A principios del siglo XX, Egon Schiele era uno de los artistas más provocadores de Viena. Las mujeres eran lo más significativo de su arte, sobre todo su hermana pequeña, Gerti, y Wally Neuzil, la mujer inmortalizada en una de sus pinturas más famosas: La muerte y la doncella. Su vida y su trabajo estaban plagados de erotismo hasta el punto de ser juzgado por sus radicales pinturas.