Manuel González sigue sufriendo un trastorno sádico sexual. Y por eso, según los expertos, supone un elevado peligro para la sociedad. Aún así no descartan que pueda reinsertarse, sometiéndose eso sí a terapia psicólogica e incluso a la castración química, un tratamiento farmacológico que inhibe los impulsos sexuales. Pero a esto debería someterse voluntariamente.