, con un importante fondo bibliográfico y sistema de préstamo al alumnado en las horas de recreo y comedor. También dimos un gran paso en el deporte con un equipo de atletismo, balonmano», recuerda, «la lucha canaria para la cual construimos nosotros mismos un terrero de arena entre la cancha y los vestuarios. Esta actividad duraría 14 cursos y se consiguieron títulos insulares y provinciales, llegando a formase el equipo federado El California, formado por antiguos alumnos, con el que participamos un par de temporadas en competiciones federativas. Igualmente fuimos pioneros en la lucha escolar femenina».

También dieron un interesante paso en la creación y edición de un periódico escolar, de tirada en papel en aquella época. «Una mención especial merece el periódico escolar llamado Las Hojas Locas, del que se llegaron a hacer 30 ediciones ininterrumpidas y con periodicidad trimestral, a lo largo de diez cursos escolares. Un ejemplar se enviaba gratuitamente a todas las familias del colegio junto con las notas. Tenemos un gran recuerdo, porque dicho periódico, mereció en reconocimiento escrito en dos ocasiones por parte de don Ernesto Salcedo, director de EL DÍA, por aquel entonces».

Semanas Culturales y Viajes

Los meses de mayo, a través de programaciones creadas por el equipo docente, comenzaron a promover las Semana Culturales del Colegio Santa Cruz de California, «contábamos con la presencia en el centro de personas importantes de la sociedad canaria, invitábamos a Radio Club Tenerife, Cadena SER, que vino un sábado al colegio para hacer el programa “Parranda Canaria”. Igualmente durante muchos cursos se realizaba en Navidad “el Portal de Belén” que recibió en varias ocasiones el premio que daba el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife», comenta. «También se celebran Festivales con motivo de la Navidad, Carnavales o Fin de Curso, donde los protagonistas de las actuaciones eran los propios alumnos y en su preparación se involucraba todo el equipo docente, así como las propias familias. En época de Luis Balbuena, como consejero de Educación, la década de los ochenta, la Consejería de Educación convocó los Premios Canarias en los Centros Escolares y el Colegio Santa Cruz de California recibió en tres ocasiones el Primer Premio».

Don Ernesto Salcedo, director de EL DÍA por aquel entonces, nos felicitó en dos ocasiones por nuestro periódico trimestral 'Las Hojas Locas', apunta

Dentro de su programación anual siempre figuraron visitas, excursiones, y, en especial, los Viajes de Fin de Curso, en el que participaban los alumnos que terminaban la EGB. «Comenzamos a hacerlos en el Curso 1974-1975, con un viaje a Madrid, luego en 1975-1976 proyectamos otro a Gran Canaria, seguidamente fue a Lanzarote, y continuamos con una década entera en la que se viajó a Madrid. Para la preparación de todos ellos siempre contamos con la total implicación de la familia, que buscaba fondos para que ningún alumno, en la medida de lo posible, se quedara sin viajar», recuerda entre risas. «En el propio colegio se hicieron cenas-baile en el comedor del centro, donde llegó a tocar la famosa orquesta Maracaibo de Güímar».

«Pues bien, todo aquello fue posible por la implicación de toda la comunidad educativa. En primer lugar los profesores, que éramos jóvenes y empezábamos la docencia con mucha ilusión. Nunca faltaron las Comidas de Hermandad, el Día del maestro, Navidad o una gran Comida de Fin de Curso en Las Raíces. También se hicieron fiestas con motivo de la jubilación de algunos compañeros como la de doña Visitación Hernández o don José Lorenzo.

Don Marcelino Concepción, El Todo-terreno

José Miguel no quiere olvidar, dentro de la historia del Santa Cruz de California, «otra parte fundamental, que fue el personal no docente tanto en la cocina, comedor, o como no, uno de los grandes puntales del centro, Marcelino Concepción, conserje El Todo-Terreno, quien trabajó con nosotros durante mas de 30 años», apunta. «Los padres siempre fueron una apoyo fundamental: pagaban una cuota anual, vendían los libros, ayudaban con sus cuotas en la excursiones o viajes, a pesar de las muchas necesidades que existían, pedían profesorado a la administración cuando lo necesitábamos, hicieron un trabajo enorme en la solicitud de la construcción del Colegio de Tíncer», aclara. «Y qué decir de los alumnos y alumnas, fueron y son tan buena gente que actualmente formamos parte de varios grupos de Whatsapp, y mi esposa y yo nos reunimos con ellos para hacer caminatas o comidas. Todavía algunos me recuerdan que yo usaba como calzado unos zuecos de moda en aquellos años, y por el sonido sabían cuándo se acercaba el director… A nivel personal el Colegio Santa Cruz de California marcó mi vida, allí aprendí a ser maestro, director, conocí a mi esposa, nacieron mis hijos y siempre estaré agradecido al colegio y al barrio. Recientemente, hemos celebrado una reunión para con profesores, alumnos y personal no docente, recordar estos primeros 50 años de historia que ya hemos podido escribir sobre la historia de nuestro gran colegio, el Santa Cruz de California».

Pero la docencia activa y oficial no es eterna. «En junio de 2010 y después de 39 años en la docencia me llegó la estupenda jubilación. Aunque casi todo ha sido bueno en este periodo de nuestras vidas, le veo un inconveniente: el tiempo pasa volando y aparecen los inevitables achaques de la vejez, pero quiero aplicarme lo que oí decir a Clint Eastwood «hay que procurar que el viejo no entre», reflexiona. «Y termino con una anécdota: el pasado 19 de marzo, día de San José, recibí algunas llamadas por mi onomástica. Pues bien. una de ellas era de Lucas Correa, aquel maestro que convenció a mi padre en 1960, para que me pusiera a estudiar e hiciera Magisterio, y me ha llamado para felicitarme desde Valle Gran Rey, donde con mas de noventa años disfruta de su jubilación. Imaginen la alegría que me llevé». Así, se despide de nosotros José Miguel Martín, un maestro que pasó más de su mitad de vida académica vivenciando el crecimiento de la ciudad de Santa Cruz desde las aulas de un colegio en El Sobradillo, el Santa Cruz de California.

La próxima semana, nosotros seguiremos poniendo capítulos a la historia de la Educación en Canarias, contada por sus maestras y maestros, aquí en las páginas de EL DÍA-La Opinión de Tenerife.