Los atentados del 11 de marzo de 2004 dejaron 192 víctimas mortales y cientos de heridos. Al Qaeda y su líder, Osama Bin Laden, golpearon el corazón de España y de Europa como nunca antes había ocurrido. El propio Bin Laden reconocía la autoría un mes después. Un castigo, afirmaba, por las intervenciones españolas en Irak, Afganistán o Palestina.