El partido en Villarreal estaba a punto de terminar, perdía el equipo local, cuando la sorpresa no llegó en forma de goles, sino de picores. Alguien lanzó una granada de gas lacrimógeno al césped y los jugadores y el público empezaron a sufrir de inmediato las consecuencias. "Picor en los ojos, al final acabas llorando y nada, un picor en la garganta insoportable", explicaba un aficionado del Villarreal enfadado con lo ocurrido.