Entrevista | Darío Barreto y Beatriz Bello Co-directores de LAv-Laboratorio de Artes Vivas y Ciudadanía

Darío Barreto y Beatriz Bello: «Sacar la danza de los teatros hace que el público abandone la visión elitista»

LAV-Laboratorio de Artes Vivas y Ciudadanía cumple 12 años de vida exaltando el talento canario y ahondando en el proceso creativo para abrir el sector al resto de la sociedad. «Este trabajo tiene muchas más cosas detrás que una simple idea o sentimiento», afirman los co-directores Darío Barreto y Beatriz Bello, que dejan a un lado «la parte romántica» de la profesión para reclamar mejoras por parte de la Administración.

Darío Barreto y Beatriz Bello

Darío Barreto y Beatriz Bello / Andrés Gutiérrez

Patricia Ginovés

Patricia Ginovés

¿Cómo ha ido evolucionando a lo largo del tiempo el proyecto LAV-Laboratorio de Artes Vivas y Ciudadanía?

El objetivo era abrir un espacio de creación contemporánea en Tenerife, porque en ese momento no había mucho más allá del Teatro Victoria, que obviamente no podía abordarlo todo. Este proyecto comenzó en la sala de cámara del Teatro Leal, con una propuesta de residencias, más breves que las que hacemos ahora. A lo largo de este tiempo se han expandido las residencias y se realizan programas fuera de los teatros. Y no solo trabajamos con artistas, sino con todas las personas que estén interesadas por las artes vivas. Además, ya no trabajamos solo en La Laguna; ahora se trata de un proyecto nómada con el que trabajamos a través de alianzas con otros espacios de toda Canarias, y el foco ya no está sólo en la propuesta artística, sino en cómo el artista coexiste en el territorio.

¿Siempre consideraron necesario expandir el proyecto hacia toda la sociedad?

Siempre hablamos de la necesidad de que el artista no estuviera ensimismado en su residencia pero nos ha costado que se convierta en una realidad. Con todo ello queríamos dar a entender que la creación es tan solo un momento más del trabajo artístico y abrir la mente del público para que comprenda que, cuando ve un espectáculo, está viendo tan solo una parte del proceso. Eso requiere de pedagogía con el público.

Precisamente ¿cómo dirían que ha ido variando la percepción del público sobre las artes vivas en Canarias?

Ha habido cambios y parece que ahora hay mayor conocimiento sobre lo que hacemos, pero es verdad que es un sector con un público reducido y por eso estamos acostumbrados a que nuestros espectadores no se midan por la cantidad. Pero sí queremos que entiendan el proceso, o que al menos muestren interés en él. En ese sentido, nos gustaría agradecer el apoyo que nos brindan espacios como La Granja, no solo porque podemos hacer allí nuestro trabajo sino por cómo nos tratan sus trabajadores.

¿Les queda algún colectivo social con el que trabajar?

Muchos, porque somos muy creativas y entusiastas. Últimamente se está hablando mucho de Canarias, el turismo y el modelo económico que parece que se ha agotado en las Islas. A nosotros también nos preocupa ese aspecto, por lo que creemos que podríamos hacernos eco de esas demandas tan actuales.

El Laboratorio de Artes Vivas y Ciudadanía surgió muy vinculado al Teatro Leal. ¿Qué importancia ha tenido La Laguna dentro del proyecto?

La Laguna ha tenido un papel fundamental porque fue el primer municipio que apostó por un formato como el que defendíamos, así de arriesgado. Se trata de una visión muy experimental que no siempre tiene el apoyo, pero La Laguna lo apoyó. En este caso también agradecemos el apoyo de los trabajadores del Teatro Leal.

¿Cómo valoran la práctica de la danza en lugares no convencionales, más allá de los espacios escénicos habituales?

Consideramos esto una forma más de pedagogía porque sacar estos espectáculos de los teatros ayuda a que la población se dé cuenta de lo que se hace y dónde se puede hacer. En los últimos cinco o seis años hemos trabajado con proyectos como Solar, en Santa Cruz de Tenerife, que invitan a la gente a experimentar y a generar nuevos discursos. Todo esto nos ayuda a alejarnos de esa concepción un tanto elitista que en ocasiones se tiene de la creación artística contemporánea. Pero no solo se trata de incentivar al público, sino también al artista, para que ponga a prueba su práctica en otro tipo de situaciones y se comunique de una manera diferente con el público.

Ya que el proyecto ha salido de Tenerife, ¿encuentran diferencias en la práctica artística entre las diferentes islas?

Honestamente, para nosotros sigue siendo más fácil trabajar en Tenerife, dada la historia del proyecto, y porque en las islas no capitalinas aún no contamos con las alianzas necesarias. No obstante, en los últimos años hemos tenido bastante presencia en La Palma y Lanzarote.

¿Y trabajan también fuera de las fronteras canarias?

Por un lado contamos con el proyecto de innovación del Instituto Canario de Desarrollo Cultural Sinapsis, que nos está ayudando a replantear algunos modelos de trabajo desde el laboratorio. También contamos con el Centro Coreográfico Imaginativo de Tenerife, con el que invitamos a artistas locales e internacionales a pensar juntos en la relación entre institución e imaginación. Cada una de estas personas también tiene una práctica artística y este contexto nos sirve para dar a conocer el territorio canario y cómo funcionamos aquí a nivel artístico y con las subvenciones.

La danza es un sector cultural creativo pero que precisa de unas relaciones estables con las instituciones. ¿Cómo ha ido evolucionando ese aspecto?

La realidad burocrática y de ayudas económicas no está en sintonía con la realidad del artista en Canarias, y no solo en el sector de las artes vivas. No trabajamos con compañías grandes ya que en ocasiones se trata de una sola persona la que forma parte del proyecto. Muchas veces el artista se ve sobrepasado por la documentación y el trabajo administrativo que necesita para poder acceder a los espacios escénicos. Precisamente desde LAV hemos hecho mucho trabajo de acompañamiento en ese sentido y queremos seguir mejorándolo porque creemos que es una necesidad real. Puede que hasta el 80% de las artistas trabajen fuera del ámbito de las subvenciones porque no tienen los conocimientos o las herramientas para acceder a ellas. Llevamos tiempo haciendo un trabajo que en realidad corresponde a las instituciones.

¿Creen que por desconocimiento se quedan sin cubrir ayudas a las que podría acceder un artista canario?

Las subvenciones y los apoyos económicos de la cultura no son, ni mucho menos, los que debieran ser. Llevamos unos meses de lucha y de negociación con el Instituto Canario de Desarrollo Cultural y con el Consejería de Cultura de Gobierno de Canarias, porque hay unas subvenciones que no han salido y existe una promesa al respecto. Hay buena voluntad pero también hay un retraso importante que ha provocado que algunos proyectos hayan muerto esperando por las ayudas. Estamos en un momento crítico para el sector cultural en Canarias y por eso es tan necesario ese acompañamiento.