Sienten la necesidad de decir que vienen de una Siria desolada por la guerra en un intento de abrir los ojos a Europa. Con rabia, su sueño retumba en las calles de esta localidad fronteriza húngara en medio de la noche. Pero parar llegar a Alemania, tienen que superar los duros controles en Hungría. La policía y los inmigrantes ni siquiera hablan el mismo idioma, pero se entienden. Les prohíben el paso ya no quedan más plazas en los centros. Pero esta madre insiste, no se da por vencida, mientras su hija se da cuenta que aquí tampoco la situación es fácil. A pesar de todo se muestran optimistas.