Hacinados en lo poco que queda a flote de su barca. Piden ayuda desesperadamente. Desde el barco, los guardacostas intentan calmarles. Hasta que les lanzan todo lo que tienen; cuerdas, salvavidas y hasta cubos vacíos que flotan con los que poder arrastrarles hasta cubierta. Llegan exhaustos, con el frío y el miedo en el cuerpo. Han conseguido salvar a casi todos, entre ellos un pequeño de cinco años. Que recibe todo el calor humano posible en alta mar. Atrás quedaba su salida de Siria. La patera con la que intentaban llegar a las costas griegas pero que se quedaba en aguas turcas. En la que seis de sus setenta pasajeros se dejaban la vida.